DOS SACOS AL CUELLO

El que puede cambiar sus pensamientos
puede cambiar su destino.
—Stephen Grane—

 Una antigua leyenda habla de tres caminantes, cada uno de los cuales llevaba dos sacos atados al cuello, uno por delante y otro por detrás. Cada uno marchaba a un ritmo distinto. Un curioso se acercó al más retrasado y le preguntó qué llevaba en sus sacos. El hombre respondió:

—En el saco de atrás llevo todas las obras amables de mis amigos, casi nunca las miro, y acabo por olvidarlas. En el saco delantero llevo todo lo desagradable que me ha ocurrido. Y, de vez en cuando, me paro, lo miro, lo estudio y me indigno. Centralizan mi vida; no lo puedo evitar.

Claro, pensó el curioso, al pararse con frecuencia y revolver sobre todo lo desagradable que le ha sucedido, este hombre avanza poco, vive en la frustración del pasado.

Luego, nuestro hombre aligeró el paso, alcanzó al segundo caminante, y al preguntarle qué llevaba en sus sacos contestó:

—En el delantero van todas mis buenas obras. Las llevo delante de mí para que todo el mundo las vea. En el saco de atrás llevo todos mis errores. Son pesados y me ralentizan, pero no consigo quitármelos de encima.

Y cuando el curioso preguntó al tercer caminante, respondió:

—Llevo el saco delantero lleno de pensamientos positivos sobre otras personas; llevo las obras buenas que han realizado ellos y todo el bien que yo he experimentado a lo largo de mi vida; por eso es un saco grande y colmado a reventar y, sin embargo, no resulta pesado. Podría decirte que es como las velas de un barco: lejos de ser una carga, me ayuda a avanzar. Y, como ves, el saco que llevo a la espalda está vacío. ¿Por qué? Porque le he hecho un gran agujero en el fondo, y todo lo negativo de los demás y de lo mío, caen por el agujero y, así, evito todo peso que dificulte mi viaje.

La aplicación de esta leyenda es obvia. Temporalmente, mientras recorremos la senda de la vida, es necesario examinar qué es lo que portamos con nosotros. ¿Nos lastran los pensamientos negativos? ¿Llevamos con nosotros las trastadas de amigos y familiares que nos hicieron en el pasado? ¿Nos bloquean los coágulos del miedo que nos dicen que no seremos capaces de estar a la altura de las circunstancias? ¿Estamos haciendo de nuestras vidas un cielo o un infierno?

Todos nacemos con la libertad de decidir qué pensamientos dirigen nuestra vida. Es indudable que cuando experimentamos el cielo en nuestro interior, tendemos de forma natural a compartir ese cielo con los que nos rodean, y los tratamos con una actitud afectuosa y positiva.

Sí, simbólicamente, todos llevamos dos sacos sobre nuestros hombros; la clave está en ¿cómo los uso?