En el siglo XII desaparecieron los últimos cristianos norteafricanos. Hacia el año 640 d.C. había en el norte de África (lo que hoy serían Marruecos, Argelia, Túnez y Libia) casi 600 diócesis cristianas. En el año 1053 sólo quedaban 5 obispos en el Magreb, y en el 1076 sólo dos, el de Bugía y el de Cartago. Luego, ninguno.

El Islam acabó con las comunidades cristianas de África del Norte, iglesias romanas que habían generado grandes mártires como las santas Perpetua y Felicidad y pensadores como san Agustín y San Cipriano.

Sin embargo, vemos que hoy en países musulmanes de Oriente hay grandes comunidades cristianas de distintos y antiguos ritos (coptos, siríacos, melquitas, maronitas, armenios…), que han conseguido sobrevivir, aunque oprimidos, durante siglos. ¿Por qué desapareció entonces tan completamente el cristianismo del norte de África? Este es un tema que aborda el medievalista Rafael Sánchez Saus en su interesante libro “Al-Ándalus y la cruz” (Ed. Stella Maris) para ilustrar que lo que pasó en África pudo haberle pasado al cristianismo español.



Un poco de historia: la conquista
Hacia el año 640 d.C., junto a la costa norteafricana, había varias ciudades de lengua latina y que dependían oficialmente –a veces solo nominalmente- del Imperio Bizantino. De cultura urbana, casi todos los habitantes de estas ciudades costeras eran cristianos de rito latino.

En el interior habitaban numerosas tribus bereberes: hablaban lengua bereber, competían entre ellas y estaban organizadas en clanes y tribus. Las había sedentarias, pero la mayoría eran nómadas o seminómadas. Muchas eran cristianas, otras eran paganas, e incluso las había judías.

Los árabes musulmanes conquistaron esa zona en tres oleadas de conquista, entre el año 642 y el 708. En ese año, Musa Ibn Nusayr (el “moro Muza” de las canciones españolas, quien luego invadirá Hispania) escribe al califa al-Walid, que gobernaba desde Damasco, en Siria, confirmándole que su reino llega hasta el Atlántico.

Oleadas de esclavas bereberes y mujeres de ciudades grecorromanas se vendían en los mercados sirios. La expansión del Islam se financiaba con este botín.

Los musulmanes no podían masacrar a toda la población conquistada. Pero podían oprimirles con el régimen de dimma, cada vez más exigente, con brutales impuestos y humillaciones, hasta que se declarasen musulmanes para cambiar su estatus legal.

El historiador Sánchez Saus constata una y otra vez que apenas hay fuentes que documenten lo que pasó con el cristianismo bajo el Islam norteafricano, igual que escasean también para explicar lo que vivían los cristianos en Al-Ándalus, en España.

La diferencia es que en los reinos cristianos del norte de España si fueron llegando algunas noticias que se registraron por escrito (por ejemplo, los hechos de los mártires cristianos de Córdoba que escribió el obispo mozárabe San Eulogio). Mientras que en África del Norte no hay datos apenas. Los cronistas e historiadores árabes casi nunca mencionan nada de los cristianos bajo su dominio, ni siquiera cuando eran la mayoría de la población. Hay tan pocos datos que podemos resumirlos en una tabla.

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708 d.C. Musa declara conquistado todo el norte de África (probablemente con la excepción de Tánger y Ceuta, ciudades de cultura bizantina pero bajo soberanía visigoda). Los bereberes, incluso muchos conversos al Islam, son sometidos por los árabes a opresión, racismo e insultos humillantes.

772-775 d.C. El Papa Adriano I habla en una carta de un cisma entre obispos del norte de África. No se dan datos, pero su división ya es un signo de debilidad.

Hacia el 810 d.C. Se sabe que en interior de Marruecos, en las montañas cerca de Fez, hay algunas tribus bereberes cristianas suficientemente fuertes y numerosas para enfrentarse al emir Idris I,fundador de la dinastía idrisí. En Argelia y el sur de Túnez quedan algunas más.

Hacia el 950.d.C. Un sacerdote de Cartago llega a Roma para ser consagrado obispo de esa diócesis, porque en toda su región (la actual Túnez), antaño populosa no se conseguían encontrar el mínimo de 3 obispos reglamentarios para consagrar un nuevo pastor episcopal.

Hacia el 1050 d.C. en la ciudad no costera de Tremecén (en Argelia, cerca de la frontera actual de Marruecos) un cronista señala que “todavía queda en esta ciudad un población cristiana que subsiste hasta nuestros días; hay allí una iglesia que aún frecuentan los cristianos”. Lo presenta como una reliquia insólita.

1053 d.C. El Papa León IX se lamenta en un escrito de que sólo quedan 5 obispos en toda África.

1060 d.C. Una corriente fanática árabe, los hilalíes, se extiende por el Norte de África y debilita la vida urbana en general. Debió implicar más acoso a los últimos cristianos. 

1076 d.C. Sólo quedan dos obispos en África: Servando, en Bugía (en la actual Argelia) y Ciriaco, en Cartago. Ya no se conocerán más.

1130 d.C. Abd al-Mumin, fundador de los almohades, unifica el norte de África. El historiador Ibn al-Athir escribe que al llegar a Túnez “a los judíos y a los cristianos se les dio a elegir entre la adopción al Islam o la muerte. Una parte adoptó el Islam, la otra fue entregada a la muerte”.

Aquí acaban los datos que tenemos sobre el cristianismo norteafricano medieval. No hay más.

“El hecho mismo de su desaparición ha borrado casi totalmente su huella, como hubiera sucedido igualmente con la hispana o mozárabe si su testimonio no hubiera sido salvaguardado hasta cierto punto en los reinos norteños”, escribe Rafael Sánchez Saus.

¿Por qué no perseveraron como los coptos o caldeos?
Pero, cabe preguntarse, ¿cómo es que en Egipto aún hay cristianos coptos, y en Siria e Irak aún hay cristianos caldeos y asirios, y sin embargo en el norte de África el cristianismo desapareció por completo? Los historiadores barajan dos grandes respuestas complementarias.

Causa 1: la lengua

Los cristianos de Egipto mantuvieron el copto como su lengua litúrgica, lo mismo hicieron los asirios con el arameo en Oriente Medio… tener una lengua litúrgica propia, que durante un tiempo fue también lengua popular, les dio (y da) sentido de comunidad, al menos en zonas aisladas. Los cristianos mozárabes en Al-Ándalus podían arabizarse en la vida cotidiana, pero su fe e identidad se mantenían en la liturgia en latín.

En cambio, los cristianos del norte de África eran de lengua bereber, que ni tenía forma escrita ni se usaba en la liturgia. Aún hoy hay entre un 20 y un 40 por ciento de hablantes de bereber en Marruecos y Argelia. Si hubiera sido lengua litúrgica, quizá habrían podido conservar la fe cristiana en algunas zonas.

Causa 2: la estructura de tribus

Los cristianos de Egipto, Siria, Oriente Medio, etc… seguían siendo pobladores de ciudad, con mentalidad urbana. En cambio, la estructura social en el norte de África, entre los bereberes, era de clan y tribu, igual que entre sus conquistadores árabes. Todo en la vida de una tribu se orienta en conseguir honor, riqueza y gloria para la propia tribu y humillación para las tribus rivales.

Eran tribus guerreras y de jinetes. Los árabes enseguida impusieron que sólo los musulmanes podían montar a caballo y llevar armas. Así, los clanes que se mantuvieran cristianos, que debían vivir desmontados y desarmados, serían humillados y vilipendiados por sus vecinos, rivales de muchas generaciones. Cada vez que tocara pagar los desorbitantes impuestos de la dimma (que exigían un ritual humillante) acudirían los viejos rivales a burlarse.

A un hombre moderno le puede costar imaginar lo que significaba para un pueblo de jinetes guerreros ser obligado a ir sólo en mulas y sin armas. Unos cristianos habitantes de ciudad o agricultores en Egipto o Siria podían aceptarlo, pero un clan bereber preferiría aceptar el Islam muy pronto, y no individuo a individuo, sino el clan entero, de golpe, con su líder. Vivir humillados por los clanes vecinos sería insoportable.

Además, verían que sus vecinos se enriquecían con el botín de las campañas en España y otras guerras. Los clanes cristianos que perseveraron en su fe (las tribus de las montañas de Fez en el 810 d.C.) sólo podían mantenerla escapando a zonas remotas y montañosas, y solo por un tiempo.

Los mozárabes en España

En España la situación de los cristianos mozárabes fue dura, y su población disminuía continuamente porque muchos de ellos, hartos de opresión islámica, se escapaban a los reinos cristianos del norte, donde había mucha tierra para repoblar. Pero incluso entre los que se quedaron bajo dominio islámico, y pese a la opresión continuada, hubo comunidades que consiguieron mantener su fe. Los mozárabes fueron masacrados por los almorávides en el siglo XII excepto en Toledo, que se convertiría en su último hogar. Allí se mantiene aún hoy su liturgia de origen visigótico. Su apasionante historia se explica en Al-Ándalus y la Cruz: la invasión musulmana de España.