Jesucristo enseñó a sus seguidores a orar a Dios Padre con la frase "no nos dejes caer en la tentación", una frase conocida, al menos, por 3.000 millones de cristianos de todas las confesiones. 

Sin embargo, según el reciente estudio sobre tentaciones de la casa de sondeos norteamericana Barna Group (www.barna.org), especializada en comportamientos sociales y religiosos, a partir de más de mil entrevistas telefónicas en EEUU, 6 de cada 10 personas reconocen que ni siquiera ofrecen resistencia ante sus tentaciones ni intentan huir de ellas.

Estas tentaciones no son específicamente religiosas, e incluso las personas poco o nada religiosas admiten que no les gustan. Son cosas como:

-Chismorrear y hablar mal de los demás
-Preocuparse demasiado y ponerse ansioso
-Envidiar
-Comer demasiado
-Gastar más dinero del que se tiene o se puede permitir
-Ver pornografía o contenidos sexualmente inapropiados on-line
-Aplazar indefinidamente las obligaciones desagradables
-Ser perezoso y trabajar menos de lo que se debe
-Perder demasiado tiempo en medios de comunicación
-Expresar ira y perder los modales con alguien por escrito en internet
-Abusar del alcohol o de drogas
--Mentir o trampear
-Actos sexualmente inapropiados con otras personas

Si existiese una pastilla mágica que automáticamente les librara de estas tendencias, se la tomarían. Como no existe, ese 59% de los encuestados admite que no hace nada para combatir sus tentaciones.


Los cristianos practicantes y las personas mayores de 50 años son los que más se resisten a la tentación. Entre los mayores de 50 años, casi la mitad dice que combaten activamente sus tentaciones.

Entre los menores de 28 años, sólo un tercio dice que ofrece batalla a sus tentaciones.

De las personas que tienen entre 30 y 50 años sólo un 40% intenta resistirse a sus tentaciones.

La encuesta demuestra también (aunque sin difundir las cifras exactas, que aparecerán en un libro) que tanto los católicos practicantes como los protestantes practicantes intentan resistir sus tentaciones por encima del 50%.

En este panorama quizá derrotista o quizá acomodaticio, sobre todo entre los jóvenes, encajan afirmaciones como las del obispo José Ignacio Munilla de San Sebastián, que en el reciente congreso de Pastoral Juvenil de Valencia pedía a los jóvenes esta mentalidad: "ni perdáis la paz ante las tentaciones, ni hagáis la paz con el pecado". La estadística muestra esta tendencia a rendirse o no presentar siquiera batalla.


Cuando la encuesta pregunta por qué caemos en las tentaciones que nos afectan, la mitad de los encuestados dice, simplemente "no estoy seguro". La segunda respuesta más común, que declara un 20%, es "para escapar de la vida real". No muy distinta es la tercera respuesta más común (un 8%): "para sentir menos dolor". Y un 7% admite que si cede a las tentaciones es "para satisfacer las expectativas de la gente". Casi nadie responde con el argumento filósofico o teológico de que "es por nuestra naturaleza humana o pecadora" (apenas un 1%).


Ese 40% de norteamericanos que combaten activamente sus tentaciones han desarrollado todo un arsenal para luchar "la buena batalla". Los 8 recursos más frecuentes (declarados por más de 5% de los "resistentes") son:

-La oración 18%
-Usar la razón y cosas que le recuerden su propósito 12%
-Simplemente decir "NO" 10%
-Mantenerse alejados de la posibilidad 10%
-Centrarse en hacer otras cosas 8%
-Considerar las consecuencias 7%
-Convencerse a uno mismo para dejarlo 5%
-Practicar ejercicio 5%

Otras técnicas que declaran sólo entre un 3 y 4% de los encuestados son: "llamar a alguien", "mantenerme ocupado", "tomar medidas preventivas", "recordar o leer las Escrituras", "usar mi fuerza de voluntad".

Y entre el 1 y el 2% declararon estas técnicas: "depender de Dios", "ir a la cama", "dejarlo para otro día, consultarlo con la almohada" y "usar pensamientos optimistas".

Queda claro que se trata de una sociedad muy individualista donde la persona está sola frente al pecado: sólo un 4% llama a alguien.

La oración y la razón son las dos armas principales (y no excluyentes entre sí) para plantar cara a la tentación.

Hay que recordar que estas herramientas son las que declaran usar sólo 4 de cada 10 encuestados. Los otros 6 de cada 10 no usan ninguna y admiten, simplemente, que se dejan llevar por sus tentaciones.


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