En el tradicional mensaje televisado de Nochebuena, el Rey Felipe VI ha prevenido contra "el rencor y el resentimiento", que amenazan a la convivencia entre españoles. Su mensaje no ha tenido alusiones religiosas, excepto por el uso de las palabras "Feliz Navidad" y la presencia de un pequeño belén en la imagen tras el monarca.

"En estos días tan especiales, en los que siempre nos deben unir los mejores sentimientos, os deseo, junto a la Reina y nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, una Feliz Navidad y que en el año 2019 podáis ver cumplidos vuestros anhelos y aspiraciones", ha declarado al inicio de su mensaje.

Después, ha explicado el tema principal de su intervención esta Nochebuena: "Quiero hablaros de nuestra convivencia, de los principios en los que se inspira, pensando en el presente y también en el futuro, en nuestras generaciones más jóvenes".

Insistió en remarcar el tema al final del discurso: "Esta es la reflexión que quería haceros llegar esta noche: que la convivencia -que siempre es frágil, no lo olvidemos- es el mayor patrimonio que tenemos los españoles. La obra más valiosa de nuestra democracia y el mejor legado que podemos confiar a las generaciones más jóvenes; y, por ello, debemos evitar que se deteriore o se erosione; debemos defenderla, cuidarla, protegerla".

Usó la palabra "convivencia" 7 veces en su discurso.

Describió así la convivencia que los españoles han logrado en los últimos 40 años, gracias a la Constitución y al proceso de transición política de 1978.

"Una convivencia que se basa en la consideración y en el respeto a las personas, a las ideas y a los derechos de los demás; que requiere que cuidemos y reforcemos los profundos vínculos que nos unen y que siempre nos deben unir a todos los españoles; que es incompatible con el rencor y el resentimiento, porque estas actitudes forman parte de nuestra peor historia y no debemos permitir que renazcan; una convivencia en la que la superación de los grandes problemas y de las injusticias nunca puede nacer de la división, ni mucho menos del enfrentamiento, sino del acuerdo y de la unión ante los desafíos y las dificultades. Una convivencia, en fin, que exige el respeto a nuestra Constitución; que no es una realidad inerte, sino una realidad viva que ampara, protege y tutela nuestros derechos y libertades. Todos los proyectos necesitan unos cimientos sólidos, y la España de hoy los tiene, porque están hechos de una voluntad decidida de concordia, de paz y de entendimiento".

También se dirigió especialmente a los jóvenes, que precisamente han vivido siempre arropados por la Constitución y no vivieron la transición. 

"Como sociedad tenemos una deuda pendiente con nuestros jóvenes", afirmó el monarca.

"Os tenemos que ayudar: a que podáis construir un proyecto de vida personal y profesional, con un trabajo y un salario dignos, a tener un lugar adecuado donde vivir y, si así lo queréis, a formar una familia y poder conciliar con la vida laboral", añadió, en lo que quizá era la única alusión a los graves problemas de natalidad de España.

El discurso terminó pidiendo colaborar en el "bien común" y deseando de nuevo "una muy feliz Navidad". 

"Todos podemos hacer mucho por el bien común, y superarnos cada día; haciendo cada uno lo que nos corresponde y apoyando a quien cumple con su obligación; animando a quien lo precisa -sin que nadie quede atrás-, y sumando todas nuestras fuerzas en el deseo de una España siempre mejor, porque los españoles lo merecemos. A todo esto os animo. Gracias por escucharme y os deseo nuevamente a cada uno de vosotros y a vuestras familias, una muy feliz Navidad. Eguberri on. Bon Nadal. Boas festas. Buenas noches. Y feliz y próspero 2019”.