No lo consiguieron ni siquiera los Mongoles en el siglo XIV, cuando asesinaron 40 monjes y otros 400 fieles, pero quizá sí pueda la Turquía del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, es decir, a hacer desaparecer uno de los conventos cristianos más antiguos del mundo, estamos hablando del monasterio sirio-ortodoxo de Mor Gabriel o “Dayro d-Mor Gabriel”, llamado “Deyrulumur” en turco, y situado en la región de Turabdin (o Tur Abdin), en el sureste de Anatolia. El convento lleva el nombre de Mor Gabriel (634-668), obispo de Turabdin, famoso por su testimonio de santidad y su actividad de taumaturgo.

La fundación del monasterio, que hoy se emplaza al sureste de la ciudad de Midyat, en la provincia de Mardin, cercano a la frontera con Siria, se remonta al año 397 d.C, y se realizó por la iniciativa de dos monjes, Mor Samuel y Mor Simón, muertos respectivamente en el 409 y en el 433. el complejo, que posee algunos elementos construidos con la ayuda de emperadores bizantinos como Arcadio (395-408) y Teodosio II (408-450), acoge hoy a una pequeña comunidad compuesta por tres monjes y 14 religiosas.

Mor Gabriel no es sólo un monasterio. Llamado también la “segunda Jerusalén”, Mor Gabriel es, de hecho, la sede del metropolita Mor Timotheus Samuel Aktas y del centro cultural y espiritual de la cada vez más reducida comunidad sirio-ortodoxa de Turquía y de los numerosos sirios que han decidido emigrar a Occidente, sobre todo a Estados Unidos y Holanda. En la zona de Turabdin -significa “Montaña de los siervos de Dios”- vivían, durante los años ´60 casi 130.000 sirios, hoy su número ha descendido a algunos miles (AsiaNews, 26 enero de 2009).

El monasterio está en el centro de un árida y costosa batalla legal que fue iniciada en 2008 por los jefes de tres aldeas curdas limítrofes, dominadas por la tribu Çelebi - Yayvantepe, Eglence e Candarli -, que han recibido el apoyo de un parlamentario del partido filoislámico de Erdogan (l´AKP o Partido para la Justicia y el Desarrollo), el jefe de la tribu Suleyman Çelebi. Las acusaciones hacia la comunidad monástica son varias, entre ellas la de desarrollar actividades de proselitismo, por el hecho de que el monasterio acoge también a jóvenes que estudian el arameo oriental o sirio. También existe la hipótesis de que el monasterio fue construido en un sitio donde primero se erigía una mezquita, algo totalmente infundado y absurdo, ya que Mor Gabriel es muy anterior al nacimiento del Islam. La acusación más convincente, por lo menos para las autoridades turcas, fue la sostenida por el ministerio del Tesoro: apropiación indebida de terrenos. Tampoco es esta una acusación comprensible, ya que la comunidad de Mor Gabriel paga regularmente los impuestos de las tierras en cuestión.

El asunto ha conocido recientemente su conclusión quizás definitiva. Con una sentencia publicada el 27 de enero (pero tomada el 7 de diciembre de 2010), la “Yargitay” o Tribunal de Casación de Ankara, el Tribunal Supremo de Turquía, le ha dado la vuelta a un veredicto emitido el 24 de junio de 2009 por el tribunal de Midyat y le ha dado la razón al ministerio en cuestión. Según la sentencia de la Yargitay, 12 parcelas de tierra con una superficie que comprende 99 hectáreas, son consideradas “bosques&” ; y pertenecen “ipso facto” por ley al Estado turco (Forum 18 News Agency, 7 de febrero).

Para Mor Gabriel, la sentencia es un duro golpe. Perder los terrenos significa perder los medios de sostenimiento necesario para la propia supervivencia. Mientras fuentes cercanas a la agencia Forum 18 han definido la sentencia “altamente política e ideológica”, el asunto entero ha sido calificado desde el inicio como un “proceso espectáculo” o “farsa”. “El objetivo de las amenazas y del proceso parecen ser un modo de reprimir y expulsar a esta minoría de Turquía, como cuerpo extraño”, así dijo en 2009 a AsiaNews el jefe de la Federación Aramea, David Gelen. “Turquía debe decidir – continuó de esta manera- si quiere conservar una cultura antigua de 1600 años, o si quiere eliminar también los últimos restos de una tradición no musulmana. Está en juego la multiculturalidad que siempre ha caracterizado a esta nación desde los tiempos del Imperio Otomano” (26 de enero de 2009).

La sentencia ha provocado poco clamor en ambientes europeos excepto en Alemania, donde varios partidos, entre los cuales destacar la fracción socialdemocrática del Bundestag (Cámara Baja) y también Die Linke (La Izquierda) la han rechazado. “La fracción de la SPD condena expresamente la expropiación, porque los terrenos circundantes son fundamentales para la vida del monasterio. El monasterio Mor Gabriel merece nuestra protección”, se lee en un comunicado firmado por Cristoph Strässer y Angelika Graf (1 de febrero). También Erika Steinbach (CDU), portavoz del grupo parlamentario alemán para los Derechos Humanos y Ayuda Humanitaria, usó palabras fuertes hablando de una sentencia que simboliza &ld quo;la represión de la cristiandad en Turquía”. “La tendencia negativa en la libertad religiosa en Turquía es incompatible con los derechos humanos”, dijo Steinbach (Assyrian International News Agency, 30 de enero).

En un largo artículo publicado el 7 de febrero en la web de la agencia noruega Forum 18 [2], Otmar Oehring, directo de la Oficina para los Derechos Humanos de la organización católica alemana Missio, ha analizado la situación de las distintas comunidades religiosas en Turquía, entre las cuales esta la cuestión de Mor Gabriel. Según Oehring, el problema de fondo es simple: no existe ninguna comunidad religiosa para la ley turca. “No tienen personalidad jurídica, pero existen”, así admitió el pasado 17 de enero el viceprimer ministro turco Bülent Arinc, comentando la batalla legal creada en torno al orfanato de Büyükada, sit uado en la isla con el mismo nombre, frente a la costa de Estambul, en el mar de Mármara, y que ganó el patriarcado ecuménico de Estambul ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

Por ahora los representantes de muchas religiones prefieren permanecer en silencio. Temen, como demuestra el caso de MorGabriel, provocar la hostilidad de las autoridades y afrontar largas y costosas batallas legales, para luego perder su libertad “de facto”, así afirma Oehring.

Para el autor la única solución para deshacer el nudo, que es “completamente incompatible con la Convención Europea de los Derechos del hombre y las Libertades fundamentales”, es un cambio de la Constitución y del Código Penal de Turquía. Lo admitió el pasado octubre el entonces jefe del “Diyanet” (Directorio para Asuntos Religiosos), el profesor Ali Bardakoğlu. “La soluci&oac ute;n es permitir a las instituciones religiosas ser autónomas. Turquía está preparada para esto”, dijo al periódico Radikal. Al mes siguiente, Bardakoğlu ha tenido que dejar su cargo. El llamado “estado profundo”, que defiende la herencia laica de Mustafa Kemal Atatürk (18811938), todavía existe en Turquía.

Para los monjes de Mor Gabriel, el único camino para no perder sus tierras para siempre es seguir el ejemplo del patriarcado ecuménico de Constantinopla y dirigirse a su vez al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. “están callados frente a estas injusticias, pero no lo harán más”, prometió el metropolita Aktas (Economist, 2 de diciembre de 2010).