La dirección de la escuela pública Desert Rose Elementary, en Palmdale (condado de Los Ángeles, California), llamó al Los Ángeles Deputy Sheriff para que amonestase al pequeño C, de 7 años, por repartir versículos e historias de la Biblia en la acera del colegio. "Alguien podría ofenderse", alegaba el centro.

Según cuenta el Santa Monica Observer, todo empezó porque la mamá de C, Christina Zavala, le dejaba una pequeña nota con versículos de la Biblia en la bolsa de la merienda. C se las enseñaba a sus compañeros, quienes le pidieron que su madre también hiciese notas para ellos. Christina empezó entonces a meter, junto a la comida de su hijo, pequeños escritos de la Biblia que el niño repartía entre los compis que se las habían pedido.

Uno de ellos se las enseñó a la profesora: "Es la historia más hermosa que he visto nunca", le dijo el niño. Así que la maestra decidió intervenir. Tras abroncar públicamente a C, llamó a sus padres para decirle que, en virtud de la separación entre Iglesia y Estado, C no podía compartir versículos bíblicos en el colegio. 


Entonces Christina y C empezaron a repartirlos a la puerta del colegio. Pero cuando el 9 de mayo Jaime Zavala fue a buscar a su hijo, se le acercó el director del centro, el señor Pagliagro, para decirle que repartir historias bíblicas a la puerta de la escuela también iba "contra la política del colegio", y que debían hacerlo en la acera de enfrente.

Jaime y C aceptaron, pero Pagliagro decidió, por si acaso, dar un paso más. A las 16.30 de ese día, llamaron a la puerta de los Zavala. Era el sheriff, para decirles que la escuela les había llamado para denunciarles y que lo que hacían no estaba permitido.


Los Zavala han acudido al Liberty Counsel [Consejo de la Libertad], una organización que defiende la libertad religiosa, la cual ha enviado a todas las escuelas del distrito de Palmdale un informe sobre la correcta interpretación de la separación entre la Iglesia y el Estado, que permite a los alumnos su libertad de expresión mediante material impreso.

"Por tanto, fue incorrecto prohibir a los estudiantes hablar de religión a la hora del bocadillo", afirma el documento, recogido por Christian Post: "El distrito no puede suprimir ni censurar esa discusión, ni las notas de una página consistentes en historias de la Biblia metidas por la madre de C junto con su comida para su personal disfrute y formación, y que él voluntariamente compartió con sus amigos en horario no lectivo, compañeros que fueron libres de aceptarlas o rechazarlas. Las notas adicionales pedidas por C a su madre para sus amigos (que éstos explícitamente le habían pedido) también quedan protegidas y no caen en ninguno de los tipos de materiales que podría prohibir legalmente el distrito escolar".

"Por tanto", concluye el informe, "confinar la libertad de expresión de C a la puerta del colegio y luego prohibirla también ahí es inconstitucional".

El Liberty Counsel lamenta que, "por si no hubiera sido ya lo bastante intimidatorio y humillante que la profesora censurarse la libertad de expresión de C delante de sus compañeros, el mensaje de hostilidad a las manifestaciones religiosas del niño sobrepasa todos los límites al llamar a la fuerza pública para una posterior 'visita' en su hogar".