El periodista pregunta al catedrático de Teoría Física de la Universidad Complutense Dr. Fernández-Rañada:
— «¿Qué es una hierba?»
Responde:
— «Una hierba encierra todo el mundo.»
 
Hugo Wolf escribe: «También las pequeñas cosas pueden dar alegría y placer. / Las pequeñas cosas pueden ser tesoros inmensos... / Piensa en la rosa y su insignificancia, / pero qué maravilloso es su olor que tú tan bien conoces.»
 
— Lo pequeño es hermoso, humilde, bello.
— Lo pequeño es posible: puede reportar alegría y felicidad.
— Lo pequeño es admirable: hay que descubrirlo, amarlo.
 
Deberíamos aprender y enseñar el gusto por las pequeñas cosas, por los detalles insignificantes... que son los que conforman, día a día, la mayor parte de nuestras vidas.
 
Un catedrático de Psiquiatría afirma sobre la importancia de lo pequeño para nuestra salud psíquica:
«No olvidemos que la vida se compone de detalles pequeños. Yo diría más aún: la vida está llena de detalles... que van configurando, poco a poco, nuestra salud o enfermedad, nuestras vidas.»

Los santos nos enseñan —con sus vidas, con sus ejemplos diarios— la importancia de poner toda la atención y el mayor amor posible, así como todo el empeño para llevar a cabo cualquier trabajo o misión, por insignificante que sea y ello con la máxima perfección posible, día a día, año tras año...
 
Como dicen los grandes directores de teatro y de cine: «No hay papel pequeño... cuando un actor es grande.»      
 
Es evidente: en las cosas pequeñas, en aquello que no solemos darle importancia es donde suelen gestarse los mayores goces, triunfos y alegrías aunque también los grandes fracasos, sufrimientos y tristezas.




Alimbau, J.M. (2017).  Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.