La Luz nos muestra la Verdad, que es Cristo que se manifiesta ante todo el que quiere mirarle. La oscuridad, que es ausencia de Luz, deja espacio a la mentira, la duda y el recelo. ¿Cuántas veces hemos desconfiado de los demás y esta desconfianza ha ido destruyendo el amor? En la sociedad actual impera la oscuridad porque es la mejor forma de poder ser controlados y engañados. Pero Cristo es la Luz, el Camino, Verdad y Vida. Cristo es la Piedra Angular que sostiene el arco de nuestra vida. San Jerónimo se pregunta por esta realidad y nos señala la razón de ello:

¿Cómo es posible que en el tiempo presente no se sepan las maldades de muchos? Aquí habla, pues, del tiempo futuro, cuando Dios juzgará los misterios de los hombres, iluminará los escondrijos de las tinieblas y pondrá de manifiesto las intenciones de los corazones ( 1 Cor 4,5): el sentido es éste: "No temáis la crueldad de los perseguidores y la rabia de los blasfemos, porque llegará el día del juicio y en él se verán bien a las claras vuestra virtud y su malicia". (San Jerónimo. Tomado de la Catena Aurea Mt 10, 26-28)

En el Evangelio de hoy Cristo no habla de no tener miedo, porque nada quedará oculto, todo se sabrá tarde o temprano. Lo que puede parece un secreto, será revelado para que todos lo conozcan. Porque Dios es Luz y la Luz evidencia todo lo que ilumina. La oscuridad, es la que oculta para que sólo unos pocos sepan y conozcan.

La Evangelización no es una acción que se oculte o se limite a unos pocos, ya que Cristo nos pidió que su Palabra llegara a todos los rincones del mundo. La Evangelización no se puede limitar a círculos donde siempre son las mismas personas las que entran y salen. La Evangelización conduce la Luz de Dios hacia todos lo corazones que le abran la puerta. Por eso resulta tan incómoda al mundo y es rechazada porque crea “problemas”. Sin duda crea problemas a la oscuridad, ya que deja ver todo lo que se pretende ocultar.

La Evangelización no fuerza a nadie, sino que ofrece la salvación gratuita a quien la acoge. La Evangelización camina con paciencia y humildad, porque sabe se siempre será mal vista por el mundo. La Evangelización sabe aceptar que nada puede por sí misma, ya que la conversión se realiza con la Gracia de Dios. Por eso los evangelizadores son discretos, sencillos y dóciles a la Voluntad de Dios. Los evangelizadores saben que la gota de agua persistente esculpe la belleza en la roca más dura, mientras el martillo la destruye y convierte en grava.

A veces queremos mover las mareas del mundo con nuestra fuerzas, organizando shows y generando apariencias que atraigan a quienes andan perdidos. Pero nuestras fuerzas no pueden hacer nada más que lo que la Voluntad de Dios permite con su Benevolencia. En todo caso. Nada debemos temer si nos rechazan y maltratan cuando sacamos la Luz de debajo del celemín.