¿Por qué hay gente que parece tener una aversión instintiva a lo espiritual y lo emotivo, mientras que hay otra que siente una gran incomodidad hacia el análisis frío y racional?

Un nuevo estudio parece sugerir que tiene que ver con la estructura del cerebro humano: hay en él zonas para el análisis y también zonas para la empatía, pero no funcionan a la vez. Cuando usamos una función, la otra se apaga. Habría personas que están "enganchadas" a una de estas funciones, y les resultaría incómodo esforzarse en usar la otra... y entender a los congéneres que lo hacen.

En Estados Unidos, la Case Western University y el Babson College han descrito esta relación en la revista PLOS ONE: un mecanismo cerebral se relaciona con la empatía (la percepción social y emocional) y el otro con el pensamiento analítico (incluyendo el análisis y descripción del mundo físico). Tony Jack, el investigador principal de este trabajo, constata que en el momento en que se usa uno de esos mecanismos se bloquea o congela el otro.

Los investigadores realizaron 8 experimentos, cada uno con entre 159 y 527 adultos.

En los ocho experimentos, las personas más religiosas mostraron una mayor preocupación moral.

Los resultados de los experimentos mostraban además que tanto la creencia espiritual como la empatía tenían relación con la mayor frecuencia de rezos, meditaciones u otras prácticas espirituales o religiosas.

"Sabemos que para algunos dilemas morales difíciles, la red cerebral que cada uno emplea dictamina qué tipo de principios guían tu respuesta", continúa Tony Jack.

Ante un pregunta moral compleja (¿salvar a uno o salvar a muchos, cuánto vale la vida de un anciano, o la de una mala persona?, etc...) unas personas recurren al mecanismo empático/intuitivo/espiritual, y el otro al mecanismo analítico.

Además, hay personas que tienen patológicamente bloqueado  o disminuido uno de estos mecanismos. Por ejemplo, los psicópatas diagnosticados (aunque no maten a nadie) tienen disminuida o anulada su empatía por los demás. Los investigadores de este estudio consideran probado que entre los psicópatas diagnosticados hay más ateos


Richard Boyatzis, profesor de comportamiento de organizaciones en el Case Western Reserve, explica que hay personas extremistas, con dificultad para entender al otro, por esta diferencia en su uso de mecanismos cerebrales, aunque todas las personas cuentan con ambos mecanismos. "Es posible que si reconocemos que así es como funciona el cerebro podamos llegar a un diálogo más equilibrado entre ciencia y religión", sugiere.

"Sentir empatía no significa necesariamente que se tengan creencias anti-científicas. Por el contrario, nuestro trabajo sugiere que si sólo enfatizamos la zona analítica, estamos comprometiendo nuestra habilidad de cultivar el pensamiento moral o social", puntualiza Jared Friedman, otro de los autores de la investigación.

Los autores del estudio comentan que en el libro de Baruch Aba Shalev 100 years of Nobel Prizes se constata que de 1901 al 2000, 654 premiados con el Nobel (en sus distintas categorías), es decir, el 90 por ciento, se declaraban miembros de alguna religión (de 28 tradiciones distintas). Los que se declaraban ateos, agnósticos o librepensadores eran un 10 por ciento. "Puedes ser religioso y un muy buen científico", constata Jack. 


A la hora de fomentar la comprensión y la colaboración entre ciencia y religión, estos investigadores avisan de que "la mayoría de las personas a las que les atrae la ciencia siempre tratarán de aplicar los principios científicos tanto como puedan, y las personas religiosas o espirituales intentarán hacer lo mismo con sus ideas".

Pero Tony Jack ve que en vez de conflicto puede haber colaboración si se reconoce la función de cada campo. "La religión no tiene nada que decir sobre la estructura física del mundo, ése es el trabajo de la ciencia. Y la ciencia debe contribuir a nuestros razonamientos éticos, pero no puede dictaminar qué es moral o inmoral, ni decirnos cómo debemos darle sentido y propósito a nuestras vidas", resume él su postura.

En el vídeo, un capítulo de la serie de dibujos 3MC sobre la complementariedad entre fe y ciencia