En las últimas fechas se ha especulado con la posibilidad de que la Iglesia Patriótica China, grupo cismático títere del Partido Comunista, consagre un nuevo obispo, reactivando el conflicto con la Santa Sede. En los últimos dos años ha habido tres consagraciones similares, que han elevado la tensión diplomática entre el Vaticano y Pekín, y sobre todo han agravado el sufrimiento de los perseguidos católicos chinos. El gobierno llega a encarcelar a quienes se niegan a participar en las ceremonias de consagración, ya sean obispos, sacerdotes o laicos.

El secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el arzobispo salesiano Savio Hon Tai-Fai, nacido en Hong Kong hace 61 años, ha reaccionado con firmeza a través de una entrevista con AsiaNews: "La Asociación Patriótica tiene una agenda muy precisa sobre cómo conseguir el control sobre la Iglesia. La mezcla de obispos, para azuzar la diferencia entre lícitos e ilícitos, obedientes y excomulgados, forma parte de esa estrategia. Pero, me pregunto: ¿de qué le sirve a la Asociación Patriótica continuar con este proyecto de construir una Iglesia independiente, una enésima edición del protestantismo?".

Según monseñor Hon, estos bandazos del gobierno comunista "son un signo de la lucha por el poder que tiene lugar en el interior del Partido. Hoy el Partido ya no se sostiene sobre una ideología y un proyecto social. El socialismo o el marxismo ya no existen. ¿Cuál es entonces la finalidad de controlar la Iglesia? El poder: quien lo ha ejercido hasta ahora lo quiere conservar. El Partido ya sólo está constituido por grupos de intereses que luchan por su cuenta y se combaten entre sí".