La violencia contra los sacerdotes se sigue dando en distintos países africanos. De nuevo en Camerún un religioso misionero keniano ha sido asesinado en la zona de habla inglesa del país. Se trata del padre Cosmas Omboto Ondari, que falleció este 21 de noviembre en Kembong.

Según informa la agencia misionera Fides, el padre Cosmas fue disparado por una patrulla de soldados mientras estaba en frente a la iglesia de Martín de Tours, de la que era vicario. El misionero recibió sendos disparos en el pecho y en la parte baja del abdomen, y falleció debido a las heridas provocadas.

No llevaba ni dos años ordenado sacerdote

El padre Cosmas, de unos treinta años de edad, fue ordenado el 26 de marzo de 2017 en Kisii, Kenia, junto con otros dos jóvenes por monseñor Joseph Mairura Okemwa, obispo de Kisii. El misionero fue enviado inmediatamente a Camerún, primero a la parroquia de San Judas de Fundong en la provincia del noroeste y luego a la zona de Mamfe.

El sacerdote es el segundo sacerdote católico asesinado en el sureste de la región de habla inglesa. El 20 de julio ya lo fue el padre Alexandre Sob Nougi, 42 años, párroco de la parroquia del Sagrado Corazón de Bomaka, en la diócesis de Buea, fue asesinado. Igualmente, el 4 de octubre, un seminarista, Gérard Anjiangwe, fue asesinado en circunstancias similares a las del padre Gérard Anjiangwe. El joven de 19 años fue alcanzado por los disparos de un grupo de soldados frente a la iglesia parroquial de Santa Teresa de Bamessing, una aldea cercana a Ndop, en el departamento de Ngo-Ketunjia, en el noroeste de Camerún.

La protesta en las regiones de habla inglesa por la imposición del francés en las escuelas y en los tribunales ha desencadenado en una grave crisis política después de que algunos movimientos proclamaron la secesión de las dos zonas bajo el nombre de Ambazonia. Según las ONG que operan en Camerún en el conflicto entre el ejército y los grupos armados secesionistas, más de 200 soldados han perdido la vida y 500 civiles han sido asesinados. Más de 437.000 habitantes de las zonas de conflicto se vieron obligados a huir.