I.  Sólo por hoy... ofreceré, a quien se me acerque, un rostro amable, sonriente, distendido, acogedor.
 
  II.  Sólo por hoy... intentaré sonreír ante cualquier fracaso, dificultad o contrariedad.
 
III.  Sólo por hoy... me fijaré en las pequeñas cosas que me ofrezcan un poco de alegría.
 
IV.  Sólo por hoy... me mentalizaré y me esforzaré para llegar a la alegría aunque las circunstancias no acompañen.
 
V.  Sólo por hoy... intentaré ponerle a cada uno de los sinsabores del día la «mica salis», la pizca, el punto de sal, a fin de obtener paz interior.

VI.  Sólo por hoy... si me han ofendido, humillado, intentaré sonreír y elevar mi mente y mi corazón al Dios.

  VII.  Sólo por hoy... intentaré prever los momentos que pueden traerme tensión. Me reiré de mí mismo, procuraré estar de buen humor y de mejor talante.
 
VIII.  Sólo por hoy... usaré la fuerza de una cara alegre y trataré de contagiarla a quienes se acerquen y me traten.

   IX.  Sólo por hoy... intentaré sacar un clavo con otro clavo: el clavo de la tristeza con el clavo de la alegría.

    X.  Sólo por hoy... ofreceré el testimonio de una humilde sonrisa.
 
El teólogo K. Rahner escribe: «La más pequeña sonrisa pura y delicada, que brota de no importa donde, desde un corazón recto, ante cualquier tontería de este mundo, refleja una imagen y un rayo de Dios. Es una señal del Dios vencedor, señor de la historia y de la eternidad. Del Dios cuya sonrisa nos demuestra que todo en definitiva es bueno.»

Santa Teresa del Niño Jesús, doctora de la Iglesia, afirma: «Jesús ama los corazones alegres; gusta de un alma siempre sonriente.»

El Salmo 2,4 reza: «El que habita en el cielo... sonríe.»





Alimbau, J.M. (2017).  Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.