No es el poder ni la fuerza ni tampoco está claro que sea el Espíritu de Dios: es más bien la lógica económica lo que está llevando a las grandes compañías a invertir millonadas en diversos proyectos de películas de tema bíblico. 

Hay al menos 7 proyectos en los despachos: uno sobre Noé, dos sobre Moisés, otro sobre Poncio Pilato, otro sobre el mismísimo Jesucristo, otra sobre la Virgen María y una película que mezcla Caín y Abel con vampiros y se presenta como bíblica y sobrenatural. Hace apenas un año aún se elucubraba con otro proyecto más, sobre las guerras de los hermanos Macabeos a cargo de Mel Gibson, pero el proyecto se bloqueó por sus desacuerdos con el guionista Esterzhas.


Mel Gibson abrió el camino, por supuesto, con La Pasión de Cristo: pese a sus subtítulos, su arameo y latín, la dureza de sus imágenes que espantaba al público familiar y el boicot de algunos lobbies judíos, la película arrasó en los cines. El público cristiano fue por devoción, y el mundano atraído por la música, el espectáculo y algo de polémica.

Pero “La Pasión” no es el gran modelo de esta oleada de películas. El gran modelo –lo admiten los productores en sus círculos profesionales- son las películas de superhéroes. Los superhéroes llenan los cines con 1) historias épicas y heroicas; 2) personajes que ya eran previamente conocidos en libros y cómics; 3) grandes efectos especiales; 4) público familiar.

Todo esto lo pueden aportar las películas bíblicas si Hollywood pone dinero: héroes y épica, efectos especiales grandiosos, los personajes y temas son conocidos y las familias llenarán los cines.

Y las historias bíblicas tienen una ventaja: no habrá que pagar un 5% de lo recaudado a la casa Marvel por derechos de autor (como hace Fox por las películas de X-Men y Sony por las películas de Spiderman). Los héroes bíblicos no pagan derechos de autor.


“Noé” es la película más avanzada. Está presupuestada en 125 millones de dólares y quiere atraer hasta los ateos más ateos sólo por el placer de ver un diluvio catastrófico de inconmensurables dimensiones. En el papel del Patriarca Noé está Russell Crowe, antiguo gladiador hispano. Como director, Darren Aronofsky (dirigió “Cisne Negro”, por ejemplo). El dinero lo pone la Paramount Pictures de Viacom y uno de los co-guionistas escribió parte de “Gladiador”. Quieren el “nihil obstat” de tantos expertos bíblicos como puedan y hasta marzo de 2014 no se estrenará.


“Dioses y Reyes”, sobre la historia de Moisés, puede ser el otro proyecto faraónico (con perdón), con dinero de Time Warner, que intentan conseguir a Steven Spielberg como director: un gran cineasta, credenciales judías impecables y experiencia con la película de dibujos animados que no envejece “El Príncipe de Egipto”. Zarzas ardiendo, murallas de agua, plagas de Egipto, muchedumbres… la espectacularidad debe ser arrolladora para no decepcionar.


El otro proyecto sobre Moisés se llamaría “Exodus”, con dinero de la 20th Century Fox y dirigido por Ridley Scott, que a sus 74 años y después de sus elucubraciones teológico-evolucionistas con “Prometeus” dice que lo que le interesa no son los efectos especiales sino “la relación entre Moisés y Ramsés”. La Biblia no da nombre al malvado faraón, pero hay un cierto consenso entre los historiadores por identificarlo como Ramsés II. Hay que decir que la relación entre ambas personalidades ya se ha explorado mucho en “Los Diez Mandamientos” y “El Príncipe de Egipto”, aunque fuese un tema que al autor bíblico le preocupaba bastante poco.


El último tema veterotestamentario es el de Caín y Abel, que dirigiría y financiaría Will Smith (sí, el Príncipe de Bel Air) y que incluye vampirismo y fantasía, aunque desde su productora se insiste en que es una elaboración de la historia bíblica. Hay quien sospecha que tenga que ver más con los cómics de terror de la casa DC en la línea del “Sandman” de Neil Gaiman (un narrador que nunca dejó de beber de la Biblia como material, y no solo sangre).


Pasando al Nuevo Testamento, cabe temblar con lo que le quiera hacer Paul Verhoeven a “Jesús de Nazareth”. El director de la erótica y malísima “Showgirls” y la polémica “Instinto Básico” que encumbró a Sharon Stone, dice que quiere hacer la película basada en un libreto que él mismo ha escrito porque “lo que yo llamo la nueva ética de Jesús, el perdón a los enemigos, deberíamos aplicarlo en nuestro pensamiento humano, y no lo hacemos muy a menudo”.

El dinero lo pone la productora de Chris Hanley, que ha financiado cosas como “American Psycho”. No suena a superproducción, pero tampoco a provocación, porque las películas bíblicas anticristianas pueden dar “caché” pero no llenan bolsillos ni cajas registradoras.


Una película menos ambiciosa pero que quizá sea la más interesante y original de todas es “María Madre de Cristo” (no confundir con "María, Madre de Jesús", con Christian Bale), con un presupuesto de unos 25 millones de dólares, dirigida por Alister Grierson, distribución de Lionsgate y con guión de una antigua monja paulina, Barbara Nicolosi, que lleva muchos años como guionista laica y animadora de propuestas cristianas en Hollywood (busquen su blog “Church of the Masses”).

Católica ortodoxa en doctrina y enemiga declarada de las historias aburridas y las “predicaciones camufladas”, Nicolosi ofrece aquí la vida de María a los 8, 15, 19 y 27 años, hasta que Jesús tiene unos 12 años (el episodio del Templo). No son fáciles las cosas para la joven María (Odeya Rush), que debe emigrar acosada por el malvado Herodes (Ben Kingsley, que en Lux Vide fue Faraón y también Moisés), pero cuenta con el apoyo de su prima Isabel y su esposo José.


Por último, la Warner Brother está estudiando rodar “Poncio Pilato” y ya ha comprado el guión a Vera Blasi. Al parecer, Brad Pitt podría ser este muchacho de familia ecuestre romana, al principio sensible y abierto, luego endurecido por las guerras y sordo a las sensibilidades de los judíos.

Probablemente, el drama esté en mostrar que Pilato no podía sino ceder ante las presiones que le pedían matar a un inocente como Jesús. O quizá lo contrario: en mostrar que aunque podía haber resistido, no lo hizo. El cine se hace con sentimientos, no con teología ni historia. No faltarían Salomé, María Magdalena, Calígula, Tiberio… y la siempre misteriosa figura de la esposa de Pilato.


Jonathan Bock, presidente de la casa de marketing Grace Hill, especializada en “vender” productos de Hollywood a audiencias religiosas, es muy claro: “tenemos dos culturas que se están redescubriendo; Hollywood tiene los mejores narradores; y la religión tiene las mejores historias”.

Pero, atención, advierte, “si lo haces mal, no sólo pierdes a tu público amplio, sino que no atraerás ni siquiera al que habría sido tu público más fiel”. Y así, una película que se hizo famosa como “La última tentación de Cristo”, económicamente pinchó por el enfado de los espectadores que la vieron como un experimento de blasfemia y falta de respeto.