Sois unos exagerados, unos catastrofistas. No pasará casi nada, todo seguirá más o menos igual. Es lo que nos dicen cada vez que explicamos a dónde nos lleva la lógica de ciertas medidas. Llevo toda la vida oyéndolo. Es lo que nos dicen ahora cuando advertimos, basándonos en las experiencias de Bélgica, Holanda o Canadá, a propósito de la eutanasia. Es lo que nos dijeron a propósito del matrimonio entre personas del mismo sexo. Cuando el matrimonio se convierte en un contrato maleable a deseo del legislador, sin ninguna base en la naturaleza humana, puede devenir cualquier cosa.

Pues seremos exagerados, pero ya tenemos sobre la mesa la poligamia en el estado de Utah.

La proposición de ley para legalizar la poligamia consiguió 29 votos a favor y cero en contra en el Senado de Utah y ahora será discutida en el Congreso de aquel estado, donde parece que no lo va a tener tan fácil.

El hecho de que esta ley haya sido presentada en Utah no es casualidad: aquí se instalaron los mormones, y aunque la corriente mayoritaria de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días rechaza actualmente la poligamia, se calcula que unas 30.000 personas en Utah siguen viviendo según las nomas del mormonismo original, esto es, en comunidades polígamas.

Los argumentos en favor de la poligamia resultan muy familiares. Uno de los promotores de la ley, el senador republicano Deidre Henderson, conocido por sus esfuerzos para reescribir en términos neutrales de género la constitución del estado, se ha referido a la situación actual como una “crisis de derechos humanos en toda regla” mientras citaba en su favor nada menos que a Martin Luther King. Los polígamos “están cansados de ser tratados como ciudadanos de segunda clase” y “sienten que Utah ha legalizado los prejuicios contra ellos. Quieren ser gente honesta, pero sienten que tienen que mentir o enseñar a sus hijos a mentir sobre sus familias para estar seguros”.

Los militantes homosexualistas y el progresismo de izquierdas han apoyado la campaña para legalizar la poligamia. Algo lógico, pues si para ellos el matrimonio es algo totalmente arbitrario que debe amoldarse a los deseos de la gente “que se ama” (en expresión tan cursi que hasta da grima escribir) no hay razón alguna para impedir la poligamia o cualquier combinación que a uno se le pueda ocurrir (sin descartar el matrimonio con tu mascota, so pena de pasar por especista).

La reacción de la Oficina de Vida, Justicia y Paz de la diócesis católica de Salt Lake City es digna también de atención. Tal y como informa Catholic News Agency, su directora, Jean Hill, declaró que “La diócesis no se posiciona sobre este proyecto de ley, pero encontramos muy creíbles las declaraciones de sus impulsores acerca de que el proyecto de ley podría ayudar a los individuos a salir de las sombras de la poligamia”. Por si no se entiende, Hill no quiere decir que gracias a la ley abandonarán la poligamia, sino que abandonarán la clandestinidad y vivirán su poligamia abiertamente. Un gran avance, sin duda.