Ni caso. Pasan los días, me afeito
con parsimonia todas las mañanas, escojo
el champú adecuado y me lavo sin pensar en nada.
Sólo al cabo de una eternidad me vienes a la cabeza, Dios,
y me quedo a medias de una oración cualquiera,
pensando que tengo que plancharme una camisa
o qué pereza es la vida. A medias de Tu presencia,
pues me encandilan sus besos e imagino la belleza,
femenina y desnuda, tan hermosa...
Sólo rezo fantasías y esbozos de sueños.
A medias me quedo de Tu amor -¿me amas?-,
que celoso me reclama con ternura.
Y yo ni caso. Limpio el vaho del espejo
y sólo me veo a mí, día tras día. Yo,
el centro de un reflejo cada vez más viejo.
Me llamas… Y bostezo una jaculatoria
antes del primer bocado a la magdalena.