Escocia es una de las zonas más descristianizadas de Europa, pero la mayoría de los 20.000 habitantes de la fría y remota Isla de Lewis se mantienen firmes en el calvinismo más radical (divididos en 5 denominaciones presbiterianas distintas), una variante que paraliza la isla el domingo y no acepta ni instrumentos ni canciones en el culto.

Aquí, la única parroquia católica es la del Santo Redentor (Our Holy Redeemer, con cien fieles cada domingo en misa) y el único cura católico era el joven Roddy Johnston... hasta ayer, cuando el obispo de Argyll y las Islas, Joseph Toal, ordenó sacerdote a Stanley Bennie, de 69 años.

Con la dificultad propia de su edad, Bennie volvió a estirarse por el suelo. Y después, de rodillas, volvió a sentir las manos de un obispo sobre su cabeza. Ya lo había vivido antes, hace 43 años, pero entonces fue ordenado pastor anglicano (o, como dicen en Escocia, episcopaliano). Durante 7 años, de 1974 a 1981, el joven Bennie fue un clérigo itinerante episcopaliano y recorrió el extremo norte de Escocia fundando comunidades anglicanas. Se asentó en una parroquia en 1981 y en 1984 se le encomendaron las dos parroquias episcopalianas de la isla de Lewis. Fue el pastor de la minoría anglicana de Stornoway durante 26 años. Era muy conocido en la isla por una radio que puso en marcha, popular entre los isleños.

¿Quién le iba a decir al reverendo Bennie que con 69 años volvería a ser ordenado, católico, por un obispo escocés pero formado en Valladolid (en el Real Colegio Inglés, fundado en la época de Felipe II) y que a su edad volvería a la vida itinerante, a recorrer el norte de Escocia para crear y mantener pequeños grupos de anglocatólicos dentro del Ordinariato de Nuestra Señora de Walsingham?

La causa de su cambio es similar a la de los otros 80 ex-clérigos anglicanos de Gran Bretaña, que en 20 meses se han pasado al catolicismo y hoy sirven en el ordinariato: el caos doctrinal del protestantismo y la deriva liberal del anglicanismo, dos cosas que impiden la unión de los cristianos que Jesús pedía.

Bennie dejó la parroquia anglicana en 2010, se convirtió en un feligrés más de su joven vecino, el padre Roddy, y fue recibido plenamente como católico en marzo. Y, después, diácono. Y ahora ya sacerdote.

"El reverendo Bennie aporta sus propios talentos a la Iglesia Católica, pero por el momento es el único en Stornoway en unirse al Ordinariato", explica el padre Roddy a ReL, no como queja, sino con admiración hacia el anciano. "Es un fenómeno nuevo, nos movemos en territorio desconocido, pero es poco probable que llegue a haber un grupo propio", añade.

El ordinariato, ex-anglicanos que se hacen católicos manteniendo aspectos de su patrimonio cultural y litúrgico, es pequeño en Escocia, donde la población era de tradición presbiteriana, no anglicana. "Hay algunos grupos del Ordinariato, sobre todo, en Edimburgo e Inverness (ver en www.scotlandordinariate.com). Espero que los católicos les recibamos con brazos y corazones abiertos", explica el párroco.

Las Islas Hébridas son peculiares en el panorama escocés porque no son presbiterianas. Las del norte, Lewis and Harris, son calvinistas, incluso fundamentalistas. Las del sur, en cambio, pertenecían a clanes que mantuvieron el catolicismo, sin clero, durante más de 250 años de persecución.

Solo cada 15 o 20 años algún cura irlandés conseguía llegar a las islas de Barra o Uist a confesar y casar a toda una generación de católicos desatendidos. Luego, muchos fueron deportados por los ocupantes ingleses a Canadá, mano de obra semi-esclava... pero allí difundieron su fe.

Lewis es otro mundo, explica el padre Roddy. "Esta isla es muy protestante en su historia y cultura. La parroquia nació hace sólo 50 años, y el catolicismo era visto con odio y profunda desconfianza. Pero hoy hay una aceptación general de nuestra presencia entre los ministros protestantes. Hemos crecido hasta tener 100 personas en la misa del domingo, sobre todo gente que se ha mudado aquí, aunque también hay algunos conversos llegados de otras tradiciones".

El catolicismo estuvo prohibido en Escocia hasta 1793, y no se permitió ningún obispo católico hasta 1878. "Los católicos de aquí conocen bien la animosidad que existía y que, hasta cierto punto, aún existe, pero eso les hace más decididos a amar, entender y practicar su fe. Es una parte importante del Evangelio el resistir la tentación de olvidar, y también hemos de amar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo que adoran a Nuestro Señor, aunque de forma distinta. Tenemos mucho en común y hemos de permitir que el Espíritu Santo nos guíe para que se cumpla el deseo de unidad de Cristo", afirma el padre Roddy.

Mientras tanto, tras su ordenación en la catedral de San Columbano, en Oban, al anciano pero animoso padre Stanley Bennie le queda aún un tiempo antes de volver a las islas: tiene que acabar sus estudios académicos de adaptación al catolicismo en el Allen Hall de Londres. Después, desde Stornoway o desde Inverness, volverá a recorrer los caminos del norte de Escocia, algo de lo que dice disfrutar. Otra vez a fundar iglesias en la Europa más fría para la fe.