Recuerdo el testimonio del periodista y escritor Salvaneschi que al cumplirse los diez años de haberse quedado ciego, escribía:
 
— «Soy el ciego juglar que canta en el recodo del camino. ¡Detente un poco y escúchame!
 
— »Si la fortuna no te ha besado..., alégrate: tal vez te hubiera perdido aquel beso suyo.
 
— »Si la desgracia te embiste... alza las velas de tu embarcación y ten seguro el timón: la isla a la cual llegarás es la tierra prometida de tu vida.
 
— »Si la mala suerte te persigue..., sírvete de ella para pesar el amor, catalogar las amistades, contar los latidos de tu corazón y esbozar una sonrisa de aceptación en tus labios.
 
— »Bienaventurados los que caminan aún con fatiga, porque llegarán con mayor alegría.»
 
Todos somos algo parecidos a los personajes del camino de Emaús, que pasaron del caminar cansino a la vivacidad de la buena noticia; de la desesperanza a la certeza de la resurrección; de la tristeza a la gran alegría de la Pascua.
 
También yo puedo convertirme en un ciego juglar que canta en el recodo del camino...

“Lo único que Jesús nos pide en todo momento es que nos entreguemos absolutamente a Él, que confiemos en Él plenamente, renunciando a nuestros deseos para cumplir alegres con el camino que nos va trazando.” (Santa Teresa de Calcuta)



Alimbau, J.M. (2017).  Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.