Del 22 al 25 de septiembre el Papa Francisco visitará Lituania (católica al 80%), Letonia (luterana al 35 %, católica al 25%, ortodoxa al 20%) y la muy descristianizada Estonia (apenas 10% de luteranos y 15% de ortodoxos, prácticamente sin católicos).

En Lituania, la más católica de las tres naciones, rezará ante un lugar emblemático: el cuartel general de la KGB, el centro de espionaje soviético. Allí sufrieron muchos lituanos bajo la persecución comunista, entre ellos líderes de la Iglesia como el obispo mártir Teofilius Matulionis, beatificado hace un año. 

El arzobispo de la capital, Vilnius, Gintaras Grusas, afirmó que la beatificación celebrada el 25 de junio de 2017 “representa el reconocimiento internacional no solo de él, sino también, con su persona, de la historia dolorosa de Lituania”.

Trescientos mil lituanos fueron deportados al gulag bajo el régimen de Stalin: muchos murieron en los campos de trabajo.

Esta fue la sede de la KGB (y antes de la Gestapo) en Vilna;
hoy hay un Museo de la KGB en sus sótanos con celdas (fotos aquí)

16 años de prisión y campos de trabajo

El beato, desde la cárcel, escribió con cierto humor que era bueno que Dios permitiera que "que los obispos y sacerdotes fuesen enviados a prisión, trabajos forzados, campos de concentración y al exilio: así, ‘donde están las ovejas, están también los pastores’”.

El beato Matulionis pasó 16 años en prisión. Perdonaba a sus opresores y animaba a todos a no responder con el odio. Allí donde estaba deportado, él seguía evangelizando y fortaleciendo la fe. "Nada lo podía detener en su trabajo misionero en Rusia, ni las amenazas o el trata brutal de los bolcheviques, ni el ofrecimiento de una vida en América más pacífica y segura”, señaló Grusas.

Obispos que protestaban y eran represaliados

ACI Stampa señala que durante el periodo soviético, todos los obispos lituanos actuaron deliberadamente para evitar ser instrumentos en las manos de las autoridades, y por eso sufrieron opresión. No solo rechazaron colaborar, sino que protestaron activamente para defender los derechos de los creyentes, escribiendo cartas de protesta y exhortando a los sacerdotes a no dejar de enseñar el catecismo a los niños, a no escapar ni esconderse, para estar con los fieles y servirles siempre.

Fueron muchas las notas de disenso que el beato dirigió a las autoridades soviéticas entre 1944 y 1946, para protestar contra el cierre de iglesias, el arresto de sacerdotes y las persecuciones de fieles, hasta que fue encarcelado en 1946.

En 1962 San Juan XXIII le dio el título de arzobispo por su especial lealtad a la Iglesia y lo invitó a tomar parte del Concilio Vaticano II. Pero ese año fue envenenado con una sustancia no definida y murió pocos días después.

Noticia en español sobre la beatificación y el perfil del obispo mártir

Breve noticia con imágenes del mártir y su época