Desde el pasado 26 de agosto, cuando el ministro de Educación francés anunció la Carta de Laicidad, su ministerio no ha dejado de hacer propaganda del proyecto estrella de Vincent Peillon para asegurar la militancia laicista de la escuela pública gala.

No es ninguna sorpresa. Como informó ReL en su día, Peillon es el principal ariete del Gran Oriente de Francia en el gobierno del país vecino, y el 16 de noviembre pasado, desde el estrado de la logia masónica, proclamó: "¡Queremos refundar la República! ¡Y queremos hacerlo desde la escuela!".

A partir de este curso, todos los colegios e institutos públicos de Francia tendrán que situar en lugar visible la Carta de Laicidad. "Quiero que la vuelta a clase de 2013 sea también la vuelta a la escuela de los valores de la República", declaró Peillon al presentar su iniciativa.

Y ¿qué establece la Carta de Laicidad? No sólo establece un modelo institucional más o menos discutible, sino que prefigura la conducta privada de profesores y alumnos en los centros de titularidad estatal. Así, impide "cualquier forma de proselitismo" (punto 7), de forma que el personal "no debe expresar las propias convicciones políticas o religiosas" (punto 13).

Los puntos 14 y 15 también son polémicos, porque al afirmar (respecto a los profesores) que "no se excluye a priori ninguna materia de la esfera científica o pedagógica" y (respecto a los alumnos) que "mingún estudiante puede apelar a una convicción política o religiosa para contestar a un profesor el derecho de tratar una parte del programa", abre la puerta a que doctrinas como la ideología de género sean impuestas sin posibilidad de contestación de unos u otros.

Además, "está prohibido apelar a la propia pertenencia religiosa para rechazar conformarse a las reglas aplicables en la escuela de la república", un punto que parece pensado para frenar el empuje del islamismo. Sin embargo, también crucifijos y medallas cristianos quedan proscritos, pues "en los institutos escolares públicos está prohibido exhibir símbolos o uniformes mediante los cuales los estudiantes ostenten de forma clara una pertenencia religiosa" (punto 16).

Es más (punto 17), "los estudiantes tienen la responsabilidad de difundir estos valores dentro del propio instituto con sus reflexiones y actividades". Es decir, de contribuir al lavado de cerebro laicista programado por Hollande y Peillon a instancias de la masonería.


1. La nación establece como misión fundamental de la escuela no sólo la transmisión de conocimientos, sino también el compartir con los alumnos los valores de la República.

La república es laica

2. Francia es una república indivisible, laica, democrática y social. Ella garantiza la igualdad de todos los ciudadanos delante de la ley en todo el territorio y respeta todas las religiones.

3. La república laica establece la separación entre las religiones y el estado, que es neutral en lo que respecta a las convicciones religiosas o espirituales. No existe una religión de estado.

4. La laicidad garantiza la libertad de conciencia de todos: cada uno es libre de creer o no creer. Ella permite la libre expresión de las propias convicciones, en el respeto de las convicciones de los otros y en los límites del orden público.

5. La laicidad permite el ejercicio de la ciudadanía, conciliando la libertad de cada uno con la igualdad y la fraternidad de todos, en el contexto del interés general.

6. La república garantiza el respeto de todos los propios principios en los institutos escolares.

La escuela es laica


7. La laicidad en la escuela ofrece a los estudiantes las condiciones adecuadas para forjar la propia personalidad, ejercitar el líbero arbitrio y formarse a la ciudadanía. Ella tutela de cualquier forma de proselitismo y de toda expresión plausible de prejuzgar sus libres elecciones.

8. Ella garantiza el acceso a una cultura común y compartida.

9. Permite a los estudiantes el ejercicio de la libertad de expresión en los límites del buen funcionamiento de la escuela y del pluralismo de las convicciones.

10. Establece el rechazo a toda violencia y discriminación, garantiza la igualdad entre hombres y mujeres y encuentra el propio fundamento en la cultura del respeto y de la comprensión del otro.

11. Todo el personal tiene que transmitir a los estudiantes el sentido y el valor de la laicidad, como también de los otros principios fundamentales de la república, y debe también vigilar para que estos se apliquen en el contexto escolar.

12. El personal tiene que dar a conocer la presente carta a los padres de los estudiantes.

13. El personal debe ser absolutamente neutral y en el ejercicio de las propias funciones no debe, por tanto, expresar las propias convicciones políticas o religiosas.

14. Los profesores son laicos. Con el fin de garantizar a los estudiantes una apertura lo más objetiva posible a las concepciones del mundo, como también a la amplitud y la corrección del saber, no se excluye a priori ninguna materia de la esfera científica o pedagógica.

15. Ningún estudiante puede apelar a una convicción política o religiosa para contestar a un profesor el derecho de tratar una parte del programa.

16. Las normas de comportamiento en relación a los diversos ambientes escolares, especificadas en el reglamento interno, son respetuosas de la laicidad. Está prohibido apelar a la propia pertenencia religiosa para rechazar conformarse a las reglas aplicables en la escuela de la república. En los institutos escolares públicos está prohibido exhibir símbolos o uniformes mediante los cuales los estudiantes ostenten de forma clara una pertenencia religiosa.

17. Los estudiantes tienen la responsabilidad de difundir estos valores dentro del propio instituto con sus reflexiones y actividades.