El historiador y escritor Pío Moa acaba de publicar España contra España. Claves y mitos de su historia (LibrosLibres), un ensayo sobre nuestra historia y sobre la evolución a su través de una peculiar enfermedad del espíritu: la hispanofobia.

Con sus habituales claridad y rotundidad de datos y argumentos, Moa plantea además una perspectiva original en la visión de la Historia: va del hoy al ayer. Esta inversión cronológica es algo más que un apasionante ejercicio intelectual. Permite descubrir mejor las raíces de los fenómenos que han caracterizado más de veinte siglos de nuestra vida colectiva, desde la segunda Guerra Púnica en la que puede empezar a hablarse de España.

Uno de esos fenómenos es sin duda la religión católica, sobre cuya simbiosis con lo español versa lo esencial de nuestra conversación con Moa.

-¿Es cierto que los concilios toledanos jugaron un papel decisivo en la configuración de España como nación?

-Fueron cruciales porque facilitaron la integración de godos e hispanorromanos, dieron a estos últimos una representación real en el poder y suavizaron las costumbres bárbaras. La nación española nace con Leovigildo y se asienta con Recaredo y el III Concilio de Toledo.

-¿Cree entonces, con Menéndez Pelayo, que en el caso España su ser católico está vinculado a su misma existencia como nación?

-No lo creo. El catolicismo es fundamental en la historia de España, pero la nación es un fenómeno político, y el catolicismo no es una doctrina política. Y hoy sería absurdo pensar que un no católico no es español o es español de segunda o por mera tolerancia.

-¿E Isabel la Católica? ¿Se le puede atribuir una condición forjadora?

-Más que en la forja de España, en la reconstitución de España, junto con Fernando.

-¿Se le debe a ella en exclusiva el carácter religioso de la conquista de América?

-La religión tuvo gran peso en la conquista de América, pero esta, por sí misma, no fue una empresa religiosa. Sin duda habría tenido otro carácter sin el impulso evangelizador, ya que niguna otra potencia colonial dedicó tanto esfuerzo y sacrificio a cristianizar a las poblaciones indígenas de América o Filipinas.

-¿Debería ser beatificada?

-Creo que es un asunto puramente de la Iglesia y no político. No tengo ninguna objeción, naturalmente. 

-Hay en la Iglesia quien se opone por la expulsión de los judíos. ¿Fue un acto antisemita?

-Propiamente no, puesto que se les permitió y exhortó a convertirse al cristianismo. Fue un problema religioso-político, no racial. Y fue una expulsión en condiciones mucho mejores que otras anteriores en Europa y no se hizo mediante el terror como otras posteriores y actuales en diversas partes del mundo. Básicamente se consideraba a los judíos una minoría inasimilable y odiada por el pueblo.

-¿Y el caso de los moriscos, un siglo después?

-Fue ante todo una necesidad política, ya que no solo constituían una minoría inasimilable, sino también una verdadera quinta columna del Imperio otomano y de la piratería berberisca. Pero, como toda la política en Europa por aquellas fechas, estuvo muy teñida de religión. Richelieu aplastó a a sus (peligrosos, por otra parte) compatriotas hugonotes y obligó a huir a cientos de miles de ellos, pero se permitió decir que la expulsión de los moriscos de España era el acto más bárbaro de la historia.

-Siempre la leyenda negra antiespañola... ¿Cuál fue su origen?

-En su origen procede de la chifladura y falta de escrúpulos de Bartolomé de las Casas. Después tomó un carácter religioso-político en cuanto que lo aprovechó masivamente la propaganda protestante, y solo político porque Francia también la utilizó a fondo. Lo peculiar de esa leyenda es que no solo continúa en la actualidad, sino que, sobre todo a partir del "desastre" del 98, se ha extendido extraordinariamente en medios intelectuales y de ahí populares, como señalaba Menéndez Pelayo al hablar de los "gárrulos sofistas" que embaucaban a tanta gente con sus grotescas falsificaciones históricas.

-Hablando de falsificaciones, vamos con los nacionalismos y le planteo algo que me parece paradojico: ¿por qué Sabino Arana o el regionalismo catalán moderado apelan a la religión, y sin embargo el "nacionalismo español" -entendiendo como tal el regeneracionismo y corrientes similares- la rechazan?

-El separatismo de Arana o el catalán nunca han sido moderados, aunque hayan utilizado varias tácticas. Pretenden "construir" naciones en sus regiones atacando sistemáticamente a España y, al mismo tiempo, la historia y cultura regionales, pues vascos y catalanes se han sentido españoles durante siglos. Por otra parte, los fundadores de esos separatismos se consideraban muy católicos (Arana, Prat de la Riba), al mismo tiempo que se dejaban contaminar por las teorías racistas entonces en boga. En su evolución, esos separatismos se han ido haciendo cada vez menos religiosos e incluso abiertamente antirreligiosos.

-¿Y el regeneracionismo?

-El nacionalismo español del regeneracionismo caía en las mismas aberraciones que el vasco y el catalán, en el sentido de que despreciaba la historia real del país y con ella al catolicismo. El nacionalismo, en suma, es la doctrina democrática que establece la soberanía en la nación, en el pueblo, aunque haya tenido derivaciones antidemocráticas. Un importante origen del pensamiento democrático se encuentra en la España del Siglo de Oro. Y otras derivaciones han querido hacer de la nación una especie de divinidad, lo que choca con el cristianismo. 

-¿Con qué nos quedamos?

-Creo que en España es preciso un más fuerte nacionalismo democrático, si queremos salir del atolladero histórico en que nos han metido unos políticos ignorantes y frívolos.

-Un momento histórico de ese concepto de nación es Cádiz. ¿Fue decisiva la religión en la Guerra de la Independencia?

-Lo fue en el sentido de que la gente veía que los franceses atacaban no solo a la nación, sino al cristianismo, siguiendo las ideologías de la Revolución francesa. Ello creó también una animosidad popular contra el liberalismo y el aferramiento de muchos a un sistema político, el absolutismo, que ya no significaba más que atraso y estancamiento para el país.

-¿Y en las guerras carlistas?

-También lo tuvo, evidentemente. Aunque muchos liberales eran católicos, un sector de ellos, el "exaltado" o "progresista", pretendía seguir los derroteros de la Revolución francesa, y el resultado fue la imposibilidad de concordia y evolución pacífica que preconizaba el liberalismo moderado. Después de la primera guerra carlista, los problemas del país provinieron sobre todo de la pelea constante entre moderados y exaltados.

-Por último, ¿por qué estalló la violencia antirreligiosa con tal virulencia en la Guerra Civil?

-Fue un resultado de la evolución "comecuras" de la izquierda. Los liberales exaltados desaparecieron, pero los izquierdismos mesiánicos, totalitarios, heredaron una aversión fundamental a la Iglesia, a la que consideraban la causa principal del atraso español. El resultado fue un verdadero genocidio, que no se completó debido a la derrota del Frente Popular, en el que mostraron su verdadera cara esos izquierdismos. Porque las soluciones propuestas por aquellos movimientos habrían convertido al país en una cárcel, al estilo de los soviéticos.