Fue el gran novelista, escritor, convertido al Catolicismo Chesterton quien escribió:
— «La alegría es... el gran secreto del Cristianismo
 
También Monseñor Gay decía que:
«El Cristianismo es la religión de la alegría.»
 
Y Lucía Félix-Faure afirmaba:
«La alegría es el don que el Cristianismo ha hecho al mundo.»
 
Y es que si el Cristianismo es la religión del amor, debe ser también la religión de la alegría.
 
Santo Tomás enseña que:
«La alegría nace, es una consecuencia del amor
 
De ahí que la alegría es una consecuencia de quien ama, de quien se da, de quien sirve, de quien se sacrifica, se immola...
Consiguientemente, ha de ser una persona alegre, ha de tener el don de la alegría.

El P. Ginhac escribía a un grupo de jóvenes comprometidas:
«Lo que debemos pedir con insistencia al Señor Jesús es la alegría. Tenemos gran necesidad de la alegría para avanzar, avanzar siempre...»
 
El maestro espiritual P. Pesch instaba:
«¿Queréis que vuestro comportamiento sea agradable a Dios y a los hombres?
1. Obrad siempre con toda la fuerza de vuestra alma.
2. No obréis nunca de mala gana.
3. Obrad siempre con alegría.»
 
El gran maestro de espiritualidad Cardenal Mercier, Primado de Bélgica, pedía a los jóvenes católicos de Goutois:
«Estad alegres. La paz y la alegría interior son el estado normal del cristiano
 
Y el P. Faber afirmaba:
«La redención fue destinada a devolver la alegría a la humanidad.

»La redención nos hace participar de la alegría de su Señor.     
»La redención es efluvio de alegría.»





Alimbau, J.M. (2001).  Palabras para la alegría. Barcelona: Ediciones STJ.