El cardenal John Tong es ya arzobispo emérito de Hong Kong, un lugar de especial dinamismo para los católicos de China por sus mayores espacios de libertad y mayor diversidad cultural.

Ha pastoreado la diócesis durante 8 años y repasa en una carta dirigida a sus feligreses su valoración de estos años, destacando los 30.000 bautizos de adultos y aplaudiendo el que casi cada parroquia tenga una misa en un idioma que no sea el chino, signo de apertura y acogida.

La diócesis queda con unos 600.000 católicos, más o menos el 7% de la población de Hong Kong, 7,4 millones. Como proyecto para finalizar en el futuro deja la creación de una universidad católica.

El texto, titulado “Una carta a mi familia en Cristo”, lo ha difundido en los semanarios diocesanos en inglés y en chino.

Como informa la agencia misionera AsiaNews, su sucesor es Michael Yeung. AsiaNews trazó un perfil del ahora arzobispo emérito con una amplia entrevista a John Tong, que AsiaNews publicó en el año 2009. 

Esta es la carta de despedida del arzobispo Tong. 




Queridos hermanos y hermanas en Cristo. ¡La paz del Señor esté con vosotros!

Hace tres años, cuando tenía 75 años, consigné mi dimisión como obispo de Hong Kong a Su Santidad, según la ley canónica. Pero el Papa Francisco atrasó tres años mi retiro.

El 31 de julio de este año, yo cumplo 78 años y por lo tanto me retiro en modo oficial del ministerio episcopal de Hong Kong. Me sucederá el obispo coadjutor, Mons. Michael Yeung.

En esta carta, quisiera expresar mi gratitud más profunda a todos los miembros y al equipo de la curia, a todos los sacerdotes, diáconos, hermanas y miembros de la Iglesia, como también a los amigos que me hice en los últimos años. Gracias por vuestro apoyo y aliento. El Señor os recompensará en abundancia vuestros sacrificios y vuestro duro trabajo.

En su carta apostólica por el Año de la vida consagrada (2015), el Papa Francisco nos aconsejaba “mirar el pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza”. Tras la huella de estas palabras deseo compartir con vosotros algunos aspectos de mi experiencia en cuanto obispo de Hong Kong en los últimos 8 años.

Ante todo, mirar al pasado con gratitud. Yo agradezco a Dios por haber dado a nuestra diócesis líderes sabios, en particular el Card. John Baptist Wu y al Card. Joseph Zen, con los cuales he trabajado durante estos años.

Ellos han contribuido a establecer una base sólida y un sistema eficaz en la diócesis. Esto permitió a todos los fieles tener fe más profunda y servir a los otros como nos enseña Jesús. “Así como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate de muchos” (Mt. 20,28).

Hace ya 25 años atrás comencé a trabajar en el oficio de obispo, como asistente en las cuestiones diocesanas. Durante este período atravesé muchos cambios, entre aquellos más inolvidables está el éxodo de la gente de Hong Kong antes de 1997 (retorno a China), la epidemia del Sars en 2003, la tensión del sufragio universal en los años recientes.

En todos estos desafíos aprendí a tener confianza en Dios.

La Iglesia necesita escuchar a los jóvenes; comprender las necesidades de los ancianos y las de los menos favorecidos; expresar los pedidos de justicia. Siento que las grandes preocupaciones de la Iglesia en la sociedad son el compartir con todos “las alegrías, las esperanzas, las tristezas y las angustias” (Gaudium et Spes,1).

Luego, en lo que se refiere al entusiasmo, he tratado de vivir el presente y vivirlo como testigo de la fe. En cuanto cardenal, fui nombrado miembro de varios ministerios de la Santa Sede, entre los cuales la Congregación para la evangelización de los pueblos, la Congregación para la educación católica, el Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso y el Consejo de economía.

Continuaré participando en estos servicios apostólicos para demostrar el apoyo a la Iglesia universal y sostener los principios de unidad y universalidad de nuestra Iglesia. Esta es también expresión de una respuesta que los Papas de nuestro tiempo moderno, especialmente el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco, se esperan de nosotros.

Como obispo estoy agradecido a todos los sacerdotes y a las religiosas, especialmente a los misioneros que viene a Hong Kong y a sus colaboradores. Con sus servicios ellos hacen crecer el Pueblo de Dios en muchas áreas de trabajo pastoral, espiritualidad y formación, con dedicación y diligencia. Ellos hacen posible el testimonio en los tres pilares de la fe: las parroquias, las escuelas y los servicios sociales.

Junto con las parroquias y las otras comunidades, la diócesis local se dio en modo completo al trabajo de evangelización. En los últimos 8 años, cerca de 60 mil personas fueron bautizadas y mitad de ellos eran adultos, que antes del bautismo han recibido al menos 18 meses de formación en el catecumenado.

En el presente, la diócesis tiene unos 600 mil católicos, más o menos el 7% de la población de Hong Kong, 7,4 millones. Entre nuestros fieles, muchos no son chinos.

Hoy  estoy feliz de ver que la mayor parte de nuestras parroquias los domingos organiza al menos una misa en inglés o en otra lengua extranjera. Esto sostiene a los católicos no chinos a participar en los grupos parroquiales y en las actividades, como también en una más activa participación en la liturgia.

Si bien el número de vocaciones en nuestra diócesis es mínimo, nuestros fieles continúan rezando con fervor para que sean más. La comisión vocacional diocesana, guiada por Mons. Joseph Ha, el obispo auxiliar, acompaña a los jóvenes en el explorar el significado de la vida y en el discernir la propia vocación.

Gracias al esfuerzo de los grupos católicos por la fe y las vocaciones, el número de los jóvenes bajo la guía del Espíritu Santo son inspirados en el buscar una vocación religiosa está demostrando algún desarrollo.

Esperemos que en la Iglesia local se establezca en modo gradual una cultura de la vocación.

Mi vocación al sacerdocio floreció por el testimonio de los misioneros que me han demostrado su amor, alegría, dedicación altruista por la gente. Para mí y para todo el clero, espero vivir en la alegría y en el amor, dejando que los jóvenes dentro y fuera de la Iglesia vean la gloria y la esperanza de nuestra fe.

Bajo la luz y la guía del Espíritu Santo, el p. Dominic Chan, el vicario general, condujo un grupo de diáconos permanentes, cuyo ministerio fue inaugurado en la diócesis unos 20 años atrás.

Ahora hay más de 20 diáconos permanentes ordenados, que sirven en organizaciones diocesanas, en las parroquias y en las instituciones sociales. Estoy contento de ver que ellos son alentados por sus familias y por su amor y apoyo, son bien acogidos por sus parroquianos.

Sobre la formación de los laicos en la diócesis, la educación necesita ser adecuada a los tiempos. Estoy feliz de ver a miembros activos de la Iglesia estudiar filosofía, teología, espiritualidad y otros sujetos relacionados con diversos ministerios.

Hay también un cierto número de laicos que han seguido estudios religiosos a nivel universitario y ahora están convirtiéndose en profesores en filosofía y teología en el seminario y en otros institutos.

Espero realmente que la diócesis desarrolle aún más en el campo de la educación religiosa, sembrando, regando y recogiendo los frutos de la evangelización.

En los últimos años, los Papas han establecido los Años del sacerdote, de la fe, de la vida consagrada, de la misericordia y han convocado sínodos mundiales sobre la Nueva evangelización y la familia.

Nuestra Iglesia está alegre de seguir el paso de la Iglesia universal y los temas han motivado a nuestros fieles para profundizar su encuentro espiritual con el Señor y con la Iglesia universal.

Como sus predecesores, el Papa Francisco publicó algunas exhortaciones apostólicas. Él escribió “La alegría del Evangelio (Evangelii Gaudium)” y “La alegría del amor (Amoris laetitia)”, además de la encíclica “Laudato si”, ofreciendo un rico conocimiento y una enseñanza eclesial.

Leyendo estos documentos de la Iglesia, debo decir que he sacado mucho beneficio de su enseñanza. Espero que todos vosotros encontréis tiempo para leerlos, dado que de este modo aumentará vuestro conocimiento sobre la Iglesia, ensanchará vuestra visión de espiritual y mejorará vuestro servicio hacia los otros.

En el preparar las traducciones de aquellos documentos, nosotros hemos colaborado estrechamente con las vecinas Iglesias de Taiwan y de Macao. Yo estoy seguro que habrá todavía más colaboración. Además, nosotros mantenemos los contactos con las Iglesias que están en China popular y promovemos intercambios de amistad con nuestras contrapartes en el interior.

En concreto, manteniendo alto el principio de la esperanza, el futuro dará a la diócesis un futuro aún más luminoso.

Tengo confianza que bajo la sabia guía del nuevo pastor, la diócesis unida actuará en pleno los planes pastorales, comprendida la apertura de la universidad católica, una prioridad pastoral adoptada como resolución el sínodo diocesano del año 2000.

Queridos sacerdotes, hermanos y hermanas en Cristo: por los 8 años pasados, os agradezco por haberme acompañado en esta peregrinación de fe. Os pido perdón por mis errores y mis faltas y os pido que continúen rezando por mí.

Después de mi jubilación, continuaré en comprometerme en la investigación en el Holy Spirit Study Centre, manteniendo las relaciones con los amigos como siempre. Aliento a la Santa Sede en estar de acuerdo con el espíritu del Vaticano II y de promover el diálogo entre China y el Vaticano.

Pido a todos vosotros rezar por esto. A menudo me definí  como un residente “del jubileo de oro” en el seminario del Holy Spirit: continuaré viviendo en el seminario, un lugar que nutre mi vida y mi oración y también me ayuda a profundizar la relación yo-tú con el Buen Pastor y ¡ciertamente es también un lugar para practicar muchos ejercicios físicos!

¡Dios os bendiga a todos vosotros!
+ John Cardenal Tong
Obispo de la diócesis católica de Hong Kong
29 de junio de 2017- Fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo

Esta es la ceremonia de toma de posesión del sucesor de John Yong, el obispo Michael Yeung