En Vietnam hay 54 grupos étnicos, y la minoría Ede, en regiones remotas del país, es la 12ª en población, con 330.000 miembros. Es un pueblo tribal, de religión politeísta, que recibió a los primeros misioneros católicos en 1955, pero con la llegada del régimen comunista en 1972 los misioneros fueron expulsados y las religiosas recluidas en ciudades lejanas. Décadas después, la Iglesia vuelve a trabajar entre ellos. 


La religiosa vietnamita Teresa Nguyen Thi Duc, que recorre en su motocicleta las húmedas pistas de tierra de las regiones Ede, explica a Global Sisters Report cómo es la tarea de evangelización que desarrolla allí, en los pueblos de Hra Ea Hring y Hra Ea Tla, que suman unos 2.500 católicos y unos 400 cristianos protestantes. De entre los paganos (que son mayoría) y los que declaran no tener religión hay entre 50 y 100 que se convierten cada año al catolicismo. 

Para la Hermana Teresa y los otros evangelizadores católicos, es clave cambiar las costumbres funerarias de los Ede y reencauzar su devoción por los difuntos. En los pueblos de Ede paganos, levantan grandes tumbas para los muertos, muy caras, ocupando mucho espacio y sin planificar, a veces entre los sembrados o en cualquier otro sitio. Una tumba así puede costar perfectamente entre 2.000 y 3.000 dólares, una fortuna. Eso deja arruinada a la familia. 


 Tumbas Ede grandes, dispersas y caras... en los pueblos cristianos este modelo está cambiando 


Más aún: el cadáver se deja en las casas varios días. Los parientes llegan y hacen ofrendas a los dioses (incienso, etc...) y pasan días allí bebiendo alcohol y comiendo. La familia cercana del difunto tiene que matar a su ganado y sus aves de corral y ofrecer grandes festines a las multitudes que acuden al funeral. Las comidas se alargan en el cementerio. 

"Estos funerales cuestan mucho dinero y los parientes quedan pagando deudas del funeral durante cinco o seis años. Y los festines contaminan el lugar", señala la religiosa, que lleva con los Ede desde 2006 y ya estuvo antes, de 1972 a 1975, hasta que los comunistas la expulsaron


  La Hermana Teresa trabaja con los Ede desde hace años 

Los líderes católicos y los ancianos de cada pueblo han acordado prohibir las comidas en el cementerio y obligar (con una multa local de 45 dólares) a las familias a celebrar las comidas en las casas. Eso reduce el número de comensales, los gastos y los desperfectos.


Además, los pueblos con cristianos ahora se organizan con tumbas en filas, con vallas y espacios despejados de maleza, y el resultado son sepulcros hasta diez veces más baratos, de unos 300 dólares, y no los 2.000 o 3.000 anteriores. 

Los Ede tienen un fuerte sentimiento de gratitud hacia los ancestros. Los que son católicos lo expresan orando por los difuntos y encargando misas por los muertos, con donativos (estipendios) para el sacerdote para la misa del 10º día tras la muerte, el 30º, el 50º, el 100º y la del año. Muchos celebran cada aniversario de defunción. 


  Típica casa Ede... con las imprescindibles motocicletas

En estos pueblos transformados ya no se plantan cosechas entre las tumbas como era frecuente hace muy poco.


La Iglesia y sus organizaciones ayudan también a aportar electricidad a muchos hogares, y saneamientos (solo un 30% de casas tienen lavabos). Se educa a la población para que no orinen o defequen en los arroyos, que son los mismos en los que se bañan. También se aportan materiales a las familias pobres para que ellas construyan su propia casa, de la que luego están orgullosas. También se dan becas a algunos niños para que estudien. 

"Llevamos la eucaristía cada semana a los enfermos y ancianos y los aldeanos acuden a misa dominical a la capilla del pueblo", explica la Hermana Teresa. 


  En la motocicleta por el camino embarrado va la Hermana Teresa, que tiene 68 años 


En la parroquia hay un matrimonio peculiar, muy anciano, de 83 años. Fueron bautizados en 1955 por el obispo misionero francés Paul Leon Seitz Kim, en el primer día de bautismos que hubo en la zona. Son el origen vivo de una iglesia que ha sobrevivido a la pobreza, el acoso comunista y los retos culturales y se va enraizando y creciendo. La misma Hermana Teresa tradujo los himnos vietnamitas a la lengua Ede en los años 70. Es la Palabra de Dios, que hoy resuena con nuevas palabras. 

 Vídeo promocional de la cultura Ede (vietnamita con subtítulos en inglés)