El sacerdote Eduardo Chávez fue postulador de la causa de San Juan Diego, el vidente de la Virgen de Guadalupe, y es director del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos. Es doctor en Historia de la Iglesia, canónigo de la Basílica de Guadalupe y uno de los mayores expertos en la historia de esta devoción.

Ha explicado a la agencia Aciprensa cómo la imagen original de la Virgen se salvó durante los años de la persecución antirreligiosa del gobierno de Elías Calles y la Guerra Cristera.



En 1926 el presidente mexicano Plutarco Elías Calles estableció el artículo 13015​ que endurecía el anticatolicismo de la Constitución de 1917, ya de por sí muy antirreligiosa. Esa norma permitía a los Estados mexicanos todo tipo de limitaciones contra el culto y sus ministros.

Se prohibió el uso de ropas religiosas fuera de los edificios eclesiales y toda expresión de religiosidad colectiva fuera de los templos. Prohibió a los religiosos organizarse en congregaciones y prohibió la educación católica en las escuelas.

En el Estado de Tabasco, con un gobernador especialmente fanático contra la religión, se estableció que sólo los casados podían ser ministros de culto (contra el clero católico). En Chihuahua se limitó el número de presbíteros. En Tamaulipas se prohibió oficiar a los sacerdotes extranjeros.

Los católicos respondieron con boicots, manifestaciones y actos de protesta pacífica, pero el Gobierno mantuvo sus medidas.

En enero de 1927 surgió ya la rebelión armada espontánea de campesinos católicos, los Cristeros, que llegaron a tener 50.000 combatientes. La Guerra Cristera duró hasta 1929.

Tras la guerra, el Gobierno mexicano dejó de aplicar sus medidas más radicales e impidió que lo hicieran también los gobernadores más antirreligiosos.

¿Cómo afectó todo esto a la devoción más querida de los católicos mexicanos, la Virgen de Guadalupe?

Dinamita contra la Virgen: ¿un milagro?

Chávez recuerda que ya el 14 de noviembre de 1921 un desconocido anticlerical escondió dinamita en un arreglo floral que puso a los pies de la imagen de la Virgen de Guadalupe. A las diez y media de la mañana, el artefacto explotó y dañó el altar de mármol, los candelabros y un crucifijo que quedó retorcido y cayó al suelo (aún se guarda en la basílica y se venera con el nombre de 'Santo Cristo del Atentado'). Sin embargo la imagen quedó indemne y mucha gente lo consideró un milagro dado la violencia del explosivo.

Este ataque ya señalaba el odio de un sector anticlerical contra esta devoción.

Cuando empezó la Guerra Cristera cinco años después, en 1926, el abad de la Basílica de Guadalupe en esos días, Feliciano Cortés, consultó con el cabildo y con el arzobispo de México, José Mora y Del Río, cómo proteger la imagen.

Pintaron en secreto una copia y la sustituyeron

Recurrieron al pintor Rafael Aguirre para realizar una réplica de la imagen original. “La idea era quitar la imagen original de su altar por la parte de atrás, porque el Gobierno vigilaba por la parte frontal de la Basílica que no hubiera ningún movimiento extraño”, explica Chávez. Luego la reemplazaron con la copia realizada por Rafael Aguirre en óleo.

La imagen original de la Virgen la escondieron en “un ropero chino”, al que se le implementó un doble fondo. La tabla superior del ropero “se desclavó y se introdujo a la Virgen de Guadalupe”.

Para que luego no hubiera confusiones ni dudas, todo se hizo "delante de notario público y testigos. Se puso todo bien instalado de tal forma que nadie pudiera quitar sellos ni nada por el estilo (a la imagen), para procurar que todo fuera perfectamente hecho”.

Luego el Abad le encargó a un gran amigo suyo, Luis Felipe Murguía Terroba, “que custodiara la imagen de la Virgen de Guadalupe en su hogar”, una casa que estaba en el centro de la Ciudad de México. Estuvo allí del 30 de julio de 1926 al 15 de julio de 1927.

Luego pasó 2 años en otro edificio. “En el momento más álgido de la persecución se fueron a un edificio de la antigua librería Murguía, ubicada en el centro también, en la avenida 16 de septiembre. Y nadie sabía qué contenía el famoso ropero chino”, añade el historiador.

Tras la guerra, se devolvió la imagen a su sitio

“Cuando ya hubo calma se regresa la imagen a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en 1929”, explica Chávez, cuando acaba la guerra con los acuerdos entre el Arzobispo mexicano Leopoldo Ruiz y Flores, como delegado apostólico del Papa Pío XI, y el entonces presidente del país, Emilio Portes Gil.

El P. Chávez subrayó que cuando el ropero chino fue devuelto a la Basílica, fue abierto “ante notario, testigos, y mucha gente que estaba en ese momento”. Luego retiraron la copia del pintor Aguirre y se repuso la imagen original de Nuestra Señora de Guadalupe en su lugar.



La imagen original fue conservada en la Antigua Basílica de Guadalupe, hoy Templo Expiatorio de Cristo Rey, hasta que fue llevada a la nueva Basílica.

¿Y la copia y el ropero? “Estas dos cosas se le dieron como agradecimiento al ingeniero Luis Felipe Murguía por todo lo que hizo él y su familia de resguardar a la Virgen Santísima de Guadalupe”.

Yo vi esa copia en ese hogar de los señores Murguía y habían puesto una pequeña capilla”, explica el sacerdote historiador.

Publicado originalmente en junio de 2020 en el portal mariano Cari Filii