La persecución contra los cristianos en el mundo árabe hizo en el día de Navidad de 2013 una dramática escala en la capital iraquí.

A pesar del aumento de las medidas de seguridad que se toman en el país en estas fechas, al menos 38 personas murieron y más de 70 resultaron heridas en dos ataques contra esta comunidad en el día de Navidad.


Primero fue un coche bomba que estalló frente a la iglesia de la Virgen María en el barrio bagdadí de Al Dura.

Esta explosión, que se registró cuando los fieles cristianos salían del templo tras la misa, causó la muerte de al menos 27 personas y heridas a 56, informaron a Efe fuentes policiales.


También en Al Dura, un barrio de mayoría suní pero que cuenta con una importante comunidad cristiana, tres bombas estallaron en el mercado de Azurrien.

Fallecieron 11 personas y otras  14 resultaron heridas en este mercado, muy frecuentado por los cristianos, cuyos comercios sufrieron grandes destrozos.

Estos ataques contra los cristianos no fueron sin embargo los únicos actos de barbarie de una jornada tan señalada para los cristianos.


Otras ocho personas murieron y doce resultaron heridas en varios ataques perpetrados en otras localidades del país, especialmente contra los chiíes y las fuerzas de seguridad.

Éstas, por su parte, abatieron a siete supuestos terroristas y cuatro soldados resultaron heridos en el desierto de la provincia de Al Anbar (oeste), donde se desarrolla una operación militar contra los combatientes de Al Qaeda que se refugian en la zona.

Por el momento ningún grupo ha reivindicado la autoría de los atentados contra la comunidad cristiana, aunque todo apunta al "Estado Islámico de Irak", grupo vinculado a Al Qaeda.

La minoría cristiana, que representa algo menos del 3 por ciento de la población iraquí, tuvo que reducir este año las celebraciones de la Navidad debido a la inestabilidad y el repunte de la violencia en los últimos meses.

Entre otros cambios, la duración de las misas fue acortada en varias iglesias de Bagdad y de las provincias de Nínive y Kirkuk, en el norte del país, y de Basora, en el sur.


Más suerte tuvieron los cristianos que viven en la región autónoma del Kurdistán iraquí, donde las condiciones de seguridad son mejores. En esta región, en la que el Gobierno local ha destinado 100 millones de dinares iraquíes (unos 60.000 euros) para estas celebraciones, las familias cristianas decoraron las calles y las tiendas con abetos, luces y velas.

El primer ministro iraquí, el chií Nuri al Maliki, felicitó a los cristianos e invitó a todos los iraquíes a la unidad y la cooperación por el bien del país.

Al Maliki también pidió a los ciudadanos que protejan Irak de aquellos que «quieren romper la unidad y diversidad religiosa, intelectual y cultural» del país. En anteriores ocasiones, Al Maliki ha hecho llamamientos a que los cristianos permanezcan en Irak y ha criticado las ofertas de algunos países de ofrecerles refugio.

En la década de 1980, se calculaba que había unos dos millones de iraquíes cristianos de una población de 30 millones, pero su número ha descendido debido a que muchos han emigrado huyendo de la persecución.

Esta comunidad no se salvó de la ola de violencia confesional desatada tras la invasión estadounidense de Irak en 2003 y el derrocamiento de Sadam Husein.


Entre los ataques más graves se encuentran el secuestro y asesinato del arzobispo católico caldeo Paulos Faraj Raho en marzo de 2008 y el asalto a la iglesia Nuestra Señora del Socorro de Bagdad en octubre de 2010. Más de 60 personas, la mayoría mujeres y niños, murieron en esa iglesia en el ataque armado y en la operación posterior para liberar a los rehenes retenidos en el interior del templo por cinco terroristas. 


Sólo en los ocho primeros días de este mes murieron más personas que en todo diciembre del año pasado (144) en Irak.

Desde la salida de las tropas de EE UU, ha aumentado la violencia sectaria dentro del país, y este 2013 ha sido el año más sangriento desde 2008 (6.787).

Los atentados contra lugares públicos como parques, cafés o mercados se han repetido mes tras mes, causando más de 7.100 muertos, según cifras de la ONU.