Durante los últimos años se están multiplicando en la Iglesia los grupos de evangelización y de formación sólo para hombres donde se reivindica la masculinidad para que los varones reencuentren su lugar en la sociedad, en el seno de la familia y en la propia Iglesia.

En España tuvo una gran acogida el Proyecto San José para la evangelización y formación de hombres organizado por la Archidiócesis de Toledo y centrado en esta idea. En Estados Unidos son también muchos los grupos, incluso parroquiales, donde los hombres se juntan en un ambiente cristiano para no sólo hablar de la fe sino realizar actividades donde Dios es el pegamento que los une.

Es por ejemplo el caso de la parroquia de Santa Rita, en Alexandria (Virginia) donde el grupo de hombres está realizando una serie de llamativas actividades en Cuaresma y por las que podrían ser fácilmente llamados “guerreros espirituales”.

El enfoque de la Cuaresma de estos varones es similar a un campo de entrenamiento espiritual que incluye oraciones y lecturas espirituales, pero también prácticas ascéticas como duchas frías diarias e incluso caminatas en grupo cargando mochilas llenas de piedras.

Tal y como explican al Arlington Catholic Herald tanto Brian Worth como Jeff Cuiper, cofundadores de este grupo parroquial, “los hombres no quieren simplemente sentarse en una sala y hablar de nuestros sentimientos. Muchos chicos responden a un desafío”.

El grupo de Santa Rita, con su enfoque en la oración, el ascetismo y la fraternidad, se basa en una interpretación más o menos libre del popular programa Éxodo 90 de ejercicios espirituales para hombres que están teniendo un gran éxito en EEUU y otros países durante los últimos años.

Católicos de Alexandria hacen marchas en Cuaresma cargados con kilos de piedras o pesas

El programa de 90 días de duración fue ideado por un sacerdote del seminario de Maryland con el objetivo de ayudar a los seminaristas a centrarse en Dios y romper apegos profundamente arraigados a distracciones como podían ser las redes sociales.

Worth y Cuiper encontraron Éxodo 90 como algo inspirador por lo que su objetivo pasó por hacer que algunos de los conceptos de este programa fueran más accesibles para los hombres de su grupo parroquial que buscaban un crecimiento espiritual en esta Cuaresma.

La cita que utilizaron para animar era de Benedicto XVI: “El mundo te ofrece consuelo, pero no fuiste hecho para la comodidad. Fuiste hecho para la grandeza”.

“Queríamos alentar a la gente a dar ese pequeño paso, pero convirtiéndolo en algo factible”, explica Cuiper.

Así fue como eligieron pasajes para la lectura y reflexión diarias de libros de Jacques Philippe. El grupo de hombres también utiliza el devocional de Cuaresma “Memento Mori” de la hermana Theresa Aletheia Noble

Pero además a los hombres del grupo se les pidió que eligieran cinco prácticas ascéticas de Cuaresma de una lista con un total de nueve. Iban desde duchas de agua fría o cuya temperatura no fuera superior a la de ambiente, hasta ejercicio físico o un horario de sueño regular. Otros incluyen la abstinencia del alcohol, de las redes sociales o de los dispositivos electrónicos.

Estamos dando un paso atrás en las comodidades de este mundo y diciendo: ‘no pasa nada porque no tome una cerveza o no me dé una ducha caliente esta noche’” porque esto “no determina quiénes somos”, explica Worth.

El grupo se reúne los viernes por la mañana para la misa y el desayuno y los miércoles por la noche para las “marchas de ruck”, una caminata larga de más de una hora en la cual quien quiera puede cargar mochilas con pesas o piedras (un total de 20 kilos) para desafiarse a sí mismos. Además, durante la semana se envían mensajes para pedir oración o animarse unos a otros. Se trata por tanto de ayudar a crear comunidad a través de unos vínculos más profundos.

Los responsables recuerdan que no todos los hombre participan en estas marchas cargadas con pesadas mochilas, pero muchos “realmente aprecian la oportunidad de hacerlo con otros hombres”. Al fin al cabo, estas actividades “unen a los muchachos y fortalecen a la parroquia”.

En estos últimos años se está poniendo el énfasis en la importancia del hombre católico y su responsabilidad pues la destrucción de la masculinidad destruye la familia y afecta a la Iglesia.

Sobre la crisis de la masculinidad profundizó Monseñor Thomas J. Olmsted es el obispo de la Diócesis de Phoenix, en Arizona. En un escrito animaba a los hombres católicos a que “no duden al entrar en la batalla que se pelea alrededor de ustedes, la batalla que está hiriendo a nuestros niños y familias, la batalla que está distorsionando la dignidad tanto de hombres como mujeres. Esta batalla habitualmente está oculta, pero es muy real. Esta batalla es primordialmente espiritual y está matando progresivamente lo que queda del carácter cristiano de nuestra sociedad y cultura, e incluso en nuestros propios hogares”.

“Una de las razones claves por las que la Iglesia está vacilando bajo los ataques de Satanás es que muchos hombres católicos no han estado dispuestos a 'mantenerse firmes sobre la brecha' –dejando ese espacio abierto y vulnerable al ataque. Un tercio ha dejado la fe y muchos de los que todavía son ‘católicos’ practican la fe con timidez y con un compromiso mínimo de transmitirles la fe a sus hijos”, afirmaba el obispo estadounidense.

Por otro lado, anima a “sacerdotes y diáconos, padres e hijos, abuelos y viudos, hombres jóvenes” para que comprendan y asuman su vocación de hombres. Y para ello articula su escrito en tres provocadoras preguntas: “¿Qué significa ser un hombre católico?” “¿Cómo ama un hombre católico?” Y “¿por qué la paternidad, adecuadamente entendida, es tan crucial para cada hombre?”

¿Qué significa ser un hombre católico?

La ideología de género está creando mucha confusión en las personas. Todos deberíamos entender lo que significa ser hombre: “Esto pareciera obvio, pero en nuestro mundo hay muchas imágenes distorsionadas y evidencia de confusión sobre lo que es la masculinidad verdadera –explicaba el prelado-. Podemos decir con certeza que por primera vez en la historia, la gente está tan confundida o es tan arrogante que ahora intenta determinar su propia masculinidad o feminidad”.

Olmsted ponía como modelo para los hombres al propio Jesucristo, el Hijo que vino al mundo enviado por el Padre para dar la vida por los hombres: “Aquí está la masculinidad en su totalidad; cada hombre católico debe estar preparado para mantenerse firme sobre la brecha, entrar en combate espiritual, defender a la mujer, a los niños y demás contra la adversidad y asechanzas del demonio”.

Sin embargo el riesgo que corre el hombre es el de buscar otros objetivos por los que dar la vida: “Las opiniones de los demás, nuestras carreras, posesiones, juguetes, deportes, aficiones, ropa, tatuajes, casas y coches son caminos con los que somos tentados a identificarnos. Pero aunque algunas de éstas son parte de la vida, no constituyen el centro de nuestro ser”.