El reloj astronómico de Praga 

cumple 605 años y llama la atención del Doodle de Google.

Se trata de una refutación grande y vistosa de la idea de que los cristianos medievales eran fanáticos religiosos hostiles a la ciencia: por el contrario, con sus 12 apóstoles, sus figuras alegóricas, su complejo mecanismo y gran tamaño muestra que el espíritu medieval era inquieto, creativo, emprendedor y compaginaba fe y tecnología sin mayor dificultad. Y era especialmente así en lo que atañe a la astronomía, ciencia preferida de muchos sacerdotes a lo largo de la historia.

La Muerte da la vuelta a su reloj de arena. Los doce apóstoles, que aparecen en las ventanas del reloj, arrancan su habitual procesión y uno de los anillos señala la casa del zodíaco en la que se encuentran el sol y la luna. Abajo, en los adoquines, veintisiete cruces blancas recuerdan a los nobles que fueron ejecutados en 1621 por oponerse al Gobierno de Fernando II. Hay fiesta en la Plaza Vieja de Praga porque se cumplen 605 años del -con permiso de la cerveza pilsen- icono checo por excelencia


La salida de los apóstoles se puede ver cada hora desde las nueve de la mañana a las once de la noche. Sin la algarabía que desata el cumpleaños, la escena del reloj astrómico de Praga lleva repiéndose, día tras día, desde hace 400 años. Sin las aspas en el suelo, seis siglos.

Durante todo este tiempo, los checos cruzan los dedos cada vez que se adentran en el barrio más antiguo de su capital y se acercan al ayuntamiento de su Ciudad Vieja porque una leyenda asegura desgracias si se para el reloj.

Viven los que dan crédido a esta leyenda con el corazón en un puño, pendientes de un antiquísimo mecanismo que, sin embargo, se encuentra en plena forma. 



Sobre sus orígenes planea cierta confusión. La versión oficial achaca el ingenio y la destreza al maestro relojero Nicolás de Kadan
 
Tal fue el interés que suscitó que incluso los mercaderes comenzaron a desviarse de sus rutas habituales, modificándolas con el único objetivo de pasar por la ciudad  para contemplar el extraordinario artilugio capaz de marcar la hora, señalar al sol, a la luna, indicar el mes del año en el que vivimos y sacar de paseo a los doce apóstoles.
 
Las autoridades de la época, al tanto de este brote de atracción por el objeto reclamaron la presencia de Hanus Ruze. Le preguntaron -continúa el mito- si sería capaz de repetir la hazaña. Y el relojero, que se vio fuerte, respondió que sí.

El miedo de que pudiese construir una obra de ingeniería similar para algún otro país centroeuropeo se adueñó de la clase social más poderosa de Praga. A continuación, le quemaron los ojos
 
 
Privado de la oportunidad de admirar una vez más su alabado reloj, solicitó tocarlo por última vez. Su ayudante cumplió su deseo y lo condujo hasta la plaza vieja checa.Cuando el artesano llegó al mecanismo, introdujo en él su mano, destrozando por completo su compleja maquinaria y maldiciéndola para siempre.

Hanus se desangró y murió allí mismo, pero el reloj sobrevivió. Su recuperación no fue rápida ni tampoco sencilla. Dice la leyenda que desde entonces, cada vez que se para, una desgracia suele azotar a la ciudad.
 
Al final de la Segunda Guerra Mundial, el reloj astronómico se paró coincidiendo con un ataque de las tropas nazis. En el año 2002, dejó de funcionar cuando una grave inundación asoló la ciudad vieja. Otra versión sobre la leyenda del icono checo mantiene que todos aquellos que intentan reparar el reloj, cada vez que se detiene, acaban enloqueciendo o, directamente, mueren.

Vídeo en YouTube con motivo de los 600 años del reloj astronómico de Praga


La estructura básica del reloj astronómico de Praga no ha cambiado básicamente desde la Edad Media. Además de los doce apóstoles otra de sus figuras principales es el ángel de piedra. Es una de las esculturas más antiguas del reloj astronómico de Praga. Originalmente fue una escultura policromada gótica con una inscripción en la cinta, que ya no es evidente. El original fue dañado en mayo 1945 y tuvo que ser reemplazado.
 
Otra figura clave del reloj astronómico de Praga es la estatuilla del gallo, que no es móvil y que simboliza la vida.

Más abajo está el esqueleto con un reloj de arena como símbolo de la medición de toda la vida. A su lado la figura de Turk, que se representa junto a un laúd, símbolo de la extravagancia y el placer en el sentido de la depravación humana. 

Al otro lado del reloj está el hombre vanidoso como símbolo de la vanidad de la humanidad.