El viaje que el papa Francisco ha realizado a Méjico merece un recuerdo especial. A él ha dedicado el Ángelus del domingo 21 de febrero.
  Méjico es una Iglesia de gran vitalidad apostólica y misionera. También con sus sombras. No olvidemos que la iglesia carismática de Corinto causó grades quebraderos de cabeza a San Pablo. En Méjico han surgido muchas Congregaciones y Movimientos d egran vitalidad.
   El Papa nos descubre, en sus palabras, un secreto, antes de su partida y el efecto causado por la realidad del viaje. Ambos están enlazados en la Virgen, Madre de Guadalupe: “El viaje apostólico que he realizado los días pasados en Méjico ha sido para todos nosotros una experiencia de transfiguración. ¿Cómo ha sido posible? El Señor nos ha mostrado la luz de su gloria a través del cuerpo de su Iglesia, de su cuerpo santo que vive en esa tierra. Un cuerpo tantas veces herido, un cuerpo tantas veces oprimido, despreciado, violado en su dignidad. De hecho los diversos encuentros vividos en Méjico fueron llenos de luz. La luz de la fe que transfigura los rostros e ilumina el camino.
   El
   Todos conocemos la extraordinaria riqueza cultural de esa querida nación. La cultura hispana, especialmente su literatura, ha sido ha sido una realidad espléndida; no solo en su propia nación sino también en los Estados Unidos, donde aumenta sin cesar. “Guadalupe es el santuario mariano más frecuentado del mundo. De toda América van allí a rezar donde la Virgen Morenita se mostró a san Juan Diego, dando inicio a la evangelización del continente y a su nueva civilización, fruto del encuentro entre diversas culturas. Esta es justamente la herencia que el Señor nos ha entregado en Méjico: custodiar la riqueza de la diversidad y, al mismo tiempo, manifestar la armonía de la fe común: una fe sincera y robusta, acompañada por una gran carga de vitalidad y de humanidad”.
   El Papa fue a Méjico para confirmar la fe de sus hermanos Obispos y de sus hijos católicos. Al final ha sido él el evangelizado. “Como mis predecesores, también yo fui para confirmar la fe del pueblo mejicano, pero contemporáneamente a ser a ser confirmado; he recogido a manos llenas este don para que vaya como beneficio de la iglesia universal.
   Un ejemplo luminoso de la que estoy diciendo fue dado por las familias: las familias mejicanas me han recibido con alegría en cuanto mensajero de Cristo, pastor de toda Iglesia; pero ellas a su vez me han dado testimonios límpidos y fuertes, testimonios de fe vivida, de fe que transforma la vida, y esto para edificar a todas las familias cristianas del mundo. Y lo mismo se puede decir sobre los jóvenes, los consagrados, los sacerdotes, los trabajadores y los encarcelados”.
   Termina el Papa con una alusión al encuentro con el Patriarca Kirill. “Una alabanza, una alabanza especial elevemos a la Santísima Trinidad por haber querido que en esta ocasión se realizara en Cuba el encuentro entre el papa y el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, el querido hermano Kirill; un encuentro muy deseado incluso por mis predecesores. También este evento es una luz profética de resurrección, de la cual hoy el mundo necesita más que nunca. La Santa Madre de Dios siga guiándonos en el camino de ña amistad y de la unidad. Y recemos a la Virgen de Kazán. El patriarca Kiril me ha regalado un icono de la Virgen de Kazán: Recemos justos una Ave María”.