Apenas 24 horas después de tomar posesión, los tres alcaldes gallegos de las mareas se han salido de la corriente.

Martiño Noriega, por Santiago, Xulio Ferreiro, por A Coruña, y Jorge Suárez, por Ferrol, han excusado su presencia en Lugo en la denominada Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia al Santísimo Señor Sacramentado, una misa y procesión católicas que preside el arzobispo de Santiago, máxima autoridad de esta Iglesia en Galicia, y en la que desde 1669 cargos políticos proclaman su “devoción” a esta figura religiosa.

Los regidores de Compostela Aberta, Marea Atlántica y Ferrol en Común defienden la laicidad de las instituciones que dirigen, mientras el PP y la Iglesia al unísono los acusan de falta de tolerancia.




En la mañana del domingo el arzobispo compostelano Julián Barrio ha advertido en su homilía contra la “indiferencia religiosa” y “el olvido de Dios”.

[Aquí en PDF la homilía del arzobispo Julián Barrio, la frase sobre la "indiferencia" y "el olvido de Dios"  -"o esquecemento de Deus", en gallego- es una cita de un documento reciente de la Conferencia Episcopal. Nota de ReL].

Las mareas, candidaturas en las que se unen colectivos sociales, culturales, ciudadanos sin experiencia política y partidos clásicos y emergentes, dejaron claro ya en sus programas electorales que pondrán en práctica la aconfesionalidad del Estado que propugna la Constitución.

En línea con su promesa de participar solo en actos civiles, el nuevo alcalde de Santiago ya ha anunciado que no intervendrá en la Ofrenda al Apóstol que se celebra cada 25 de julio en la Catedral: “Soy de los que pienso que no le corresponde a un alcalde pedirle al Apóstol que termine con el desempleo y la corrupción. Lo que le tocar es ser capaz de impulsar políticas de transparencia y de fomento del empleo”, ha explicado en un artículo publicado en el diario digital Praza Pública.

El regidor coruñés Xulio Ferreiro ha sustituido la ofrenda al Santísimo Señor Sacramentado por un homenaje a la matemática María Wonenburger, una sabia fallecida hace justo 12 meses a los 86 años y que fue la primera española que logró una beca Fullbright para doctorarse en Estados Unidos.

Ante el monolito en su honor que se alza en el parque de Santa Margarita, el alcalde de Marea Atlántica ha pronunciado estas palabras: “Hoy el alcalde de A Coruña está donde tenía que estar, homenajeando a la ciencia, homenajeando al conocimiento, y homenajeando a una coruñesa”.



Tras el Santísimo Sacramento bajo palio sí han caminado a esa hora en procesión por las calles de Lugo la regidora de esta ciudad, Lara Méndez (PSOE); el de Ourense, Jesús Vázquez (PP); el de Tui, Enrique Cabaleiro (PSOE); un representante del gobierno socialista de Betanzos; y la alcaldesa de Mondoñedo, Elena Candia (PP).

Esta última fue la encargada de leer la ofrenda en la Catedral lucense en sustitución de Noriega y en ella, entre alusiones a la decisión de los líderes de las mareas, pregonó su “agradecimiento” al Santísimo Sacramento por la “protección” que ofrece "a los gallegos" y le pidió ayuda para “ser inflexibles con los corruptos” y “vigilantes en la tolerancia con la infinidad de creencias y valores".

Fuera del templo, la dirigente del PP criticó directamente a los regidores ausentes apelando a que deben “gobernar para todos”.

El plante de los alcaldes de las mareas ha llevado al arzobispo compostelano y a otros cinco obispos gallegos a rubricar una carta en la que exigen que "no se reduzca a los privado" sus celebraciones y explican su interpretación del término “laicidad” al que apelan los regidores: “La ‘laicidad’ del Estado significa que éste, en sus responsables e instituciones, no hace propia ninguna ideología (ateísmo, por ejemplo) o religión ni, por tanto, las impone a la sociedad”.

Y si Alberto Núñez Feijóo mostró el pasado jueves su “respeto” por la “decisión de quien no distingue la tradición de un pueblo y la creencia personal de un alcalde”, los prelados se alinean con el presidente de la Xunta y del PP gallego: “El representante político no acude a un acto semejante como persona privada, para expresar sus convicciones ideológicas personales, sino en su específica función pública”.



La Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia al Santísimo Señor Sacramentado, a la que dejaron de asistir cargos municipales también durante la II República, ha contado con la participación de diversas autoridades militares y del presidente del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, Miguel Ángel Cadenas.


[Texto íntegro de los obispos gallegos sobre la Ofrenda al Señor Sacramentado de Lugo y su relación con la laicidad]

La antigua tradición de la Ofrenda de las siete ciudades del Antiguo Reino de Galicia al Santísimo Sacramento en Lugo ha sido puesta en cuestión radicalmente en estos días. Se ha generado un debate sobre la legitimidad de esta tradición en una sociedad democrática en nombre de la “laicidad”del Estado, tal como la entienden algunos grupos o partidos políticos.

La objeción no afecta sólo al sentido de este gesto concreto, tan significativo en nuestra tierra, sino que se refiere a la relación entre nuestras instituciones políticas y la vida de una sociedad libre, de la que forma parte y es también expresión la Iglesia. Por ello, parece muy conveniente tomar en consideración con calma estos argumentos, en primer lugar para intentar comprender mejor el sentido de este gesto que se celebra en Lugo, y luego para evitar extraer conclusiones que podrían ser erróneas.

La “laicidad”del Estado significa que éste, en sus responsables e instituciones, no hace propia ninguna ideología (ateísmo, por ejemplo) o religión ni, por tanto, las impone a la sociedad; sino que, al contrario, afirma el respeto y la promoción de la libertad y de los derechos de los ciudadanos, tanto en su vida individual como comunitaria.

Por tanto, la “laicidad”del Estado respeta y promueve la variedad de convicciones existentes en la sociedad.

Ésta, por definición, no será nunca “laica”; pues las personas no pueden ser neutras, carentes de alguna forma de comprensión del mundo, de convicciones creyentes, ideológicas o religiosas.

En otros términos, las instituciones del Estado, que no profesan una fe determinada, se saben en cambio al servicio de una sociedad que siempre profesa alguna. Esto fue bien expresado en el art. 16 de nuestra Constitución, que defiende la libertad de todos afirmando la no confesionalidad del Estado e, igualmente, comprende el valor de la relación con una parte tan significativa en nuestra sociedad como es la Iglesia católica.

La “laicidad”del Estado sería destruida, sin embargo, si se intentase hacer de las instituciones políticas instrumento para la imposición de la propia ideología o religión a la sociedad, al pueblo al que se ha de servir.

El caso de la Ofrenda nos pone ante una tradición con muy profundas raíces en la historia de nuestro pueblo; más aún, es el único gesto público que todavía se refiere al Antiguo Reino de Galicia. Responde evidentemente a nuestra cultura y religión de siglos, que hoy sigue viva en muchísimos gallegos.

La “laicidad”del Estado no puede consistir en negar la relevancia pública de este gesto tan propio de Galicia, sólo por el hecho de su forma cristiana. No corresponde al Estado excluir a los cristianos y a sus celebraciones del ámbito público y reducirlos a lo privado.

En efecto, la Ofrenda no es una parte de la “vida de las instituciones políticas”, sino de la vida pública de nuestra sociedad, sin duda mucho más amplia que la puramente política.

Por ello, esta Ofrenda podría no celebrarse, si perdiese su humus vital en la sociedad gallega. Pero hoy día, sin embargo, la Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia es un gesto cargado de significado; sigue viva, como la tradición cristiana en Galicia.

El representante político no acude a un acto semejante como persona privada, para expresar sus convicciones ideológicas personales, sino en su específica función pública, precisamente a causa de la “laicidad”de las instituciones, que reconocen el valor de un gesto tan expresivo de la vida de nuestro pueblo.

Por otra parte, esta Ofrenda tiene la peculiaridad de que se realiza en Lugo; y ello contribuye de modo muy significativo a la percepción de la historia de la Galicia real, plural, con varios centros de referencia, que es muy necesario tener en cuenta hoy.

La Ofrenda pone de manifiesto el significado en la historia gallega de las siete ciudades del Antiguo Reino, Lugo, A Coruña, Santiago de Compostela, Ourense, Mondoñedo, Betanzos y Tui.

Por lo que, para la ciudad lucense, y en medidas diversas para las otras, la puesta en cuestión de la Ofrenda supone un menoscabo importante de su identidad misma.

Más allá de las circunstancias particulares de este año, confiamos en que esta tradición de la Ofrenda al Santísimo seguirá estando viva, haciendo palpable la identidad que expresa el escudo gallego mismo: la pluralidad de las siete cruces que rodean el símbolo de aquella fe con la que nuestros padres construyeron Galicia durante muchas generaciones.

La “laicidad”que caracteriza a nuestro Estado no lo impedirá, porque está destinada precisamente a garantizar el respeto y la promoción de la libertad de su pueblo, y, en primer lugar, el respeto a sus convicciones más hondas, a su fe, expresada privada o públicamente.

Todos los gallegos pueden sentirse invitados a participar en esta celebración, en la que se expresa su historia y su identidad, y en la que cada uno y cada ciudad tienen un lugar propio.

+ Julián Barrio Barrio, Arzobispo de Santiago
+ Alfonso Carrasco Rouco, Obispo de Lugo
+ Luis Quinteiro Fiuza, Obispo de Tui-Vigo
+ Leonardo Lemos Montanet, Obispo de Ourense
+ Jesús Fernández González, Obispo Auxiliar de Santiago
+ José Diéguez Reboredo, Obispo Emérito de Tui-Vigo