Desde el 15 de mayo de 2011 las universidades chinas tienen orden del Comité Central del Partido Comunista de reforzar la vigilancia sobre los extranjeros, tanto estudiantes como profesores, para evitar cualquier intento de difundir el cristianismo en ese ámbito.

La directiva, conocida como Documento 18, no se conocía hasta que a mediados de diciembre la ONG China Aid difundió uno de los contados 8330 ejemplares impresos por las autoridades comunistas, destinados exclusivamente a la clase dirigente nacional y provincial.

El título oficial del Documento 18, con nota de "clasificado", es Propuestas para preparase a contrarrestar la utilización por los extranjeros de la religión para infiltrar la enseñanza superior y difundir el cristianismo en los campus. Tiene diez páginas y ha sido preparado, según informa Églises d´Asie, por las instancias supervisoras de asuntos religiosos, seguridad pública y educación superior.

Según el documento, "los extranjeros" están utilizando los intercambios universitarios, los estudios fuera del país de los estudiantes chinos y la enseñanza en China de las lenguas foráneas, así como las iniciativas de caridad, para "difundir la religión" entre la juventud china: "La intensidad de la infiltración va creciendo", lamenta la circular, que denuncia su componente mayoritariamente "americana".

La consigna es clara y típica de los regímenes totalitarios: "No debéis subestimar la dimensión de los daños y los efectos a largo plazo de ese fenómeno, y debéis tomar las medidas coercitivas precisas para ponerle fin".

Entre otras, señala el control de visados de estudio sospechosos de finalidad religiosa, así como una investigación sobre los vínculos entre organizaciones caritativas y ONG con instituciones religiosas o una base de datos de organizaciones religiosas activas en los campus chinos. También se sugieren "entrevistas en profundidad tête-á-tête" de las autoridades académicas con los estudiantes sospechosos, aparte, por supuesto, de la expulsión inmediata de los profesores sospechosos de proselitismo.

Según informa el Washington Post, algunos centros, como la Universidad Agrícola del Noroeste (en Heilongjiang) o la Universidad de Chongqing ya han desarrollado protocolos elaborados en aplicación de esta directiva.

En la actualidad estudian en China casi trescientos mil estudiantes extranjeros (23.000 norteamericanos) y hay varios millares de profesores venidos de fuera del país. Cuando entran firman en su contrato una cláusula por la que se comprometen a "no hacer proselitismo ni ninguna otra actividad nociva para el pueblo chino". Pero en ocasiones los mismos contenidos de las asignaturas impartidas obligan a explicar los fundamentos religiosos de, por ejemplo, la civilización occidental o su historia.

Por su parte, la agencia UcaNews preguntó al respecto a diversos estudiantes católicos chinos y a sacerdotes responsables de pastoral, quienes transmitieron su escepticismo ante las pretensiones del Documento 18: "¿Acaso no ha actuado siempre así el régimen comunista? Ya estamos acostumbrados", afirmaba un joven. Los estudiantes consideran una batalla perdida para el gobierno ese control, y en cualquier caso uno de ellos, católico, asegura que el Partido debería estar más preocupado "por los problemas psicológicos de los estudiantes y abrir los ojos sobre los abortos que padecen las estudiantes o sobre la frecuencia de suicidios en los campus".