Azaña y Negrín en Alcalá de Henares (noviembre1937)

Según la definición oficial de la palabra premio, es cosa que se da a una persona como reconocimiento por una obra, una actividad o una cualidad y también cualquier artículo o compensación de otro tipo, como regalos o dinero, que se recibe por agradecimiento o reconocimiento al esfuerzo realizado.
 
Teniendo esto en cuenta, todavía se entiende menos la concesión de ciertos premios. Los hay que dejan perplejo a cualquiera por la falta de capacidad del premiado, por su manifiesta inanidad, pero premiar la maldad y el asesinato es excesivo. Lo saben y por ello tratan de convencernos dando la vuelta a la historia como si fuera un calcetín.
 
Analicemos. Se trata de la Medalla de Oro de Bellas Artes concedida al autor de tres asesinatos: Sebastián Fernando Macarro Castillo. ¿Fueron una obra de arte las ejecuciones? No, se la han dado por un libro de versos de trinchera escrito en la cárcel. ¿Qué pensarían nuestros magníficos autores del Siglo de Oro ante tal facilidad para obtener prebendas? Se supone que representando a todos los españoles, con la presencia de la ministra de Cultura y la presidenta de la Comunidad de Madrid, ambas del Partido Popular, sus Majestades los Reyes de España hicieron entrega de la medalla. A todos ellos y con todo respeto, les digo: ¡EN MI NOMBRE NO!
 
El honor prohíbe acciones que la ley tolera”, decía Séneca. No se puede premiar a los asesinos; ni siquiera en esta época en que la pérdida de valores y el relativismo moral imperan por doquier. El bien, lo bueno, debe ser premiado y lo malo castigado y nunca al revés. Esto no produce más que caos, especialmente en mentes jóvenes en proceso de formación. Esta persona fue juzgada por sus crímenes probados y bien está que Franco, en virtud de que el personaje era menor en la época de autos, las dos penas de muerte a que fue condenado se las conmutara por cadena perpetua; vale que en 1961 Franco, atendiendo los requerimientos de la recién fundada Amnistía Internacional, promulgara un decreto por el que le concedió la libertad, pero es significativo que ni entonces ni ahora, nunca, se arrepintió de ninguno de sus crímenes. De acuerdo, aceptemos la concesión de esos beneficios, pero que encima se le premie me parece excesivo.
 
Considérenlo ustedes mismos. Este es el curriculum vitae de nuestro protagonista.
 
Nacido en la pedanía de San Vicente, perteneciente al municipio salmantino de Alconada, el 20 de enero de 1920, vivió su infancia en Ventosa del Río Almar, también en Salamanca. Cuando era un niño sus hermanos mayores emigraron a Alcalá de Henares y a finales de la década de 1930, Margarita, su hermana mayor, le consiguió un trabajo a su padre en la localidad alcalaína, por lo que Fernando y sus padres se trasladaron a dicha ciudad. Con apenas dieciséis años se afilió a las Juventudes Socialistas, que poco antes de la Guerra Civil se convertirían en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) bajo la órbita comunista. Trabajó como comisario político en la 44 Brigada Mixta estacionada en El Pardo y más tarde, como instructor político de la juventud en la 8ª División del Ejército del Centro, también en El Pardo, responsabilidad que ocupó hasta el fin de la guerra.


Marchó al frente al estallar la Guerra Civil española, en 1936, dentro del batallón de milicias «Libertad», grupo paramilitar de las JSU, combatiendo en la zona de Peguerinos, en la sierra de Madrid, durante los primeros días de la contienda. En general, el sur y sudoeste de la provincia, el valle del Tiétar, las sierras de Gredos y de San Vicente, y el nordeste, por el macizo de Peguerinos hasta cerca de San Rafael y el Alto del León, permanecieron leales al gobierno o en situación ambigua. También entró en el territorio abulense una columna gubernamental dirigida por el teniente coronel Mangada, cuyo avance hacia la capital parecía imparable pero fue frenado el 23 de julio al llegar a Ávila una centuria de Falange de Valladolid y una sección del regimiento de artillería pesada de Medina del Campo. La columna Mangada no siguió hacia la capital abulense, sino que prefirió tomar el importante nudo de carreteras de Villacastín. Envía entonces exploradores por los alrededores para localizar al enemigo. Uno de estos grupos se encuentra en Labajos con voluntarios falangistas dirigidos por Onésimo Redondo, produciéndose una escaramuza y muriendo el líder falangista. En estos momentos Macarro fue obligado a abandonar el campo de batalla por ser menor de edad, por lo que volvió a Alcalá de Henares donde fue secretario general de las JSU de toda la comarca y alcanzó su nombradía.

Tras su ingreso en la masonería, el coronel Puigdengolas se afilia a la UMRA (Unión Militar Republicana Antifascista) fundada en Melilla en 1934 por el capitán Eleuterio Díaz Tendero, que tuvo gran acogida en los medios masónicos militares. En julio de 1936 se encontraba en Madrid, sin destino, y al producirse el alzamiento militar inmediatamente se puso al servicio del Gobierno de la República, que le confirió el mando de una columna, compuesta mayoritariamente por milicianos anarquistas al mando de Cipriano Mera recién salido de la cárcel, donde penaba por su participación en la salvaje huelga de la construcción por la que los anarquistas habían desafiado tanto al gobierno republicano como a la UGT. Puigdengolas sofocó el alzamiento en Alcalá de Henares y derrotó a los italianos en Guadalajara, si bien hay que señalar que en Alcalá los sublevados, al quedar aislados, fracasaron sin apenas combates y el día 21 de julio los militares nacionales se rindieron a sus homólogos republicanos.

En estas circunstancias sucedieron los hechos que quedaron reflejados en el expediente número 120.976 guardado en el Archivo Histórico de Defensa. El Gobierno ha centralizado en este registro gran parte de los expedientes judiciales instruidos desde finales de la Guerra Civil por los distintos juzgados militares territoriales y en él se pueden leer los motivos de su condena: como secretario de las Juventudes Socialistas Unificadas en Alcalá de Henares y jefe de un grupo de milicianos dentro del Batallón Libertad, un grupo paramilitar, tomó parte directa en el asesinato de Marcial Plaza Delgado y su padre D. José, el 23 de julio de 1936 y en el asesinato, el 3 de septiembre de ese año, de Amadeo Martín Acuña y de Agustín Rosado. Los tres en fechas diferentes y a sangre fría.

El día 21 de julio de 1936, apenas tres días después del levantamiento militar, los escuadrones de la muerte soviéticos tuvieron campo libre en Alcalá de Henares. Pusieron en marcha un plan de exigencias de represalias sobre la población civil indefensa: saqueo, profanación y quema de iglesias y asesinato de curas, laicos y gentes de derecha. Fernando Macarro del Castillo, fue un destacado miembro de la checa “Basilio Yebra”, en la calle de las Ánimas de Alcalá y como tal se apresuró a llevar a cabo las órdenes recibidas del comunismo. Ese mismo día 21, Macarro asesinó a Don Agustín Rosado Fernández, por ir a misa, un campesino con nulo interés en la política a quien sacó de su domicilio con la excusa de que debía prestar una declaración sin importancia. Le pegó un tiro en la nuca en el lugar conocido como “la tierra de los ahorcados”.

El crimen de D. Marcial Plaza era ser sacerdote. Natural de Cogolludo, provincia de Guadalajara, llegó procedente del Seminario Conciliar de San Dámaso de Madrid, a ser por oposición Maestro de Ceremonias de la Catedral Magistral de los Santos Justo y Pastor de Alcalá de Henares. Era además Capellán de las Adoratrices. Y en el Seminario Menor daba clases de Religión y Lengua Castellana. Dos días después del asesinato del señor Rosado, el 23 de julio de 1936, fue asesinado en presencia de varios familiares, entre ellos su madre y su propio padre, Don José Plaza Torres, al que mató después de que viera morir a su hijo. Una sobrina de D. Marcial, Victoria Fraguas Salgado, señaló, 26 años después, el lugar exacto donde este individuo ejecutó fríamente a su tío, José Plaza[1].

Amadeo Martín Acuña, un cartero de sólo 24 años, cometió el revolucionario error de militar en Acción Popular. Mercedes Cabezudo, madre de Amadeo Martín, narró para Noticias Gráficas, el 23 de octubre de 1963, sus recuerdos: “Macarro y otros milicianos practicaron en mi casa un registro de dos horas, llevándose detenido a mi hijo, que fue asesinado a las siete de la tarde. (…) Amadeo Martín se puso de rodillas al morir y perdonaba a todos y pedía perdón por nosotros. Al contar esto, Macarro se reía y hacía gestos de burla[2].

También se ha probado su autoría en las muertes de Braulio Gallo, a consecuencia de las torturas infligidas por Macarro y otros esbirros del Soviet. A ellos se suman los asesinatos de don Francisco Mirón y don Faustino Plaza[3], dando un total de 7 víctimas mortales, y dejando por aclarar su participación en decenas de asesinatos de civiles cometidos en Alcalá aquellos días porque según testigos presenciales de la época, asesinó con el mismo método a más personas, aunque por no conocerse la identidad de las mismas, no se pueden hacer constar fehacientemente. Estos mismos testigos declararon que “persona que detenía Macarro era asesinada en el acto, o poco después aparecía su cadáver ensangrentado en el cementerio de la localidad o en sus inmediaciones. También era muy frecuente verlo pavonearse en retaguardia, como un Alberti cualquiera, luciendo “valerosamente” su pistola ante sus desarmadas víctimas, a las que insultaba, escupía, agredía y amenazaba de muerte constantemente[4].


Encarcelado en Porlier, participó en la creación de un periódico clandestino, Juventud, en 1943, hecho por el que fue trasladado a la Dirección General de Seguridad. Fue condenado de nuevo a 30 años de reclusión por un delito contra la Seguridad del Estado y trasladado al penal de Ocaña en 1944. Tras pasar por la cárcel de Alcalá de Henares, terminó su trayectoria carcelaria en el penal de Burgos, donde permaneció desde 1946 hasta 1961. En 1944 su pena de muerte fue conmutada por treinta años de cárcel.

En la cárcel conoció a periodistas como Eduardo Guzmán, director del periódico anarquista Castilla Libre, Manuel Navarro Ballesteros, director de Mundo Obrero o Javier Bueno, director de la Asociación de la Prensa de Madrid, o escritores como Antonio Buero Vallejo. Su afición a la lectura se inició con antiguos libros que circulaban por el penal de obras autorizadas de clásicos españoles: Quevedo, Lope de Vega, Calderón. Pudo tener acceso a El Quijote a pesar de no estar permitida su lectura y, más tarde, a las obras prohibidas de Rafael Alberti, Miguel Hernández o Federico García Lorca gracias a la introducción clandestina de libros cuando se relajaron las medidas contra los presos políticos a partir de 1950.

A mediados de esa década fue cuando comenzó a escribir sus primeros poemas bajo el seudónimo de Marcos Ana[5]que, escondidos, consiguieron salir al exterior y ser conocidos por muchos opositores a la dictadura. Su poesía animaba a combatirla con la palabra y hacía un llamamiento a la liberación de los presos políticos. Sus poemas contribuyeron a hacerle conocido fuera de España y a desencadenar una campaña internacional por su liberación, en la que destacaron Rafael Alberti y Pablo Neruda.

Al tiempo, el PCE había hecho gestiones a principios de1960, con Fidel Castro para que este tratase de conseguir de Franco la libertad del dirigente comunista Simón Sánchez Montero, del socialista Antonio Amat, del dirigente del Frente de Liberación Popular Julio Cerón Ayuso y del propio Marcos Ana a cambio de la de cuatro sacerdotes españoles que habían sido detenidos por el nuevo régimen castrista. Las gestiones no fructificaron, pero Marcos Ana fue el único preso liberado el 17 de noviembre de 1961, afectado por la medida de gracia del Gobierno de Franco al promulgar un decreto según el cual las personas que llevaran más de veinte años ininterrumpidos en prisión serían excarceladas.

Al producirse su liberación, sin embargo, y ante la repercusión internacional que había tenido la salida de Marcos Ana de la cárcel, el Ministerio de Información y Turismo, dirigido por Manuel Fraga, publicó un folleto titulado Marcos Ana, asesino, en el que reiteraban las acusaciones contra Ana que le habían supuesto su condena a muerte. Según Marcos Ana, [s]i eso hubiera sido cierto, me hubieran fusilado muchos años atrás[6]. Refiriéndose a otro folleto editado en la época por el mismo ministerio, al que tacha de libelo, señala que [e]sa política de descrédito era la respuesta franquista al daño que les hacía mi testimonio sobre las cárceles y los derechos humanos en España[7]. El folleto era distribuido por las embajadas españolas en los países que visitaba Marcos Ana, a pesar de ello, el temible poder de propaganda comunista y quizás de alguna otra fuerza más, consiguieron que, presentado como poeta español, fuera recibido por la, ya anciana, reina Elizabeth de Bélgica[8] o que en Montevideo por decisión de la junta gubernamental se le rindieran honores y fuera grandemente agasajado[9]. No obstante, según La Vanguardia[10] Bélgica negó el estatuto de refugiado a Marcos Ana a causa de los documentos que prueban sus crímenes en España. La Gazette de Lièje, en 1963, lo catalogó como “el poeta asesino”, y La Vanguardia publicó su primera pequeña biografía titulada “Un pasado siniestro”.



Marchó al exilio en Francia, donde el Partido Comunista le invitó a establecer un servicio en París destinado a la propaganda antifranquista y al apoyo de los presos políticos españoles con la ayuda de personalidades del mundo de la cultura francesa y españoles exiliados: el Centro de Información y Solidaridad con España (CISE) con Pablo Picasso de presidente de honor, dirigido por Marcos Ana. En él participaban también Yves Montand, Michel Piccoli, Jean Paul Sartre o Jean Cassou. Desde ese puesto recorrió Europa y Sudamérica, pronunciando conferencias y organizando campañas de apoyo a los exiliados y opositores al franquismo. También fue miembro del comité central del PCE. En Chile conoció a Pablo Neruda, al que le uniría una gran amistad. En este puesto fue uno de los organizadores de las movilizaciones internacionales en contra del gobierno español a cuenta del fusilamiento de Julián Grimau el 20 de abril de 1963.

En París conoció a Vida Sender, hija de exiliados anarquistas españoles, con quien tuvo un hijo, Marcos, en 1963. Vida aportaba a la relación dos hijos de un matrimonio anterior. Posteriormente se separaron.

A principio de la década de los setenta, Ana se alineó con el secretario general del PCE, Santiago Carrillo, en contra de la facción más próxima a la Unión Soviética, encabezada por Enrique Líster. Carrillo le propuso en enero de 1971 como delegado permanente del PCE en el Congreso Mundial de la Paz, en sustitución de Líster, si bien fue finalmente Juan Antonio Bardem el propuesto por el PCE como miembro de la presidencia del Congreso. Líster fue expulsado, pero siguió contando con el favor del PCUS. Por ello, en octubre de 1973, Manuel Azcárate y Marcos Ana negociaron con el PCUS la exclusión de los seguidores de Líster de la delegación española en la reunión del Congreso Mundial de la Paz en Moscú en octubre de 1973, consiguiendo que Líster fuese sólo un «invitado especial».

Tras una comprometida militancia comunista en el exilio mientras duró el régimen de Franco, regresó a España en 1976. Durante la Transición continuó sus actividades dentro del Partido Comunista del que fue candidato al Congreso de los Diputados en las elecciones de 1977, por la provincia de Burgos, sin obtener escaño, y en el que ocupó distintas responsabilidades, como la de solidaridad internacional.

Conferencias y viajes por Europa e Hispanoamérica, actos de protesta en Francia, campañas mediáticas contra la dictadura… Marcos Ana, desde 1961, se presenta como ex presidiario por motivos de conciencia. Arropado por la fabulosa capacidad publicitaria de la “progresía” internacional, el criminal de Alcalá de Henares pretende ahora presentarse ante la opinión pública como un manso poeta, que ha sufrido los injustos rigores de las cárceles franquistas. En sus memorias Decidme cómo es un árbol, Marcos Ana presenta una visión diferente del conflicto y sostiene su inocencia de joven inexperto en los lances de la guerra, a la que “más adelante me incorporé, casi como una mascota, al Batallón Libertad, y partimos hacia la sierra a detener a los fascistas” y explica al lector por qué, tras recuperar la libertad, decidió no regresar a la ciudad de su juventud: “En Alcalá de Henares había discurrido mi vida política durante la guerra y no era prudente quedarme allí recién salido de la cárcel y expuesto a posibles provocaciones”. ¿Por qué habrían de provocarle si había actuado como una inocente y dulce mascota? Lo curioso es que, después de tantos años, Marcos Ana aún no ha regresado a Alcalá de Henares para leer el pregón de las fiestas o impartir uno de sus recitales. Quizá sea porque todavía quedan alcalaínos que recuerdan algo más que sus poemas.

Hoy, con 92 años recién cumplidos, es el nuevo héroe de la memoria histórica que la izquierda ha encontrado para reabrir unas heridas que el tiempo había cerrado hace ya mucho tiempo. Recibe premios por doquier. En el año 2009 el entonces ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Condecoración, de carácter civil que se concede “en mérito a una conducta útil y ejemplar en el desempeño de cualquier trabajo o profesión, o en compensación de daños y sufrimientos padecidos en el cumplimiento de ese deber profesional”. ¿Una conducta útil y ejemplar? “¿A mí? ¡Pero si yo no he trabajado en la vida!”. Con estas sinceras palabras respondió Sebastián Fernando Macarro Castillo, alias ‘Marcos Ana’, a la noticia de la concesión del premio. El ministro, ante la modestia expresada por el premiado, reafirmó la decisión gubernamental: “Tú has trabajado mucho por los demás, y sigues trabajando por ellos”. Gracias a la medalla, Macarro pasará a gozar del tratamiento de “excelentísimo”, al igual que Santiago Carrillo, al que concedieron la misma distinción en 2008[11].


Y no ha sido el único reconocimiento. El 13 de enero de 2010, fue el primer galardonado con el Premio René Cassin de Derechos Humanos, otorgado por el Gobierno Vasco, por su actitud al salir de prisión, al defender «la paz y el diálogo» y rechazar «cualquier deseo de venganza». Consiste en una distinción honorífica, en un reconocimiento público y una dotación económica de 16.550 euros. Tres días más tarde, la Fundación Abogados de Atocha le condecoró con el premio que lleva su nombre.

Le falta el Príncipe de Asturias, que, con tan buenos padrinos, llegará más pronto que tarde. La Universidad de Granada considera de justicia que el premio recaiga sobre el poeta salmantino, al que considera “una de las mayores víctimas de la represión y la tortura durante la dictadura franquista[12]. Entre las personalidades que han avalado la propuesta figuran los premios Nobel José Saramago y Wole Soyinka, escritores como Gioconda Belli y Eduardo Galeano, el cantautor Silvio Rodríguez, el cineasta Pedro Almodóvar y el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, entre otros, Entre las instituciones que se han sumado se encuentran ayuntamientos, diputaciones y fundaciones como la de José Saramago y la de César Manrique, así como el Festival Internacional de Poesía Ciudad de Granada.

Luego, es de esperar que sus partidarios pidan el Nobel de la Paz, ¡qué menos!

En uno de los múltiples actos de homenaje que se le han dedicado, Andrés Sorel recordó su amistad con el poeta e insistió en la humanidad de Marcos Ana que “se desborda cuando habla de la falta de rencor a pesar de todas las calamidades sufridas”. “Va siendo hora de devolverle un poquito de lo mucho que él nos ha dado a todos. Con su misma generosidad. A mí me resulta fácil apoyar esta petición”.

Por el contrario, algunos opinan que: “El premio para el que se le quiere nominar no es en razón de sus virtudes literarias, sino su trayectoria republicana y como ex preso del franquismo; es decir, conceptos enraizados con hechos históricos de los que él es solo una pieza ínfima, por muy importante que sean sus propios valores. No es un premio "personal", si no que forma parte de una historia colectiva; en consecuencia, la interpretación que tanto los promotores de la nominación, como quiénes asistimos a esta nueva manipulación de la opinión pública, nos lleva a señalar que el premio tiene todo que ver con una causa y nada que lo relacione con sus virtudes literarias. No se pretende premiar al hombre, si no a la causa[13]. 13

Debo reconocer que estoy de acuerdo con esta opinión: se premia a la causa. Esta persona a la que han convertido en icono, es la disculpa para jalear la República y sus actuaciones; pero hay que decir la verdad y la verdad histórica dice que a este anciano no se le puede aplicar lo de “ex preso del franquismo” como si de un ex preso político se tratara, porque no fue condenado por defender sus ideas, sino por sus malas acciones, esto es, por quitar la vida a inocentes indefensos. Recordar también que sus dos condenas a muerte, que no fueron dictadas por tribunales populares, sino por tribunales formalmente constituidos, le fueron conmutadas, con gran magnanimidad, por aquel maligno que ellos condenan.

Termino, pues, como empecé: Reflexionemos primero sobre los actos que realizó, valorémoslos después y veamos si, objetivamente, ha lugar a tanto premio; que sepamos rechazar con argumentos serios, los esgrimidos, falazmente, por los agitadores profesionales en su utilización icónica y desearle que viva muchos años más en paz. Aunque nunca será la completa y total de quienes la disfrutan en el seno del Señor, como sus asesinados.



[1] La Vanguardia Española (Barcelona) (10 de noviembre de 1962), p. 7.
[2] La Vanguardia Española (Barcelona) (21 de agosto de 1963), p. 12.
[3] La Vanguardia Española (Barcelona) (10 de noviembre de 1962), p. 12.
[4] La Vanguardia Española (Barcelona) (21 de agosto de 1963), p. 12.
[5] Marcos era el nombre de su padre y Ana el de su madre.
[6] En el expediente hay registradas varias peticiones de indulto que el poeta envió a las autoridades. En una de 1952, Marcos Ana afirma que “dada la naturaleza de los hechos que se le atribuyen”, no le afecta “ninguna de las excepciones” del decreto del 12 de octubre de 1945.
[7] Contesta a lo que él denomina libelo, que son hechos ciertos y comprobados, con otro libelo.
[8] «http://hemeroteca.abcdesevilla.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/sevilla/abc.sevilla/1962/11/07/032.html»
[9] «http://hemeroteca-paginas.lavanguardia.com/LVE07/HEM/1963/08/21/LVG19630821-012.pdf»
[10] La Vanguardia (Barcelona) (8 de noviembre de 1962), p. 5.
[11] Conviene recordar que la condecoración fue creada por Fernando Borja en 1926 por orden del gobierno presidido por el denostado General Primo de Rivera; fue suprimida durante su reivindicada República y restaurada y modificada en 1942, al principio del gobierno del combatido y vilipendiado general Francisco Franco. Sólo por esta razón deberían devolver las medallas tan incomprensiblemente otorgadas.
[12] ¿Se estudiará Historia en la Universidad de Granada?
[13] «http://old. kaosenl ared. net/noti cia/mani fiesto-contra-candidatura-marcos-ana», firmado por Víctor.