La doctora en Historia y especialista en religiosidad popular, supersticiones y brujería, María Tausiet, publicó a finales del 2013 su último trabajo, «El dedo robado: reliquias imaginarias en la España Moderna», sobre las reliquias de San Ildefonso, arzobispo del siglo VI patrón de la ciudad de Toledo.

Investigando hace unos años en el Archivo de la Catedral toledana, encontró un preciosísimo documento de 1674, en el que se afirmaba y constataba que la reliquia del dedo era verdadera, lo cual le ha llevado a escribir este libro, cuya historia tiene mucho de novela picaresca, como ella misma ha relatado a ABC.


—La historia de tres reliquias (el dedo y la casulla de San Ildefonso, y la piedra donde se supone que la Virgen María posó sus pies cuando se apareció al santo). Pero también, para poder entender el sentido de éstas, un recorrido por la historia de España y por el simbolismo de las reliquias en general.


—El hecho de que, como ocurrió con las reliquias de tantos otros santos españoles, sus restos fueran trasladados al Norte de la Península con motivo de la invasión islámica del año 711. Y el hecho de que, casi mil años después, se recuperara para Toledo una parte de estos restos: un hueso del dedo pulgar de su mano derecha. Como explico en el libro, el simbolismo del dedo era más importante de lo que pueda parecer a primera vista. Se trataba de la parte por el todo.


—Llevaba varios años estudiando el tema de lo verdadero y lo falso en la España de los siglos XVI y XVII, y buscando fuentes en las que basar mi estudio ya que, desde mi punto de vista, ésta fue una de las grandes obsesiones del período: separar los terrenos del bien y el mal, lo santo y lo demoníaco, cuando... al investigar en el Archivo de la Catedral de Toledo encontré este preciosísimo documento de 1674 en el que se afirmaba y constataba que la reliquia del dedo era verdadera.


—Se dio por auténtico tras escuchar las declaraciones de varios testigos que aseguraron que se trataba verdaderamente del dedo del santo. Entre estos testigos, estaba el mismo ladrón de la reliquia. Ninguno de ellos estaba lo suficientemente informado como para asegurar tal cosa, pero la devoción que mostraron se consideró la mejor prueba de la autenticidad de la reliquia. No sólo contó con el visto bueno de las autoridades eclesiásticas, sino que el proceso de información para la verificación del dedo se llevó a cabo por iniciativa del arzobispo de Toledo.


—Desde luego, la historia de las reliquias de San Ildefonso es digna de una novela. Quienes se animen a leer las peripecias del robo del dedo sentirán que están leyendo una especie de novela picaresca. Desde la preparación del robo, pasando por la aventura de trasladarlo desde Zamora a Toledo a lomos de una mula huyendo de la justicia; desde los detalles acerca de las vidas del ladrón y los dos niños cantores que le acompañaron, todo nos lleva a otra época muy diferente a la actual que todavía hoy nos sigue atrayendo.


—Teniendo en cuenta que la vida de San Ildefonso representaba el derecho de los arzobispos de Toledo a la primacía sobre el resto de obispos españoles y que en el siglo XVII dicha primacía o preeminencia se estaba poniendo en cuestión (sobre todo por otras sedes poderosas como Sevilla o Santiago de Compostela), tener una reliquia del santo patrón resultaba una auténtica necesidad. Así que, al año siguiente de la inauguración de la capilla-relicario de la Catedral (el famoso «Ochavo») se produjo este robo que se consideró providencial.

—Los documentos más antiguos sobre la vida de San Ildefonso y sobre la supuesta aparición de la Virgen al santo se refieren a la gloria con que fue vestido por la Virgen antes de morir. Éste era un símbolo de su acogida en el paraíso de los bienaventurados.

»Sin embargo, con el tiempo, la metáfora de la «vestidura celestial» se materializó en una vestidura real, ya fuera alba, capa, túnica o casulla, que fue la versión que acabó teniendo más éxito. A partir de ahí, en los siglos XVI y XVII proliferaron los documentos que daban por cierta esta supuesta prenda y en uno de ellos incluso se contó la supuesta apertura del arca santa de Oviedo, donde se decía que se guardaba la casulla de San Ildefonso.


—Porque, aunque en muchos casos las reliquias de los santos son restos materiales reales, en otros casos, son objetos imaginarios, como ocurrió en el ejemplo de la casulla de San Ildefonso, que pasó de ser un símbolo a un objeto real, no sólo en las numerosas representaciones artísticas en las que aparece la Virgen poniéndole la prenda, sino en algunos documentos escritos que atestiguaban la existencia de la casulla.