Probablemente es su mejor novela hasta el momento. Con toda la épica de El caballero del jabalí blanco y toda la riqueza argumental de El reino del norte. Y además, una prosa que esta vez se ha superado en garra y en poesía. Título: Los demonios del mar (La Esfera de los Libros). Asunto: el primer ataque vikingo a las costas españolas, en el año 844. Lleva dos ediciones en menos de un mes.
 

-Precisamente. Somos lo que somos porque hubo una Reconquista. Gracias a aquel esfuerzo continuado hoy somos España, y no un país musulmán como Turquía. Es necesario recordarlo continuamente. Máxime, tal vez, en tiempos como los actuales. Y todo empezó en las montañas cantábricas y en los Pirineos hace más de mil doscientos años.


-Es una época fascinante. En muy pocos años pasó de todo.


-Sí. La primera que registran nuestras crónicas: en el año 844, centenares de barcos normandos dejaron ver sus velas en Gijón. Después navegaron hacia occidente y terminaron desembarcando en La Coruña, en la Torre de Hércules. A sangre y fuego.


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-Nadie lo sabe, lo cual deja un espacio inmenso al novelista. Hay quien supone que habían tomado aquel faro por un depósito de tesoros. En todo caso, muy probablemente habrían oído hablar de Santiago, Jakobsland, como lugar de peregrinación y, por tanto, cuajado de iglesias y riquezas. Toda una tentación para una gente que llevaba medio siglo saqueando las costas de Inglaterra, Irlanda y Francia.


-Nada: un faro vacío en una península que, en la época, era casi una isla, porque así era La Coruña entonces, y ría adentro hallarían campos cultivados y aldeas, porque Galicia era probablemente la zona más civilizada del viejo reino de Asturias.


-Así fue. Las crónicas son muy escuetas, pero a partir de sus datos, más lo que cuentan las crónicas moras, es posible reconstruir todo el episodio. Eso es lo que he novelado en Los demonios del mar.


-La batalla es ficticia. Sabemos que los de Asturias hicieron frente a los normandos y los derrotaron, pero no hay seguridad de dónde ni cómo.


-Gracias. Se atienen algo más a los hechos las batallas que libraron los normandos en la zona musulmana, porque después de su fracaso en La Coruña navegaron hacia Lisboa y la saquearon, llegaron hasta Cádiz y la saquearon, subieron Guadalquivir arriba y saquearon Sevilla también, hasta que Córdoba pudo alinear tropas suficientes para aniquilarlos, y de eso han dejado constancia las crónicas andalusíes, aunque frecuentemente se trata de textos muy posteriores a los hechos. En todo caso, Los demonios del mar reconstruye toda esa epopeya normanda desde el principio hasta el final.


José Javier Esparza brinda a sus lectores desde hace años un extraordinario conjunto de novelas sobre la Reconquista.


-No necesariamente: cada historia tiene su propia vida y pueden perfectamente leerse como obras independientes. Pero si se leen juntas se observa una evidente continuidad. Al fin y al cabo, apenas dos años separan los sucesos de una y otra.


-De verdad. ¡Pero no hagamos spoiler!


-El proyecto inicial era una auténtica ciudad palatina y, por lo que cuentan las crónicas, debió de haber un buen puñado de edificios. Sólo nos han llegado dos, pero ha sido delicioso imaginar cómo pudo ser aquella tarea de titanes. Aquello era un desafío técnico y artístico que da fe de la pujanza del reino de Asturias.


-Ciertamente, pero hubo un primer intento en tiempos de Ramiro I que acabó de mala manera. Este es el que se cuenta en Los demonios del mar.


-Ambos existieron realmente. Ambos se movieron por el entorno de León y El Bierzo. ¿Por qué no imaginarlos en aquel intento pionero?


-He dedicado muchos días a patear esos escenarios y a imaginar cómo podían ser hace mil doscientos años. Es una geografía imponente.


-Es que tienen vida. Los paisajes son la tierra y la tierra es la madre. Inspiran sentimientos propiamente religiosos, de amor. No creo que cualquier colono del siglo IX lo viviera de distinto modo: esa tierra era toda su vida.


-El tesoro de Nepociano es ficción novelesca; las bandas de criminales son historia real a juzgar por las crónicas, aunque no podemos saber exactamente qué hicieron ni cómo actuaban. El hecho es que la represión de aquellos crímenes, que debió de ser feroz, le valió a Ramiro I el sobrenombre de la Vara de la Justicia. En Los demonios del mar he tratado de imaginar una hipótesis sobre qué pudo pasar.






-Nunca he sido maniqueo. Buenos y malos los hay en todas partes. Y por regla general, todo el mundo puede ser malo y bueno a la vez. A mí me interesa sobre todo tratar de ponerme en el lugar del personaje e intentar reproducir sus motivaciones, sus pensamientos, sus sentimientos y también sus ambiciones y sus miedos. Eso vale lo mismo para Hernán de Mena que para Abderramán de Córdoba. Y, por supuesto, hay que intentar situarse en el contexto histórico: cuando se hace novela histórica, es una regla fundamental.


-El amor siempre es problemático. Máxime en una época en la que el amor romántico, tal y como lo conocemos en la era moderna, no tenía el peso determinante que hoy le concedemos. Pero siempre está ahí, haciendo arder los corazones. No contaré nada más. El resto tiene que descubrirlo el lector.
 

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Título: Los demonios del mar Ocio Hispano
Autor: José Javier Esparza  
Editorial: La Esfera de los Libros  
Páginas: 520 páginas  
Precio 23,90 €