Para la jornada de la Paz el Papa nos ha dejado un mensaje luminoso. Inicia sus palabras con esta frase formidable siempre, pero especialmente al comienzo del año: “Dios no es indiferente. A Dios le importa la humanidad. Dios no la abandona”.
   Desde esta premisa desea que el año 2016 sea de bendición para los hombres y mujeres, para las familias, los pueblos y naciones, para los jefes de Estado y de Gobierno junto con los Responsables de las Religiones: “Por tanto, no perdamos la esperanza de que 2016 nos encuentre a todos  firme y confiadamente comprometidos, en realizar la justicia y trabajar por la paz en los diversos ámbitos. Sí, la paz es un don de Dios y obra de los hombres. La paz es don de Dios, pero confiado a todos los hombres y a todas las mujeres, llamados a llevarlo a la práctica”.
   El Papa no ignora los tristes acontecimientos sucedidos durante el año que termina: “Las guerras y los atentados terroristas, con sus trágicas consecuencias, los secuestros de personas, las persecuciones por motivos étnicos o religiosos, las prevaricaciones, han marcado de hecho el año pasado, de principio a fin, multiplicándose dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podríamos llamar