"Espero de corazón que se haga todo lo necesario para poder seguir acompañando compasivamente al pequeño Alfie Evans, y que el profundo sufrimiento de sus padres sea escuchado. Estoy rezando por Alfie, por su familia y por todos los que están involucrados".

Así dijo el Papa en Twitter este miércoles poco después de las diez de la noche, a pocas horas de que el niño inglés, a punto de cumplir los dos años de edad, sea desconectado de la ventilación que le mantiene con vida.



Tras perder su último recurso judicial británico y ser rechazado su caso por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, la muerte del pequeño está programada para este viernes en el hospital Alder Hay de Liverpool. Allí ingresó hace quince meses con una enfermedad neurológica que no se ha podido diagnosticar con precisión, pero que según los médicos le ha dejado en un estado comatoso irreversible.

Los padres de Alfie, Thomas Evans y Kate James, hicieron un último intento a la desesperada solicitando asilo en el Vaticano, como forma de sustraer a su hijo a las decisiones de la justicia inglesa: "Aquí no tiene escapatoria. No van a acompañarlo, van a asesinarlo", dijo Tom. Su esperanza era trasladarlo al hospital infantil Bambino Gesù de Roma, pero las instituciones europeas frustraron radicalmente esa posibilidad.