En Japón hay entre 20.000 y 30.000 suicidios al año. En 2010 era 31.690. En 2011 era 30.651. En 2012 era 27.858. En 2013 era 27.283. En 2016 los suicidios efectivos fueron 21.764, según la Policía, lo que implica que han bajado bastante. 

Si asumimos las cifras de 2010-2011, habría un suicidio cada 42.400 habitantes. En España, hay estabilidad en las cifras: unos 4.000 suicidios consumados al año, uno cada 11.000 habitantes. 

Más aún, como señala la agencia AsiaNews, nuevas investigaciones del Ministerio de Salud japonés muestran que casi el 25% de los japoneses adultos ha considerado seriamente la posibilidad de suicidarse. Hace unos años, los que pensaban acerca de suicidarse eran menos: en el año 2008 eran el 19,1%; en 2012 el 23%; en 2016 llegó a 23,6%.

Por comparación, en España, un estudio de julio de 2014 (Miret, Caballero y otros) a partir de un sondeo a 4.583 personas detectaban que a lo largo de la vida solo un 3,67% de españoles había pensado en suicidarse, y sólo un 1,4 declaraba haberlo intentado. 

Los japoneses que piensan en el suicidio son (en porcentaje) seis veces más que los españoles, y los que finalmente se suicidan son entre 3 y 4 veces más


El estudio del Ministerio de Salud japonés, a partir de 3.000 cuestionarios con adultos, señala que el 37,7% de los entrevistados que habían pensado en suicidarse declaran que superaron su crisis dedicando mayor tiempo a sus hobbies o al trabajo; un 32% dijo que halló alivio discutiendo sus problemas con personas cercanas a ellos. Casi el 47% afirma que cuando se encuentra oprimido por las preocupaciones y por el estrés, es importante pedir ayuda consultando a centros especializados o hablando con los demás.

Para la Iglesia Católica en Japón, no hay duda de que la falta de religiosidad de los japoneses y su materialismo exagerado es una de las causas del suicidio frecuente. El obispo japonés Isao Kikuchi lo  ha explicado así en un artículo traducido por AsiaNews.


Por Isao Kikuchi, obispo de Niigata

En el curso de los últimos años, en Japón más de treinta mil personas se suicidaron cada año. Todo comenzó en 1998, cuando diversos bancos se declararon en quiebra, la economía del país entró en recesión y el tradicional “sistema de empleo de por vida” inició a colapsar. Desde entonces y hasta el 2010, por cerca de 12 años más de 30 mil personas cada año- cinco veces más del número anual de muertos debidos a accidentes viales-se sintieron empujados a quitarse la vida en este rico, moderno y avanzado país. Los japoneses, rodeados de abundantes riquezas terrenas y bienes materiales, encontraron dificultades en el encontrar una esperanza para el propio futuro.

Un pequeño cambio se registró en ocasión del enorme desastre de 2011, durante el cual el número de suicidios bajó un poco. En 2010 era 31.690. En 2011 era 30.651. En 2012 era 27.858. En 2013 era 27.283. La razón de esta bajada no es aún conocida, pero se presume que se debe a la reflexión sobre el significado de la vida iniciada después del colosal desastre que ha quitado la vida de muchos japoneses sin una razón plausible.

Según una reciente investigación del gobierno, sólo el 20% de los suicidios fueron cometidos por motivos económicos. El 60% se debieron a motivos de salud física y a depresiones.

Los motivos detrás de estos casos de suicidio deben ser realmente muy complejos y no es fácil señalar una sola causa. 

En todo caso, es justo decir que una de las razones de este fenómeno es la falta de religión en la vida cotidiana de las personas en Japón. 

Es obvio que una abundancia de riquezas terrenas y materiales y el desarrollo tecnológico no pueden proveer a un enriquecimiento espiritual, al contrario alimentan el vacío en los corazones de muchos. Mientras que la sociedad continuó buscando el desarrollo material, la espiritualidad religiosa perdió el propio lugar en la sociedad y en las comunidades locales fue destruida, dejando a las personas aisladas. El aislamiento es una de las principales causas que llevan a poner fin a la propia vida.

La Iglesia Católica en Japón trabajó sobre esta cuestión por mucho tiempo. Ambos mensajes de los obispos católicos japoneses: en 2001 “Reverencia por la vida” y su versión reelaborada en enero de 2017 han mencionado el problema del suicidio y pidieron a la población en general a prestar atención al caso de “aislamiento” de las personas.

Caritas Japón trabajó sobre el problema por mucho tiempo, organizando seminarios para poner atención a las personas sobre las voces de aquellos que están aislados y piden ayuda. También muchos católicos forman parte de Ong locales que apoyan a las personas que encuentran dificultad en sus vidas.

En el mensaje también los obispos pidieron a los católicos para que no hagan juicios sobre las personas que se suicidaron, sino que han de mostrarles a ellos y a sus familias misericordia pastoral.