Cada año, a Nacala, en Mozambique, llega un cargamento bien grande de polvorones españoles, cajas y más cajas de polvorones. Las recibe el padre Eugenio López, sacerdote paúl, asturiano de familia gallega.

Los dona una empresa. Son los que no se han vendido en las fiestas navideñas, y no pueden guardarse para el próximo año. En África, el padre Eugenio los usa para premiar a algunos alumnos y para completar la dieta de enfermos de sida. Los polvorones no se tiran: ayudan, muy en serio, a combatir el hambre.


Eugenio López es un experto gestor de recursos. Lleva las cuentas de la diócesis de Nacala en Mozambique. A saber: 35.000 dólares anuales que llegan del Vaticano. Y lo que llegue desde España a través de Manos Unidas. Y pare de contar, eso es todo. 

Nacala es una diócesis que acaba de cumplir 25 años, al norte de este país, de los más pobres de África. Es una zona pobre dentro de un país pobre, aunque recursos naturales no faltan, pero faltan técnicos, infraestructuras, voluntad, inversión. La diócesis cuenta con 2,6 millones de habitantes, la mayoría de los cuales son musulmanes. Los católicos son 300.000, un 12%.

Eugenio López es bastante rotundo: "El país es un Estado fallido y en todo Mozambique, excepto en el barrio central de la capital, hay hambre cada año. Los pobres comen pan -cuando comen- porque no necesita gastar en leña o carbón. Hay sequías recurrentes. En los peores meses del año, se come mango y poco más. Otros meses hay mandioca y yuca". 


Tras la independencia, Mozambique se alineó con el bloque soviético y se declaró socialista. Hubo además una guerra civil "con muchos elementos étnicos". Se expulsó a los religiosos y los católicos del país estuvieron prácticamente sin sacerdotes durante unos 20 años. Los laicos supieron organizarse en esos años. El sistema socialista dejó el país arruinado, las infraestructuras destruidas y -como en casi todos los países postcomunistas- una gran cultura de la corrupción. 

En cuanto se permitió volver a los misioneros, en la zona de Nacala, los misioneros combonianos, las hijas de la caridad, los misioneros carmelitas y los paúles colaboraron para crear, de la nada, 10 escuelas primarias, que hoy suman 10.000 alumnos

Recientemente, el Estado animó a la diócesis y los paúles a crear una escuela agraria de grado medio, para formar técnicos agrarios, necesarios para vencer el hambre. En teoría, el Estado paga a los profesores. Esto no siempre es así (con la inflación salvaje los sueldos oficiales significan poco) y suelen estar tentados por la corrupción, por lo que la presencia de religiosos y voluntarios extranjeros insobornables ayuda a mantener el nivel.

No bastan los recursos materiales, dicen los misioneros, hay elementos culturales que deben cambiar: el fatalismo, el complejo de inferioridad, la corrupción, la superstición y brujería... el Evangelio puede cambiar esta mentalidad, y el buen ejemplo también.  


 

La escuela agraria ha ido creciendo y se llama Instituto Politécnico Mártir Cipriano de Nacuxa (nacuxa.org). Nació en 2007 con 160 alumnos matriculados y hoy cuenta con 1.200. Ya han salido de él 500 profesionales técnicos agrarios. Y ahora el Estado pide que forme también a contables, técnicos de laboratorio, secretarios y técnicos de construcción. Manos Unidas lo ha apoyado desde España y lo tiene que seguir apoyando mientras crece. 

Hay que ampliarlo con aulas, y ya de paso añadirle un pabellón de salud (que necesita fontanería y electricidad) y un internado para 120 alumnos que vivirán allí. Los estudiantes limpian el terreno y aportan mano de obra, pero casi toda la financiación ha de llegar de la ONG católica española. 




Mientras tanto, la diócesis crece. Hace 17 años tenía 5 sacerdotes diocesanos, nativos. Hoy tiene 19 (además de los 24 misioneros). Y está poniendo en marcha un seminario para los alumnos de primer año, los que examinan su vocación: tiene unos 50 candidatos al sacerdocio, bajo la advocación de San Francisco Javier, un famoso santo español.

Crecen también los fieles: en 2013 hicieron recuento: 43.000 más que en el año 2000. ¿Muchos conversos? Algunos, pero sobre todo muchos hijos en las familias cristianas.

Eugenio López hace los números con los ingresos y gastos, que nunca cuadran, excepto cuando llegan las ayudas desde España y se multiplican milagrosamente los frutos. Eugenio es hijo de maestra y de director de colegio, y ser responsable del colegio técnico le encanta. Él mismo estudió en la Universidad Laboral de Gijón, con los jesuitas. En los paúles dedicó muchos años a las Juventudes Marianas Vicencianas (www.jmve.org). No llegó a África, a Nacala, hasta 2001. Pero, como suele suceder, África le enamoró, y ha visto como las semillas plantadas iban creciendo y dando fruto

Con las ayudas de Manos Unidas, y confiado en la Providencia de Dios, este misionero paúl espera seguir formando técnicos agrícolas que cambien su país, mejoren los cultivos y permitan alimentar a la nación. ¡Quinientos de ellos ya han sacado sus títulos!

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Eugenio López explicaba los proyectos de Nacuxa a Pueblo de Dios (La 2 TVE) en 2014


El padre Eugenio cuenta más de sus tareas en Mozambique a Misioneros por el Mundo (13TV)