EVANGELIO

A esta, que es hija de Abrahán, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.
Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y estaba encorvada, sin poderse enderezar de ningún modo.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo:
«Mujer, quedas libre de tu enfermedad».
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, se puso a decir a la gente:
«Hay seis días para trabajar; venid, pues, a que os curen en esos días, y no en sábado».
Pero el Señor le respondió y dijo:
«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su burro del pesebre, y lo lleva a abrevar?
Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?»
A decir estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba por todas las maravillas que hacía.

Palabra del Señor.

Notas: Próximas misiones.

Sin demora.

Señor, me quedo abochornado por esas veces que, ante la atadura de un pecado de mi esposo, le he corregido con dureza o con desprecio, en lugar de ayudarte a desatarle de ese mal de Satanás. Por esas otras veces, que me ha costado perdonar a mi esposo y le he dejado atado por mi soberbia, por creer que merecía una humillación a cambio de su ofensa, o porque así me mantengo por encima de él/ella. Tú en cambio, deseabas desatarlo sin demora, porque Tú, conoces la enorme dignidad que le diste a mi esposo.

Ahora Señor, me alegro de las maravillas que haces en mí convirtiendo mi corazón para que cada día sea más misericordioso, como el Tuyo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: Recuerdo cuando tenías problemas con mi familia de origen, y yo iba machacándote por todo lo que hacías mal, por todo lo que no eras capaz de comprender de ellos y porque te costaba perdonarles. Ahora, sólo me preocupa que se sane tu corazón y tu alma, querida esposa mía. Gracias a las enseñanzas de Dios, ahora mi prioridad es que restaures tu dignidad de hija de Dios. Te quiero.
Marta: Ahora sé que me amas. Ahora sí que me ayuda a sanar mis heridas y a perdonar. Ahora soy libre.

Madre,

Muchas gracias por los dones recibidos en este retiro de Barcelona, por los milagros que has realizado en tantos esposos, y por haber desatado todos los nudos que les impedía amarse en su intimidad. Alabado sea el Señor. A el la gloria y la alabanza por lo siglos. Amén