Nacido en 1975, profesor de Sagrada Escritura en el Augustine Institute de Greenwood Village en Colorado, Brant Pitre está ahondando desde hace años el fecundo filón de investigación sobre las raíces hebreas del cristianismo, regalando espacios de luz sobre muchos aspectos enigmáticos de nuestra fe.

Tiene en su haber, además de publicaciones científicas, tres volúmenes divulgativos de gran éxito dedicados a las raíces hebreas de la Eucaristía, de la Santísima Virgen María y de la Cruz de Cristo.

Con motivo de la aparición de la edición italiana de su libro sobre la Eucaristía (ya disponible en español), Pitre ha sido entrevistado por Luisella Scrosati en Il Timone.

-Las raíces hebreas de los grandes misterios de la fe cristiana: ¿qué le ha inspirado para dedicar sus estudios a este ámbito?

-Durante mis estudios universitarios y de posgrado tuve la suerte de tener como profesores a varios judíos. Crecí como católico practicante y una de las cosas que observaba a lo largo del camino era que, a medida que ahondaba en el Antiguo Testamento y el judaísmo antiguo, gracias a estos profesores, más sentido adquirían mis convicciones católicas. De vez en cuando, bromeando, le digo a mis estudiantes que si hay algo del catolicismo que parece enigmático o misterioso, es muy probable que lo hayamos heredado del judaísmo.

Brant Pitre, en una entrevista con motivo de la aparición del original inglés de su libro sobre la Eucaristía, en 2017.

-Normalmente se considera que la Eucaristía como sacrificio, alimento y presencia que hay que adorar es algo "inventado" por el Concilio de Trento. Usted incluso muestra que todo se deja ya ver en los ritos judaicos.

-Si, la dimensión sacrificial de la Eucaristía ya está prefigurada en los antiguos sacrificios judaicos, ¡sobre todo en la Pascua! Si bien actualmente las personas piensan en la Pascua como una comida, en el primer siglo era tanto una comida como un sacrificio.

-¿En qué sentido?

-En la época de Jesús, cuando aún existía el Templo, cada familia hebrea tenía que conseguir un cordero sin defecto, llevarlo al Templo, ofrecerlo a Dios en sacrificio y solo después asarlo y comer su carne como parte de la cena pascual. En la Última Cena, Jesús toma el pan y lo identifica con su "cuerpo" y coge el vino y lo identifica con su "sangre", que será derramada en la cruz. Con estas acciones, Jesús no solo revela ser el verdadero cordero pascual, cuya muerte es causa de redención. Él revela también que la Eucaristía que está instituyendo -como la Pascua anterior- es tanto una comida como un sacrificio.

-Le pido que nos detengamos sobre el Pan de la Presencia. La tradición judaica nos ha transmitido algo extraordinario: la conciencia que los doce panes no eran solo panes.

-Uno de mis capítulos preferidos de Jesús y las raíces judías de la Eucaristía es definitivamente el del Pan de la Presencia. Aunque muchas personas no lo saben, la Biblia cuenta que, cuando Dios mandó a Moisés construir el Tabernáculo donde los israelitas debían rendir culto a Dios, también le dijo que pusiera en el Lugar Santo doce hogazas, conocidas también como el Pan de la Presencia. En hebreo, esta expresión significa literalmente Pan del Rostro, es decir, el Pan del Rostro de Dios. Era el Pan santo que cada semana se ponía a la presencia de Dios o ante su "rostro" en el Tabernáculo de Moisés.

-También había una invitación a adorar a Dios, precisamente en presencia de esos panes.

-Según la tradición rabínica posterior, cuando aún existía el Templo, se solía sacar fuera el Pan de la Presencia, elevarlo y decir al pueblo: "Mira, ¡el amor de Dios por ti!". Creo que una de las razones por las que Jesús identificó el pan de la Última Cena con su cuerpo es precisamente porque el Pan de la Presencia era una prefiguración del Pan de la Presencia Real de Cristo, la Eucaristía.

-Otro extraordinario detalle atañe a los corderos pascuales que eran sacrificados en el Templo y su semejanza... con el Crucificado.

-Sí, ha tocado usted una de mis partes preferidas del libro. Según los antiguos rabinos y algunos de los primeros Padres de la Iglesia, en la época de Jesús, cuando los judíos llevaban sus corderos al Templo para el sacrificio, utilizaban dos astas de madera para preparar el cordero que había que asar. Un asta se colocaba a lo largo del dorso del cordero, mientras la otra atravesaba su espalda anterior para colgarlo. El resultado: cada cordero pascual que se comía era antes asado con forma de cruz.

»Un estudioso hebreo contemporáneo [Joseph Tabory] describe este uso como "la crucifixión" del cordero pascual. De nuevo, según una perspectiva cristiana, podemos ver en esta antigua práctica judaica una suerte de preanuncio de la crucifixión de Jesús, que Juan Bautista señala como "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29).

-Pasemos a la Santísima Virgen. Una lectura tipológica del Antiguo Testamento revela el fundamento de los grandes dogmas marianos.

-En mi libro Jesús y las raíces judías de María me centro en las raíces bíblicas de los dogmas de la Inmaculada Concepción de María, su Virginidad perpetua y su Asunción al Cielo. Como he intentado mostrar, si se buscan testimonios explícitos de estos dogmas solo en la lectura del Nuevo Testamento, se pueden encontrar grandes dificultades.

»Sin embargo, si se leen los pasajes neotestamentarios sobre María a la luz del Antiguo Testamento, se descubre que María no es solo la madre de Jesús, sino que también es la nueva Eva, la nueva Arca de la Alianza y la nueva Reina Madre del Reino de Dios. Y que los dogmas marianos fluyen de estas tipologías de las Escrituras y empiezan a tener un sentido cuando se mira a María a través de los ojos de un antiguo hebreo.

-Pónganos un ejemplo.

-Si María es la nueva Eva, entonces es apropiado que haya sido creada sin pecado, desde el momento en que en las Escrituras hebreas la primera Eva ha sido creada "buena", es decir, sin pecado. De lo contrario, ¡la primera Eva sería más grande que la nueva Eva! Y este no es el modo como funciona la lectura tipológica. Las prefiguraciones del Antiguo Testamento nunca son más grande que su cumplimiento en el Nuevo.

-La llegada del método histórico-crítico ha supuesto alegría y sufrimiento. Se objeta que una lectura tipológica de la Biblia es forzar el texto.

-A veces se sostienen conexiones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento demasiado forzadas. Sin embargo, esto no significa que podamos prescindir del todo del enfoque tipológico. Debemos solo prestar atención y estar seguros de que las conexiones que vemos están firmemente ancladas en los textos de las Escrituras. Después de todo, como bien sabe todo el que lea la Biblia, la praxis de interpretar las Escrituras hebreas de modo tipológico se remonta al propio Nuevo Testamento.

»Es Jesús el que identifica a Bautista como el nuevo Elías; es Jesús quien habla de sí mismo como de uno "más grande que Salomón"; es de nuevo Jesús quien identifica su carne y su sangre como el nuevo "pan que viene del cielo", es decir, el nuevo maná. En otras palabras, cuando interpretamos la fe del Nuevo Testamento a la luz de sus raíces judaicas, estamos sencillamente leyendo las Escrituras hebreas del mismo modo en que la leían Jesús y sus primeros discípulos judíos.

Traducción de Verbum Caro.