Uno de los equívocos más graves que se dan en materia de simbología cristiana es la problemática aneja a la Cruz de San Pedro.
 
¿Qué es la Cruz de San Pedro? La Cruz de San Pedro es una cruz de planta latina, pero boca abajo. Comúnmente los satanistas la han convertido en uno de sus símbolos identificativos. Pero la cruz boca abajo no es, en principio, la inversión satánica del símbolo cristiano por excelencia; sino que cuenta con una más que milenaria tradición iconográfica.

 
Juan Eslava Galán, en su libro "El enigma de la mesa de Salomón", interpreta falazmente el símbolo que puede apreciarse sobre las cuatro pilas de agua bendita de la S. I. Catedral de Jaén. En efecto, en mármol blanco, sobre cada una de las cuatro pilas benditeras, podemos ver lo que para cualquier profano puede ser un extraño símbolo: es una cruz normal pero que en el extremo inferior tiene otro brazo que forma una doble cruz. Eslava Galán se apresura a interpretar dicho símbolo como una clave iniciática que nos remitiría a un supuesto secreto esotérico que contendría la Catedral de Jaén. Pues con menos fantasía, también se puede vivir.
 
El símbolo que se encuentra inscrito en las placas de mármol es una doble cruz cristiana que nada tiene que ver con los enigmas ocultistas ni con la mesa de Salomón. En la cruz superior, esta cruz nos recuerda la Santa Cruz de Cristo; en la inferior, la de San Pedro.


Zurbarán: Aparición de San Pedro Apóstol crucificado a San Pedro Nolasco

La tradición recoge que San Pedro fue crucificado en el Monte Vaticano por orden del vesánico Nerón, pero a la hora de su martirio, el Príncipe de los Apóstoles pidió a sus verdugos que lo crucificaran fijando la cruz cabeza abajo. Fue un gesto de humildad, pues San Pedro dijo no merecer morir como Jesucristo Nuestro Señor.
 
Pero, hay más. Las investigaciones históricas de D. Juan Montijano Chica, canónigo de la S. I. Catedral de Jaén, llegaron a establecer el momento histórico y la razón por la cual se pusieron en la Catedral jaenera estas cruces dobles en aquellas lápidas sobre las pilas de agua bendita. Según D. Juan Montijano Chica, en la primavera de 1780 el capuchino Beato Diego José de Cádiz llegó a la capital del Santo Reino, para misionar.



Y suya fue la idea; inspirado por Dios, Beato Diego José de Cádiz fue quien aconsejó al Cabildo Catedralicio que pusieran cuatro lápidas de mármol blanco en las que estuviera grabada, en una misma cruz, la Santísima Cruz de Cristo Jesús y la Cruz de San Pedro Apóstol. Y el Vicario capitular que ejerció la administración apostólica en el interregno de D. Antonio Gómez de la Torre y Jaraveitia y de D. Agustín Rubín de Ceballos, accedió a la petición del santo misionero. Y desde aquel entonces están esas cruces ahí.
 
Además de meter las cosas en razón, es nuestra intención que con este artículo muchos lectores piensen lo muy propensos que son los que se dedican a la infraliteratura esoterista y disparatada a falsificar los datos o, sencillamente, a ignorar la Historia revistiendo sus patrañas con grandes tramoyas para suscitar la sospecha sobre la Iglesia Católica, Apostólica y Romana que, a diferencia de las sectas, no tiene ningún secreto que ocultar.