Recientemente una serie de Disney Channel, la Doctora Juguetes, protagonizaba una polémica por su apoyo a la agenda LGTB. Al mismo tiempo, la productora programa una serie que supone todo lo contrario: Entre hermanos [Stuck in the middle], una sitcom desenfadadamente clásica que presenta de forma atractiva y amable la vida de una familia numerosa en episodios de poco más de veinte minutos.

Son los Díaz, vistos desde la perspectiva de la hermana mediana, Harvey (Jenna Ortega), "atrapada" (stuck) entre los tres mayores (una adolescente coqueta y un chico y una chica preadolescentes) y los tres traviesos menores, dos niños mellizos y la pequeña de la casa. El padre regenta una tienda de objetos para la pesca y el mar, y la hiperactiva madre ocupa su tiempo en una infinidad de tareas. 



La casa es un caos, cuya gestión recuerda en ocasiones la película La gran familia (1962) de Fernando Palacios y en ocasiones, por el formato televisivo, la clásica serie de la ABC Con ocho basta (19771981).

Esa desorganización, y las diferentes personalidades de los hermanos, son la base de las situaciones cómicas sobre las que se basa la serie, casi siempre intrascendentes y consistentes en trastadas, equívocos y planes de unos y de otros.


En particular de Harvey, una chica con especial habilidad para la ingeniería y en pensar soluciones para los problemas... o problemas para las soluciones. La hermana mayor, Rachel, solo preocupada por su aspecto físico y sus relaciones sociales, plantea inquietudes más serias a sus padres (estudiar poco, salir mucho, fiestas, un novio irresponsable que no le gusta a sus padres), tratadas siempre con humor y con el triunfo de la autoridad paterna y unos principios básicos de sentido común y experiencia de la vida, que es lo que transmiten los padres, Tom (Joe Nieves) y Suzy (Cerina Vincent), aunque sea de forma en ocasiones disparatada.



Los castigos (benevolentes, pero castigos, y con esa palabra) aparecen con frecuencia como consecuencia de las indisciplinas y rebeliones de los hijos, por simpáticas que parezcan. Y a pesar de los típicos enfrentamientos entre hermanos, siempre prima al final la ayuda entre todos ellos y la solidaridad cuando se necesitan. Las imperfecciones propias de la vida familiar sirven a los guionistas no solo para diseñar equívocos y líos, sino para mostrar la fortaleza de los vínculos entre sus miembros.

En cuanto a los padres, están plenamente entregados al hogar. En un episodio, Tom aprovecha que todos los demás miembros de la familia tienen planes para, por fin, poder "ver entero, por primera vez en dieciséis años", un partido de béisbol en la televisión. Y en otro capítulo, Suzy, a quien sus hijas siempre le aconsejan que busque nuevas amigas, se confiesa feliz de que sus mejores amigos sean sus  hijos.

La serie, creada por Alison Brown y producida por Linda Videtti Figueiredo, se estrenó en 2016 y está en su segunda temporada, con audiencias que oscilan entre uno y dos millones de espectadores en Estados Unidos. Que se quiere hacer un producto absolutamente "blanco" lo prueba un capítulo extendido de 55 minutos (metraje doble de lo habitual) titulado ¡A remojo!, en el que toda la familia viaja a un parque acuático gracias a un premio ganado por Harvey con uno de sus inventos. A pesar del entorno de la acción, de principio a fin entre toboganes acuáticos y piscinas, el atavío para el baño de la familia protagonista, de los protagonistas invitados y de los extras se resuelve con camisetas, toallas, albornoces y neopreno, más que con los trajes de baño habituales.




En el sexto episodio de la primera (Atrapada en el Jugonator) se nos revela un dato importante sobre los Díaz: son católicos y asisten habitualmente a misa en la parroquia, tanto que el párroco quiere sacarles una foto para poner en la entrada del templo junto a la de otras familias. La realización de esa foto da lugar a los habituales enredos.

Del mismo modo, en el sexto episodio de la segunda temporada (Atrapada en la Pascua de los Díaz), la familia acude a la misa de Pascua y aunque empiezan a preparar la cena familiar de celebración, al final se unen, guiados por la benjamina Daphne, a preparar la celebración de la cena en la parroquia.

Sin hacer, pues, bandera de ello, la religión forma parte de la vida de los Díaz como algo normal y característico de las tradiciones familiares.


Entre hermanos muestra, además, la cara más atractiva de vivir en una familia numerosa por el contraste con sus vecinos, los Peters. La controladora madre de los Peters desaprueba el desorden y el alboroto constantes de los Díaz, y les censura sin reparo.


Harvey (izquierda), la cuarta de siete hermanos, y su vecina y mejor amiga Ellie (derecha), hija única, que sueña con vivir en un hogar como el de los Díaz.

Sin embago su única hija, Ellie, es la mejor amiga de Harvey y le encanta estar en su casa. Allí se escapa siempre que puede para gozar de esa vida de desorden en lo accesorio y orden en lo esencial de la que gozan sus vecinos.


La indiscutible reina de Entre hermanos es su protagonista, Harvey, un personaje cuyo intérprete, Jenna Ortega, cumplirá el 27 de septiembre 15 años pero ya tiene un buen currículum como actriz infantil en cine y televisión, lanzada ahora al estrellato gracias a esta serie.



Nacida en California de padre mexicano y madre portorriqueña, no ha necesitado aprender lo que es una familia numerosa porque ella misma vive en una en la que son seis hermanos y donde tienen la misma perspectiva hogareña que los Díaz: "Todos tenemos diferentes actividades, pero lo más importante es estar juntos", confiesa. Ella es la única perteneciente al mundo del espectáculo, donde se inició a los 8 años cuando su madre descubrió su talento y su padre apostó por ello.



Significativamente, su única tarjeta de presentación en su perfil de Twitter es un versículo de San Pablo: "Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Fil 4, 13). Y el mismo lema de su perfil, Focus in the good [Céntrate en lo bueno] también evoca el paulino "examinadlo todo y quedaos con lo bueno" (I Tes 5, 21).