Según informa Edward Pentin, corresponsal en Roma del National Catholic Register, está en curso un "esfuerzo concertado" en Roma y en otras diócesis del mundo para que el Papa introduzca al final de cada misa dominical una oración por los pobres, los perseguidos y los oprimidos.

Según sus fuentes, "miembros de la jerarquía al máximo nivel" están "extremadamente interesados" en que eso se haga, y tanto en la misa tradicional (cuya última edición típica es de 1962) como en la misa postconciliar (cuya última edición típica es de 2002), y asimismo en las liturgias orientales.

La iniciativa, aunque parte del incremento mundial en la persecución de los cristianos (que en muchos países se indentifican con los pobres y oprimidos), abarcaría también a las víctimas del aborto o del tráfico de personas.

El problema de la persecución anticatólica ("a una escala que apenas puede creerse", según manifestó el cardenal Timothy Dolan el pasado noviembre al despedirse como presidente de la conferencia episcopal estadounidense) se planteó también, informa Pentin, en el consistorio de febrero.

La oración iría dedicada a San Miguel Arcángel, a semejanza de la que ordenó introducir León XIII en 1886 y que, retirada por Pablo VI en 1965, "se dice que es una de las favoritas de Francisco", quien -como aquélla- advierte repetidamente en sus homilías contra "las insidias y acechanzas del demonio".


"Los católicos practicantes deberían ser conscientes de estos inaceptables ataques a la libertad religiosa y a la dignidad dadas por Dios a los hombres", dice a Pentin una fuente anónima de las que lideran la campaña, la cual al parecer cuenta con "un enorme apoyo": "No se puede tener una visión infantil del mundo. Los fieles deben al menos expresar su solidaridad con quienes padecen persecución".

El responsable de prensa de Ayuda a la Iglesia Necesitada en el Reino Unido mostró al Register su apoyo a esta oración: "Cuando viajamos a países marcados por la violencia y la opresión y nos encontramos cara a cara con las víctimas de la persecución, casi siempre nos piden una y otra vez que recemos por ellos. ¿Qué mejor ocasión que en la misa?", dijo John Pontifex, quien señala además que muchos de los atentados contra los cristianos suceden precisamente durante su celebración.

Lela Gilbert, coautora del libro Persecuted: The Global Assaut on Christians [Perseguidos: el asalto global a los cristianos], añade un argumento a favor de esa oración: "Combatir la ignorancia" sobre ese hecho, "que es absoluta allí donde los medios de comunicación se desinteresan de los asuntos relativos al cristianismo".

Además de una oración al final de la misa, la campaña también propone que en la adoración al Santísimo de los viernes se añada una intención "por los pobres, oprimidos y perseguidos", y que se complete con armas espirituales como el ayuno y la limosna.