Salvo las distancias, faltaría más, pero no llamo presidente de Sánchez por la misma razón que no llamo empresario a Capone. El sucesor de Rajoy no es en modo alguno, claro está, un delincuente, pero sí un fullero que no merece el halago de una prensa zalamera a la que sólo le falta relacionar su astucia con la de Churchill, como si fuera lo mismo invadir La Moncloa con lo peor de cada casa que desembarcar en Normandía para que la libertad ponga una pica en Frankfurt.  No digo que deba de tener el mismo rango informativo que la matanza del día de San Valentín, pero el golpe de mano socialista, por cuanto deja a España malherida, debería de publicarse en la sección de sucesos.

La prensa zalamera, sin embargo, abre con el tema del día la de política, lo que resulta lógico si se tiene en cuenta que el periodista que menea la cola es una especie en vías de expansión ahora que la baba cotiza en el mercado laboral y que cala en la opinión pública. Lo que explica que la izquierda que daba por muerto al nuevo caudillo del PSOE interprete ahora, en versión laicista subtitulada, el papel de María Magdalena, si va a pie, o el de San Pablo, si va a caballo, que, con la izquierda al mando de las bridas, es siempre el de Atila.

Al menos con el catolicismo, como demuestra el modo en que pisotea los verdes campos del Edén en Vall de Uxó, donde, so pretexto del cumplimiento de la ley de memoria histórica, esa revancha con enmiendas, el Ayuntamiento socialista ha demolido una Cruz porque a juicio de la señora alcaldesa el monumento era de derechas, que es como llamar fascista al resucitado. Habría que preguntarse la causa por la que esta gente adjetiva la cruz y no la hoz, de manera que la primera es franquista y la segunda no pasa de hortelana. Con la de cabezas que han sido cortadas en su nombre.