Este domingo 19 por la mañana, cuando los ortodoxos siríacos celebran Pentecostés según su calendario, un suicida islamista se hizo estallar con una bomba cuando muchos cristianos se reunían para commemorar el genocidio turco contra los cristianos siríacos y armenios a principios del siglo XX:

Se cree que el suicida intentaba matar, sobre todo, al actual Patriarca de todos los cristianos siro-ortodoxos, Ignacio Efrén II Karim.

Sucedió a las once de la mañana del domingo en la iglesia de San Gabriel en el barrio de Al Wusta, en la ciudad de Qamishli, al nordeste de Siria.

El atentado causó la muerte de cuatro personas, entre kurdos y cristianos, y varios heridos.

Según algunas fuentes, difundidas por la Federación de los Arameos (siríacos), el objetivo del atentado era el patriarca de la Iglesia siríaca Ignacio Efrén II. En el curso de la celebración, el patriarca de cincuenta y un años, jefe de la comunidad sirio-ortodoxa bendijo un monumento conmemorativo del genocidio, más conocida como la masacre de Sayfo ("de la espada"). En la zona estaban presentes miles de fieles.

En respuesta al atentado, las milicias cristianas arameas de Sutoro se movilizaron rápidamente, rodeando la zona.

Testigos locales afirman que el terrorista se hizo explotar dentro del edificio, muriendo al instante junto a otras tres personas; las víctimas serían tres guardias de las fuerzas de seguridad asirias Sutoro. Son al menos cinco los heridos.


Murió el hombre-bomba suicida junto con 3 guardias; hay al menos 5 heridos; la foto muestra el humo y el desconcierto tras la explosión

Por el momento, no hay reivindicaciones oficiales del atentado, de probable matriz yihadista, aunque podría haber otras causas (contra la presencia kurda en la zona o contra el recuerdo del genocidio turco contra armenios y cristianos).

Es el cuarto ataque contra la comunidad asiria de Qamishli en los últimos seis meses. El 22 de mayo pasado, un kamikaze del Estado islámico atacó en el mismo distrito, matando al menos cinco personas asirias. El 24 de enero, dos explosiones se sucedieron en el barrio asirio de Qamshli, matando a tres fieles e hiriendo a otros veinte.

Además, tres bombas fueron lanzadas contra actividades comerciales de la ciudad el treinta de diciembre, matando a dieciséis personas.

Diversas personalidades de la Iglesia y de la sociedad civil han condenado duramente el atentado de ayer, que quiso atacar a la personalidad más visible de la comunidad siro-ortodoxa. La Federación de los Arameos (Siríacos) subraya en una nota que es tarea de la “comunidad internacional” proteger a los arameos “que se quedaron en su patria”.

“No se debe ignorar -continúa el comunicado- el angustiante llanto y los pedidos de ayuda de una civilización que está en extinción y que es al mismo tiempo, pueblo de Siria”.

Centenares de miles de Arameos “ya han dejado sus tierras”, concluye la nota, un pueblo que todavía lucha “por el reconocimiento y por la supervivencia”.

En una declaración oficial enviada a AsiaNews, el Global Council of Indian Christians (GCIC) habla de un “brutal ataque suicida” realizado por “milicianos extremistas islámicos”. “El cóctel mortal del terrorismo -prosigue el documento- se está difundiendo velozmente desde Oriente Medio hacia Asia y África, sin encontrar oposiciones”. Todo esto sucede, mientras las Naciones Unidas y otras agencias, nacidas con la finalidad de promover la paz, se pasan el día debatiendo acerca de “jueguitos políticos”, en lugar “de combatir al monstruo”.