Abrió la puerta pensando que era alguna persona con alguna necesidad y que venía a pedirle dinero, pero le tiraron al suelo y le robaron lo que tenía de valor. Así ha contado al diario ABC Arturo López, el cura asaltado esta semana en Coslada (Madrid), aquellos quince minutos que no olvidará nunca.
 
Tiene siete grapas en la cabeza, una brecha en la frente y medio cuerpo dolorido, pero mantiene el ánimo y el humor intacto. Se trata del párroco de la iglesia de San Pedro y San Pablo de Coslada, Arturo López Nuche, de 77 años. Como adelantó ABC, la noche del miércoles sufrió un violento atraco en su casa, situada junto al templo, cuando se acababa de marchar uno de los dos vicarios. Y todo ello, por un botín de 800 euros, el móvil y su cartera con toda la documentación.


El sacerdote, ayer, un día después de haber salido del Hospital del Henares, donde estuvo ingresado en observación, relata a ABC cómo vivió los quince minutos más inesperados de su vida. «Tocaron la puerta poco después de que se fuera mi compañero y fui a ver. Siempre hay alguien que viene y me dice que no ha comido; que necesita dinero para comprar algún producto de primera necesidad; un billete...», indica el religioso. Nada más lejos de la realidad. «Abrí y, sin mediar palabra, un hombre fornido y con pasamontañas me tiró de un empujón al suelo. Caí y me golpeé en la cabeza contra la silla del pasillo», agrega.
 
«Boca abajo, ponte boca abajo», fue lo único que le dijo el asaltante. Instantes después, irrumpieron otros dos sujetos a los que no pudo ver. El delincuente, español por su acento, le ató las manos hacia adelante y le inmovilizó, colocando las rodillas sobre sus glúteos. En esa postura permaneció el párroco durante los 15 minutos que duró el asalto. «Me tapaba la boca para que no gritara, y yo le decía: "¡Déjame respirar"; "¡Cállate!"», me replicaba.
 
El encapuchado llamó a los otros dos por sus motes. «Pusieron toda la casa patas arriba, pero a mí no me preguntaron nada. Cuando encontraron los 800 euros que tenía en un sobre encima de un armario para pagar a la mujer encargada de la limpieza de los recintos y a la que me atiende, se fueron». Una parte de esa cantidad, destinada también a alimentación, era de la parroquia y otra, suya. A partir de ahora, explica que tomará más precauciones con el dinero, pero que si vuelven a tocar su puerta, abrirá: «Siempre ayudo a mis feligreses».


Sobre qué sintió cuando estaba tendido en el suelo maniatado, recalca que paz. «Me mantuve tranquilo; no podía hacer nada y podían pegarme un sillazo o apuñalarme. Y de ellos, solo pensaba: ¡Pobre gente!», indica.
 
Cuando se quedó solo, se tocó el oído y se manchó de sangre; también había en el suelo, por eso los agentes le llevaron al hospital. Eran dos parejas, una de la Policía Local a la que avisó tras el asalto, y otra de la Nacional, que acudió luego hasta su vivienda. El párroco, nacido en San Fernando (Cádiz), haciendo gala de su sentido del humor, dice: «Parecía que estaba detenido y me estaban custodiando. Estuvieron a los pies de la cama hasta las 23 horas». El religioso dice, irónico, que lo que menos le duele es la cabeza: «Me la han cosido muy bien».


López Nuche está al frente de la iglesia más grande de la Diócesis de Alcalá de Henares, que cuenta con 45.000 fieles, desde hace 24 años. «Lo ocurrido me ha hecho ver lo querido que soy por mucha gente. Ha venido a verme el vicario, me recibió el comisario de la Policía Nacional cuando fui a denunciar, me han llamado de todas partes...».
 
Mañana oficiará misa y aprovechará para decir a sus parroquianos: «Tenéis cura para rato».