Aunque el debate sobre las restricciones al derecho a llevar armas, ahora en el Senado, se plantea en Estados Unidos en términos de la Constitución, los obispos norteamericanos han saludado positivamente la iniciativa de Barack Obama entendiendo que un mayor control (no se está hablando de la prohibición) favorece el respeto a la vida. Es, en cualquier caso, un tema debatido entre los católicos norteamericanos, y así lo entiende John Snyder, presidente de la Sociedad San Gabriel Possenti.

Snyder, antiguo seminarista, es uno de los más firmes partidarios del derecho a llevar armas, y de hecho fue durante un tiempo lobista en Washington con esa tarea. "Defender el derecho de la gente a defenderse a sí misma con las armas apropiadas es parte de mi catolicismo", afirma.

Según una encuesta del Public Religion Research Institut y de Religion News Service, el 62% de los católicos estadounidenses apoyan la posición de Obama y los obispos de elevar el control sobre la posesión de armas. Los discrepantes sostienen que no están obligados a mantener esa posición: "No es algo que yo tenga que creer en cuanto católico", alega Mark Cunningham, otro de los defensores católicos de dicho derecho constitucional.


El debate viene de lejos. La conferencia episcopal pide desde 1975 un incremento en las restricciones a la tenencia de armas: "Creemos en la protección de la vida, mueren demasiadas personas en las calles y en sus hogares", alega Anthony Granado, consejero de los obispos para este tipo de políticas.

Muchos católicos, sin embargo, están disconformes con esa posición partiendo del mismo principio del respeto a la vida, posibilitando su defensa in situ y en el acto: "En un mundo perfecto donde la gente obedeciese a las leyes, la posición de los obispos sería eficaz. Pero los criminales no van a devolver sus armas", sostiene Philip Cathell, católico comprometido y miembro de la NRA (Asociación Nacional del Rifle). Y, de hecho, uno de los grandes apoyos de la NRA es el también católico Paul Ryan (candidato a vicepresidente con Mitt Romney en las elecciones de 2012), como John Boehner, también católico y líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.

Por su parte, Snyder fundó la Sociedad San Gabriel Possenti en 1989, con la peculiaridad de llevar el nombre de un joven pasionista italiano canonizado en 1920, pues su objetivo es nombrarle patrón de los poseedores de armas.

El salvador de Isola... gracias a un lagarto
La razón es que el joven pasionista italiano (18381862) defendió el pueblo de Isola en 1860 del ataque de veinte bandidos. Se trataba de un grupo de soldados desertores de las tropas de Giuseppe Garibaldi (fuertemente anticlericales) que se dedicaban a aterrorizar la zona con robos y crímenes de toda índole.

Gabriel, seminarista, obtuvo el permiso del rector del seminario para enfrentarse a ellos desarmado en la plaza del pueblo. Cuando el joven Possenti llegó, uno de los renegados estaba a punto de violar a una joven, y no hizo ni caso cuando vio que el único que se lo recriminaba era un joven con hábito talar, completamente solo.

Pero ese joven con hábito talar sabía manejar las armas y era hábil con ellas. Pudo acercarse al bandido y quitarle su arma, y apuntándole con ella le obligó a dejar marchar a la chica. Al oír el jaleo el resto de criminales acudieron en socorro de su compinche.

Justo en ese momento un lagarto atravesó la plaza a bastante distancia de Gabriel. El joven clérigo, conservando la calma, apuntó al animal y le pegó un tiro para demostrar su puntería. Luego apuntó a los bandidos y les conminó a tirar sus armas e irse del pueblo si no querían correr la misma suerte. Viendo su determinación, y no queriendo ser ninguno de ellos el destinatario del siguiente disparo, obedecieron y, desarmados, tuvieron que abandonar el lugar.

Entonces Possenti fue cogido en andas por los vecinos y llevado entre aclamaciones hasta el seminario, ganándose el título de "salvador de Isola".

Y es que, bromea Snyder (quien ha estado en Roma más de una vez para lograr ese patronazgo), "en el fondo todo es un asunto de salvación. Necesito un crucifijo para salvar mi alma... y un revólver para salvar mi pellejo".

Obviamente, Possenti no fue canonizado por esa acción, que en cualquier caso quienes instruyeron su proceso canónico no consideraron contraria a virtud cristiana alguna.


A pesar de morir a los 24 años de tuberculosis, el santo tuvo una vida muy intensa. San Gabriel de la Dolorosa, en el siglo Francesco Possenti, tenía fama de "ligón" en sus primeros años. Hijo de un abogado, había perdido a su madre a los cuatro años. Era el alma de todas las fiestas y le llamaban "el bailarín" y "el enamoradizo". Esa mundanidad (sin llegar a grandes extravíos) le permitió también la familiaridad con las armas que acabamos de ver.

Tras estar a punto de morir de una laringitis consideró por primera vez entrar en la vida religiosa, al comprobar la caducidad de la vida. Y dio el paso cuando su propia hermana falleció de cólera. Fue en 1856 cuando ingresó en el convento pasionista, y los seis años transcurridos hasta su fallecimiento fueron suficientes para elevar su alma hasta la santidad. El exacto cumplimiento de la Regla, la estricta obediencia a sus superiores y un "insaciable deseo de penitencia" que recordaba luego uno de sus biógrafos, fueron labrando su perfección espiritual. Fue así como, tras la tuberculosis que se lo llevó, fue beatificado en 1908 porSan Pío X, y canonizado por Benedicto XV en 1920.

Hay quien ha querido negar la autenticidad del hecho de armas que podría convertirle en patrón de quienes las llevan y las usan para bien. Pero el padre Godfrey Poage, pasionista, uno de los principales biógrafos de San Gabriel de la Dolorosa (escribió en 1962 Hijo de la Pasión. La historia de Gabriel Francisco Possenti), documenta la veracidad del sucedido, y apoyó la petición de patronazgo de Snyder.

San Gabriel es ya patrón de la juventud católica italiana. Era característica en él la devoción a María, y fue la Virgen quien le guió en el camino de la santidad. Que en él se resolvía en una frase: "Lo que más me ayuda a vivir con el alma en paz es pensar en la presencia de Dios, el recordar que los ojos de Dios siempre me están mirando y sus oídos me están oyendo a toda hora y que el Señor pagará todo lo que se hace por él, aunque sea regalar a otro un vaso de agua".