El diario La Repubblica publica este 11 de septiembre una carta que el papa Francisco ha enviado a su anciano fundador y editorialista, Eugenio Scalfari, sobre fe, laicidad, vida eterna, misericordia de Dios, y otros temas de gran importancia para quien cree y para quien no.  

Eugenio Scálfari, de 89 años, es un periodista y escritor italiano, fundador del diario La Repubblica, que cambió el estilo de hacer periodismo en el país. Sus artículos dieron inicio a batallas ideológico-culturales, como los que llevaron al referendum sobre el aborto y el divorcio en los años 70. Su inspiración política es de matriz liberal social. En 1996 se retiró de la dirección de su periódico, pero es editorialista de la edición dominical.

Scálfari había lanzado previamente 8 preguntas sobre Dios, la fe y la salvación, que Francisco ha querido responder (en italiano, en la sección Cultura de La Repubblica, aquí).

“Muy distinguido Dr. Scalfari. Es con viva cordialidad que, mismo en grandes líneas, querría buscar en esta carta de responder a la suya, que desde las páginas de ´La Repubblica´, me ha querido enviar el 7 de julio con una serie de reflexiones personales, que después enriqueció el 7 de agosto en las páginas del mismo cotidiano”.

Así inicia la carta que Francisco envió al profesor Scálfari y le indica: “Me parece por lo tanto que sea positivo no solamente para nosotros sino para toda la sociedad en la que vivimos, detenernos para dialogar sobre una realidad tan importante como la fe, que se basa en la predicación y en la figura de Jesús”.

Un deber al diálogo que nace de lo que Francisco define “una paradoja”. Y precisa: “La fe cristiana, símbolo de la luz, fue calificada por la modernidad como la obscuridad de la supertición que se opone a la luz de la razón. Así entre la Iglesia y la cultura de inspiración cristiana, de una parte, y la cultura moderna de matriz iluminista de otra, se llegó a la incomunicabilidad. Ha llegado ahora el tiempo, y el Vaticano II ha inaugurado esta estación, de un diálogo abierto y sin preconceptos, que reabra las puertas de un serio y profundo encuentro”.


Y para quien busca “seguir a Jesús en la luz de la fe” explica el papa en el resumen presentado por Repubblica, “este diálogo es una expresión íntima e indispensable del creyente. La fe para mi ha nacido del encuentro con Jesús”.

Pero “sin la Iglesia no habría podido encontrar a Jesús, mismo siendo consciente que aquel inmenso don que es la fe está custodiado en los frágiles vasos de cerámica de nuestra humanidad”.

El papa responde así a dos de los temas claves que el fundador del diario La Repubblica había puesto: “Me parece que usted aprecia mucho la actitud de la Iglesia hacia quien no comparte la fe en Jesús. Fundamentalmente me pregunta si el Dios de los cristianos perdona a quien no cree y no busca la fe".


"Partiendo de la premisa --indica Francisco-- que la misericordia de Dios no tiene límites... la problemática para quien no cree en Dios está en el obedecer a su conciencia. El pecado, mismo para quien no tiene fe, es cuando se va contra la propia conciencia”.

Por ello “escuchar y obedecer a esa significa de hecho, decidirse delante de lo que es percibido como bien o como mal. Y sobre esta decisión se juega la decisión de nuestra bondad o maldad de nuestro operar”.

“En la última pregunta me pide si con la desaparición del hombre sobre la tierra, desaparecería también el pensamiento capaz de pensar a Dios”.

Y el papa responde: “Es la relación entre dos realidades. Dios -¡este es mi pensamiento y esta es mi experiencia, pero de cuantos ayer, hoy lo comparten!- no una es idea, ni siquiera altísima, un fruto del pensamiento del hombre. Dios es una realidad con la ´R´ mayúscula. Jesús nos lo revela -y vive la relación con Él- como un Padre de bondad y misericordia infinita”.


Y recuerda que el hombre y este mundo está destinado a acabar, “pero si el hombre desapareceriera de la tierra, el hombre no dejaría de existir, y de alguna manera que no sabemos, tampoco el universo creado con él”.

Y el papa concluye indicando que sus reflexiones sean acogidas “como una respuesta aproximada y provisoria, pero sincera y con confianza, ante la invitación que hizo de hacer un trecho de camino juntos".

Porque, reitera el papa, la Iglesia a pesar de todas las miserias humanas de sus componentes, no tiene otro sentido sino “vivir y dar testimonio de Jesús”.