EVANGELIO

Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria. María, pues ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Palabra del Señor.

Avisos previos:

(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)

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Nadie me lo quita.

Las últimas palabras de este Evangelio me habían pasado desapercibidas. Siempre me quedaba en el “María, pues ha escogido la parte mejor” y obviaba eso de “y no le será quitada”. ¡Qué bueno! Cuando elijo la parte mejor de mi día: Aquí estoy, contigo Señor, con mi esposo. Descansando ambos en ti. Muchas cosas hoy, dificultades, nervios, cansancio… Pero ¿Qué es todo eso si estamos contigo? Todo lo estimamos basura ante Tu presencia, Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juanjo: Marta, el demonio siempre está al acecho para intentar desviarme y destruirme. Provocarme angustia, pensar mal, quitarme toda esperanza… Pero en mi oración diaria contigo los problemas y los agobios pasan a un segundo plano. Se resitúan mis prioridades, se pulverizan mis miedos, llega mi verdadero descanso, es la que me trae la paz, trae la alegría a mi vida… y va creando esa intimidad con Él y contigo que me hace descubrir tu grandeza y tu belleza. Hace que te ame cada vez más.
Marta: Te escucho y no me lo creo. Cuánto has cambiado, Juanjo. Qué profundidad, cuánta sabiduría de Dios hay en ti. Me encanta mi nuevo Juanjo. Nadie me lo podrá quitar.

Madre,

¿Quién me separará del amor de Dios? Nadie me lo podrá quitar. Y no hay nada más grande. Es Su amor también el que me une a mi esposo/a. ¡Alabado sea el Señor!