El Papa Francisco se ha referido en el ángelus de este domingo a la beatificación en Milán del sacerdote capuchino italiano Arsenio de Trigolo (Trigolo, 13 de junio de 1849 – Bérgamo, 10 de diciembre de 1909), que fundó una orden femenina que hoy sirve a los pobres en varios países y que fue jesuita antes de hacerse franciscano capuchino. 

“El bienaventurado padre Arsenio de Trigolo (en el siglo Giuseppe Migliavacca), sacerdote de los hermanos menores capuchinos y fundador de las hermanas de María consoladora, fue proclamado bienaventurado ayer en Milán” recordó el Papa. “Alabemos al Señor por su humilde discípulo que, incluso en las adversidades y en las pruebas – que ha tenido muchas! – jamás perdió nunca la esperanza”.

Giuseppe Migliavacca fue ordenado sacerdote en 1874 y entró en la Compañía de Jesús en 1888. Fue confesor, predicador de retiros, animador espiritual en los colegios jesuitas e incluso director espiritual de comunidades religiosas.

Un grupo de chicas jóvenes se reunieron entorno a él, especialmente por sus obras a los más necesitados, y se organizaron en “asociación piadosa” y luego, en 1893, como Instituto de las Hermanas de María Consoladora, teniendo como misión la enseñanza y la formación de las jóvenes de los medios desfavorecidos, el cuidado de los huérfanos y el catecismo.




El padre Migliavacca las acompañó como director durante diez años y fundó casas de las Hermanas en Turín, Milán y Bérgamo. Hoy tienen presencia en Italia, en China, en Costa de Marfil, Burkina Faso y Angola, Brasil y Ecuador. 

En 1903, con 54 años y después de 29 años como jesuita, dejó la dirección de las Hermanas y abandonó la Compañía de Jesús para retirarse con los franciscanos capuchinos, tomando el nombre de Arsenio de Trigolo.

Se dedicó a la predicación, la confesión y la dirección espiritual de sacerdotes y seminaristas. Murió 6 años después, en Bérgamo, el 10 de diciembre de 1909.

La misa de beatificación fue presidida, el 7 de octubre de 2017, en Milán, por el Cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos.


El milagro que ha permitido la beatificación lo vivió en 1947 la hermana Ausilia Ferrario, de la congregación fundada por el beato. Enferma en la casa de las religiosas en Verghera (provincia de Varese), con tuberculosis pulmonar e intestinal, la llevaron a la capilla de la casa, donde estaba expuesto el Santísimo Sacramento para la elección de la Madre general. 

En el último cuarto de hora de adoración, una hermana invitó a los presentes a pedir la intercesión de su fundador por la curación de la enferma. Cuando el sacerdote se levantó para la bendición eucarística, la enferma se puso de pie, sintiéndose sana. Murió muchos años después, de vejez. 

Los médicos de la Congregación de la Causa de los Santos declararon médicamente inexplicable el hecho el 25 de febrero de 2016.