El sueño de muchos misioneros: aldeas enteras de pueblos paganos que piden, por favor, ser bautizadas y catequizadas.

Eso es lo que ha vivido durante tres años el padre Michele Brambilla, misionero italiano del PIME, en la parroquia de Kodbir, en Bangla Desh, junto a la frontera con la India, entre las tribus santal, que no son musulmanas ni hindúes, sino animistas. 

La clave ha estado en los catequistas: contar con un religiosa de las Misioneras de la Inmaculada y dos catequistas itinerantes bien entrenados, a tiempo completo, con sueldo, que acuden por las pequeñas aldeas haciendo amistades, predicando, presentando el evangelio. 

“La experiencia más hermosa de todos estos años ha sido formar a cristianos para que pudiesen difundir la Palabra de Dios y guiar la oración del domingo en las aldeas. Por eso, con mis dos catequistas que trabajan a tiempo completo y con una hermana, hemos formado un programa de catecumenado, es decir, de formación para personas no cristianas, que deben abandonar algunas de las tradiciones tribales. Y en estos tres años, son 10 las aldeas que han pedido hacerse cristianas”, explica el misionero en la agencia AsiaNews.


En 2012, cuando el padre Brambilla empezó su trabajo con dos religiosas Misioneras de la Inmaculada en Kodbir, esta estación misionera ni siquiera era una parroquia propiamente dicha. Hoy ya es parroquia "y abarca 42 aldeas santal, de las cuales 6 son mayoritariamente cristianas, en otras 22 hay algunos cristianos y el resto no son cristianas”. Esto es lo que ahora está cambiando.



“En total, los catecúmenos son cerca de 300, pero aún no sabemos cuándo estarán listos para recibir el bautismo. Como máximo, el camino de acercamiento a la vida cristiana dura cerca de cinco años, durante los que los tribales deben renunciar a ciertas creencias. Pero no existe un tiempo preestablecido”, añade.


En Bangla Desh hay 160 millones de habitantes, el 95% musulmanes. Sólo hay 200.000 católicos en el país, y sin embargo la Iglesia educa a unos 100.000 alumnos, la mayoría no cristianos, en sus centros de enseñanza: una universidad, 8 centros universitarios y 580 escuelas primarias y secundarias.

Y en este mar de pequeñas escuelitas rurales o urbanas está la escuela de la parroquia de Kodbir, con sus 163 alumnos. Es una “escuela primaria para todos, a la que asisten chicos católicos, tribales y musulmanes”. Para la formación profesional o secundaria se les remite a escuelas en otras parroquias y misiones. 

Y, como suele suceder donde hay misioneros, junto a la parroquia y la escuela hay un dispensario. Allí las religiosas de la Inmaculada -la rama femenina de los misioneros del PIME- “manejan un dispensario médico, donde casi todos los atendidos son musulmanes. Las consultas y la atención médicas de las hermanas son totalmente gratuitas, los enfermos solo pagan las medicinas”, explica el misionero.  


 La parroquia de Kodbir, en Bangla Desh, con su dispensario y su escuela


Además de la escuela, el dispensario y la parroquia, Brambilla puso en marcha una "credit d'union", una especie de cooperativa de créditos con préstamos muy accesibles, que ayudan a muchos a emprender negocios y evitan el ciclo de la deuda y el empobrecimiento. Brambilla dice que para iniciar esta cooperativa de créditos tuvo que estudiar mucho, pero era un gran servicio.

Lawrence Murmu, de 67 años, un veterano catequista de etnia santal que sirve en la diócesis de Rajshahi desde hace 46 años, explicaba en otra noticia de AsiaNews la combinación virtuosa de contar con catequistas itinerantes y poder plantear microcréditos en aldeas no cristianas.

“Yo jamás hablo a estas personas de Jesucristo inmediatamente, sino que cuando entro a una aldea nueva, primero intento mezclarme entre la gente para construir una amistad con ellos. Construyo relaciones sanas con los jefes de la aldea: conversamos sobre los problemas socio-económicos, doy consejos para poder superar las dificultades. Los empujo a crear cooperativas, en base a microcréditos, para ayudarse. Dialogo con los diferentes credos, les doy aliento sobre temas relacionados con la educación y con la conciencia social. Recién después, empiezo a comunicar el mensaje de Dios”, explicaba.




Brambilla cuenta que su vocación misionera maduró de niño, leyendo la revista “Italia Missionaria” (actualmente “Mondo e missione”), de los misioneros del PIME, a los que se uniría. Tenía un tío sacerdote en la congregación y un hermano que trabajó durante varios años en China, antes de ser expulsado del país comunista. En Detroit (EEUU) aprendió inglés y en 2007 llegó a Bangla Desh. Desde el principio trabajó con feligreses tribales, de etnias minoritarias, y también lo era el clero que le acompañaba.

Vídeo en YouTube con un festival santal con sus danzas tradicionales en filas


Desde noviembre de 2015 el padre Brambilla ya no está en Kodbir. Ahora es el superior de los misioneros del PIME en Bangla Desh, y dirige el Hospital Saint Vincent en Dinajpur, la capital de un distrito de 13 millones de habitantes. También aquí los pacientes son casi todos musulmanes. 

“En el hospital brindamos atención a todos, y somos bien vistos por la gente, sobre todo por la presencia de las hermanas, que mantienen todo limpio y en orden”, explica. “Cada tanto, cuando tengo tiempo, doy una vuelta por las diferentes unidades, porque los enfermos necesitan de una palabra de consuelo. También con los musulmanes e hindúes". 

Y cuenta un signo de cómo la vida, la maternidad, conducen a lo trascendente. "En el exterior de la sala de maternidad donde están los niños recién nacidos en sus cunas hay una gran imagen de la Virgen. Cada día, hay gente que enciende allí de 10 a 15 velas a los pies de la Virgen, dependiendo del número de niños nacidos. Pero sabemos que sólo nace un niño cristiano al día como máximo. Se sobrentiende que las demás velas son encendidas por fieles de otras religiones”. 

Octubre es el mes de las misiones: es posible ayudar a los misioneros a evangelizar desde la web www.domund.org